El timbre volvió a sonar, y Shura se resignó a sucumbir a su llamado, no sin antes acceder a su dormitorio y enfundarse una de sus fieles camisas blancas. El oscuro pantalón de fino corte ya vestía sus piernas desde el momento de salir de la ducha, y abotonándose la camisa a medias espió por la mirilla la intrusa presencia que volvía a presionar el timbre. Saga aguardaba tras la puerta. Y en ese momento Shura aceptó que el gemelo mayor no se iba a ir.
Suspiró sonoramente, se pasó una mano por sus húmedos cabellos con la torpe intención de domarlos mínimamente y abrió la puerta.- Saga...
- Estás vivo, Shura. Comencé a sospechar que la imagen que vi de ti ayer en todas las televisiones era un holograma.- Soltó Saga con sarcasmo a modo de inapropiado saludo.
- ¿Qué quieres? - Shura mantenía una mano sobre el marco de la puerta y la otra sujetando la misma, entreabierta lo justo para poder divisar al fiscal en receso ataviado con una ecléctica deportividad inusual en él.
- ¿Me permites pasar o me seguirás acuchillando con la mirada desde aquí? - Insistió Saga, más molesto por la falta de disposición que le mostraba su amigo que por el motivo real que le había conducido a sus dominios.- Si es que estás solo, claro...- Añadió sopesando la probabilidad de haberle hallado en femenina compañía.
Shura no respondió, pero bajó la mirada y se apartó, dilatando el paso al interior de una morada que Saga conocía a la perfección.
- ¿Por qué has venido, Saga? - Volvió a preguntar el español, terminando de abotonar la camisa, aunque olvidándose de los botones superiores, los cuales aún dejaban apreciar la sensual sombra de oscuro vello que adornaba su pecho.
- ¿Tan raro te parece que me apetezca hablar con un amigo que hace días que me rehuye?
Saga derrochaba una acidez de tono que delataba la contrariedad despertada por el trato que Shura le despachaba últimamente. Tomando las libertades que le ofrecía la confianza asentada entre ambos, el fiscal alcanzó el salón, se desenvolvió el pañuelo que cada día pertenecía menos Shaka y más a su cuello, y se despojó del abrigo, colgándolo en el respaldo de una silla. Shura le siguió a la vez que sus manos iban introduciendo la camisa dentro de los pantalones, adquiriendo al fin un aspecto más o menos arreglado.
- He estado ocupado, ésto es todo.
- En algo que a mí sigue incumbiéndome, aunque todavía esté de baja médica.- Le recordó Saga - Una baja que por si te interesa, y estoy convencido que así es, aún se dilatará bastante.
Saga le observaba fijamente y sin disimulo, y Shura apenas le afrontó la mirada cuando tuvo que formular la pregunta de rigor.- ¿Fuiste a la revisión post-operación?
- Hace un par de días. El corazón está bien, la cicatrización evoluciona correctamente pero aún me confinan a casa durante un largo tiempo, hecho que me aparta de la adrenalina de los tribunales muy a mi pesar, pero que no anula mi capacidad de razonar, muy a tu pesar intuyo.
Shura recibió el derroche de sarcasmo con sobrio estoicismo, necesitando rebajar la tensión que la inesperada presencia de su amigo iba aumentando a momentos.- ¿Te apetece un café?
Saga arrugó el ceño repasando mentalmente la inacabable sarta de prohibiciones que ahora regían su rutina, pero dado que se encontraba bien, que la temporal abstinencia sexual decretada por el cardiólogo ya la había violado un par de veces sin consecuencias negativas, y que ahora Shaka no estaba para arrebatarle el reconfortante sabor de la cafeína, Saga no pudo hacer otra cosa que sonreír y aceptar con gratitud y cierto frenesí.
El asistente se internó en la cocina y Saga no dudó en seguirle, deteniéndose cerca de su área de acción.
- Saga, únicamente estoy trabajando lo mejor que sé.- Se justificó Shura sin mirar a su amigo y superior, mientras el café iba llenando la primera de las dos tacitas.