26. De conferencia en Salónica

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Durante el mismo día, en Salónica...

Shaka y Mu se hallaban a incontables kilómetros lejos de la ciudad. Unas jornadas repletas de ponencias sobre avances en el mundo de la Medicina Forense les habían hecho volar hasta Salónica, ciudad que contaba con un importante Campus Universitario, el elegido para albergar dichas charlas, todas ellas de sumo interés para los profesionales del ramo.

Aparentemente debían ser dos días tranquilos fuera de casa. Aunque las apariencias deseadas duraron tan poco como lo que tardaron un sinfín de miradas a verterse sobre ellos una vez accedieron a la gran sala de actos habilitada para las diversas exposiciones.

El caso de Pandora irremediablemente ya vivía en la prensa, y el anonimato de Shaka y Mu desapareció en el mismo instante que los periodistas se permitieron el libertinaje de colocarlos en primera línea de fuego, hablando de ellos como el par de forenses al cargo de las dos autopsias realizadas a la joven muchacha asesinada. El insano y adictivo morbo ya estaba servido, y al parecer, ni personas de supuesto alto nivel intelectual resultaban inmunes a él.

- Todo el mundo nos está mirando...- Mu susurró procurando que su voz únicamente fuera audible para Shaka, el ceño del cuál parecía haber adoptado una frunción de desagrado que no iba a desaparecer durante toda la jornada.- Pensé que lejos de casa no se estaría al tanto del caso...

- Si alguien se acerca a incordiarnos, debemos procurar no soltar prenda.- Advirtió Shaka, terriblemente incómodo bajo el descarado escrutinio que ambos sufrían.- Vete a saber si lo que digamos puede llegar a la prensa, y cómo se pueden distorsionar las palabras.

- No me está gustando nada el revuelo que el padre de la chica ha levantado. Ese hombre, por muy famoso e importante que sea, ha convertido nuestro trabajo en una atracción de feria...¡Ni que nosotros hubiéramos disfrutado con la segunda autopsia! - Se quejó Mu entre dientes, compartiendo el mismo fastidio de su amigo.

Por suerte, el inicio de las charlas se acogió a una inusual puntualidad, y ambos aprovecharon para tomar asiento en un lateral de la sala, lo más apartados posible del bullicio de colegas de profesión que se revolvían de ganas de curiosear el momento más escabroso vivido por los dos. Cuando llegó el momento de agotar la sesión matinal para ir a comer algo, Shaka y Mu se apresuraron a salir antes que nadie, eligiendo un bar algo apartado del edificio principal para comer un par de bocadillos calientes con un poco de tranquilidad.

Al regresar a la sesión de la tarde, algún que otro curioso logró interponerse en su camino, pero Shaka les despachó con rapidez y calculada falta de tacto, levantando así un invisible muro con ladrillos de altivez unidos con una amalgama de frío trato, que en cierta manera ayudó a sembrar una opinión general a su alrededor que ya marcaba distancia. No iban a salir de allí considerados los forenses más simpáticos de la congregación, pero éso ya les valía para protegerse y así no tener que hablar de más, a riesgo de hacerlo ante unos oídos que deseaban procesar información de carácter más mórbido que profesional.

No fue una primera jornada fácil. Además del cansancio después de haber tomado un vuelo madrugador e ir directamente al epicentro de las ponencias, sortear las indiscretas miradas, aguantar diversos murmullos y morbosos escrutinios sobre su presencia, el auténtico jarrón de agua fría cayó sobre Mu cuando al acceder al hotel que les pagaba su centro de trabajo, les asignaron una sola habitación a compartir. Ilusos habían sido los dos en creer que les iban a costear unas horas de descanso nocturno individuales. Una habitación era más barata que dos, y debido al estado de la economía que sustentaba las instituciones públicas del país, ese sibarita lujo simplemente ni se contemplaba.

Se habían pasado la cena hablando animadamente como los dos amigos que siempre fueron, recordando puntos que hallaron de sumo interés durante el transcurso de las charlas vividas, y concordando en otros aspectos en los cuáles no hallaban ningún tipo de valor a los supuestos avances que sus descubridores prodigaban. Aunque desde la accidental confesión de Mu respecto a sus sentimientos, velados en el hermético secretismo de su intimidad durante años, una tíbia tensión se había instalado irremediable entre ellos. Una tensión que desde el mismo instante que nació ambos lucharon para obviar, casi consiguiéndolo la mayoría de las veces, pero ahora, encerrados en una inesperada cercanía que debía mantenerles próximos durante toda la larga noche, la tensión volvió a hacerse palpable.

Duelo Legal III: AcechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora