43. ¿Colaboramos?

19 8 0
                                    


Mismo día, Comisaría de Policía

DeathMask accedió a las instalaciones arrastrando consigo un mal humor más agudo de lo habitual en él. El despacho que le habían asignado en el área administrativa hacía días que no era muy visitado, y esa mañana no iba a conocer una suerte distinta. El inspector había sido citado por quién él consideraba un usurpador de funciones en toda regla, y la idea de tener que trabajar codo con codo con el estirado de Camus no le seducía en absoluto.

Llegar a la zona que durante años había representado ser su zona no le costó tanto como tener que lidiar con la esquelética secretaria que todavía ahora parecía idolatrarle. Al descubrirle frente a ella, los mal maquillados labios estiraron el barato carmesí en una amarillenta sonrisa que a él le cerró la boca del estómago, y le faltó tiempo para salir corriendo como alma que lleva el diablo cuando la rancia mujer le informó que el inspector Camus se hallaba entre los archivos del sótano.

El ambiente de penumbra y claustrofóbico que se respiraba en el área enterrada del edificio le adormiló los sentidos durante los instantes que DM necesitó para acostumbrarse a esa estrechez de espacio. Los estantes repletos de archivos se desfilaban a su alrededor como un enjambre de caminos repletos de crímenes pasados y antiguos, y en seguida supo que Camus debería estar justo al otro lado de ese laberinto con olor a papel viejo, apostado en alguna de las dos mesas dispuestas para facilitar la consulta histórica.

DeathMask no se equivocó. Eligió el pasillo más angosto y corto para acabar desembocando frente a Camus, un vasito de plástico que aún desprendía aroma a café, el único agradable allí, y una mirada sin emoción alguna que rápidamente se centró en su llegada.

- Llega tarde, Inspector Granchio...- Los ojos de Camus seguían escrutándole sin evidenciar confort o desagrado, simplemente percibiéndose indiferentes a la nueva y rejuvenecida compañía que pisaba los sótanos.

- Llego, ¿no? ¿Qué más te da que lo haga tarde? - Respondió DM a modo de personal saludo, evitando tomar asiento para dar a entender de manera muy poco sutil que no tenía ninguna intención de permanecer allí demasiado tiempo.

Camus se incorporó lo suficiente para apoyar toda la columna vertebral contra el respaldo de la incómoda y gastada silla, modificando el ángulo que proyectaba el foco de la luz de mesa para evitar que éste se interpusiera entre la pugna de orgullo y resentimiento que DM parecía dispuesto a presentar.- ¿Por qué no se sienta? Hay muchas cosas que usted y yo deberíamos poner en común...

- ¡Joder, Camus! ¡Deja de ser tan hipócrita! ¡¿Me robas el puesto y encima tienes la desfachatez de tratarme de usted?! ¡Venga ya!

Estaba claro que DeathMask no iba a lucir su mejor humor, pero a Camus poco le importaba. Él no había usurpado el puesto a nadie y no sentía remordimiento alguno hacia una situación que se dio simplemente porqué la dejadez del inspector Granchio se la buscó.

- Está bien...si deseas que nos tratemos de tú, mejor...Siéntate, por favor.- Insistió el francés, mostrando con un calmado gesto de su mano la silla libre frente a él.

DeathMask gruñó, queriendo irse de allí únicamente para ser fiel a un orgullo innecesario, pero activado por la inusual limpieza de espíritu que le embargaba últimamente acabó arrastrando la silla para dejarse caer sobre ella, recostándose contra el respaldo hasta quedar con los muslos abiertos en un ángulo un tanto irrespetuoso, casi tanto como lo fue la intención de sacar uno de sus cigarrillos de tabaco negro y prenderlo allí mismo, pese a la enorme prohibición que colgaba de la puerta de acceso.

- Ni se te ocurra, DM...- Le avisó Camus, sintiéndose incómodo ante todos y cada uno de los desagradables gestos del antiguo inspector.- Estamos en el archivo, rodeado de papeles...no se puede fumar aquí, lo sabes sobradamente.

Duelo Legal III: AcechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora