Martes hacia el mediodía. Piso de Saga
El vaho invadía todo el baño, y Saga necesitó hacer uso de una toalla para lograr contemplarse el reflejo sobre la húmeda superficie del espejo. La extensa cicatriz que dividía su pecho se presentaba agresiva ante su vista, y los dedos dudaron antes de posarse sobre ella y recorrerla de arriba abajo para asimilarla suya. Y ahora, eterna.
No era solamente la presencia de esa consecuencia lo que Saga debía afrontar y aceptar. Era mucho más que eso. El fiscal debía comenzar a asumir que si estaba allí, observándose con tristeza, era un regalo de la providencia. Todos tenían razón...era preciso poner freno a su acelerada vida. Era necesario rebajar la intensidad de su ambición, y sobretodo, admitir que delegar era otra saludable opción. ¿Pero cómo podía hacerlo si justo ahora se hallaba preso entre Kanon y Shura? ¿Cómo manejar esa inesperada situación?
Una honda inspiración llenó sus pulmones al tiempo que su reflejo se iba difuminando de nuevo, masticando las fuertes punzadas de dolor que seguía sintiendo cada vez que respiraba desde que regresó a la consciencia en una UCI que jamás se hubiera imaginado visitar. Un dolor que le insistía en adjudicarle la realidad que estava vivo...Un dolor que le recordaba que su padre nunca obtuvo el regalo que a él le llegó al verse reflejado entre cálidas brumas, acariciando una cicatriz que quizás también hubiera sido su salvación.
La inesperada apertura de la puerta le propició un desagradable azote de aire fresco que le estremeció el espinazo, y que vilmente le envió de regreso a su recién estrenada duda moral.
- Saga...Shura está aquí. ¿Qué le digo? - Preguntó Shaka, asomando el rostro a través de la puerta entreabierta.
- Dile que espere...que en unos minutos salgo...
Saga sonrió observando la borrosa imagen de Shaka reflejada frente a él, obteniendo respuesta en otra pregunta innecesaria por su reiteración, pero reconfortante igualmente.- ¿Seguro que te encuentras mejor?
- Que sí...de verdad.
La toalla que hasta el momento había envuelto su cintura escapó de ella para acudir a acabar de medio secar sus cabellos azulados, y Shaka desapareció para ir al encuentro del recién llegado abogado.
Shura acudió puntual a la hora acordada con su amigo el fiscal, pero en contra de sus pronósticos, parecía que Saga había demorado el estreno del nuevo día. Quién le recibió fue Shaka, que gozaba de la jornada libre después de las maratonianas horas dedicadas el día anterior a estudiar el cuerpo de Pandora por segunda vez.
- ¿No se encuentra bien Saga? - Preguntó el abogado después de aceptar el ofrecimiento de un café y seguir al descalzo forense hasta el umbral de la cocina.
- No mucho. Ha pasado mala noche y le ha costado mucho conciliar el sueño.- Shaka ladeó el rostro levemente para observar la seria faz de Shura mientras seguía desahogándose inconscientemente con el antiguo amigo de Saga.- Pero es normal, no te preocupes. En realidad se lo ha buscado, porque desde que llegó a casa ha querido vivir como si nada le hubiera pasado.
- Pero...¿sufre complicaciones en el corazón?
La repentina palidez que sembró su rostro delató la interna y sincera preocupación que el asistente sentía por su amigo. Shura aguardaba respuesta, y permanecía respetuoso plantado estático en el limbo de la puerta, como si nunca antes lo hubiera cruzado cuando en realidad alguna vez hasta había cocinado sus exquisiteces en esos dominios.
- Lo que le ocurre es consecuencia de la agresiva cirugía que sufrió. Es la herida del pecho lo que le está ocasionando dolores.- Se explicó Shaka, teniéndole la tacita que Shura aceptó con gratitud.- No asume que le partieron el esternón y que éste necesita cicatrizar con grandes dosis de reposo. Y en vez de éso, Saga se mueve como quiere y ayer por la noche incluso salió de casa y usó el metro.