5. Después de la tormenta

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Ni con la ayuda de Shaka el baúl pudo ser movido más que un par de palmos, y todo ante la cada vez más impaciente y engorrosa inspección de Saga, el cuál se olvidó de su necesario reposo y se rindió a sus ansias de ayudar.

- ¡Quieto! - Exclamaron Kanon y Shaka a la vez, acuchillando la desquiciada voluntad de Saga para unirse a ellos.

- Saga, por favor...vete al salón y déjanos hacer a nosotros...- Rogó Shaka disfrazando su orden de una supuesta calma que no cuajó.

- Shaka a veces tiene razón, - añadió Kanon, consiguiendo que el ceño del rubio forense se frunciera sobre una mirada de desaprobación ante el "a veces" pronunciado por el gemelo menor - así que ya estás desapareciendo...- Saga se apartó un poco, pero no dejó de mirarles evidenciando sus dudas ante la consecución de sacar ese tremendo lastre de ahí.- ¿A qué esperas? ¡Largo de aquí, Saga!

Kanon se olvidó del baúl, y acercándose a Saga le agarró de la manga de la sudadera que vestía y le invitó de malas maneras a irse del trastero. Saga soltó una sarta de quejas imprescindibles para dejar claro quien mandaba en realidad, por mucho que no le dejaran, y cuando apenas tomó asiento en el sofá el interfono de su piso sonó, obligándole a alzarse de nuevo para acudir al llamado.

Mientras, dentro de la pequeña/gran habitación llamada a guardar trastos Shaka había agarrado una sabana vieja y la extendió en el suelo, esperando que su idea ayudara a llevar a cabo el maldito cometido.

- Intentemos alzarlo entre los dos de un extremo y deslicemos ésto por la base...quizás así nos sera más fácil arrastrarlo.

- Joder...¿de verdad es necesario hacer ésto ahora? - Se quejó Kanon, que aun así allí seguía.

- Si quieres que Saga deje de incordiar ya deberías saber mejor que nadie que sí.- Respondió Shaka, agarrando la misma anilla que Kanon también debía afianzar.

- Sí...la verdad es que no sé porqué lo pregunto...

Shaka y Kanon tiraron hacia arriba de la misma anilla, y cuando el baúl se alzó un poco el pie de Shaka arrastró la sábana tendida hacia adentro.- Perfecto...ahora hagamos lo mismo con el otro lado...

Ambos ya sudaban mares cuando la fastidiosa presencia de Saga acudió de nuevo frente a ellos.

- Os traigo refuerzos...a ver si entre tres podéis...- Les informó el fiscal con malicioso sarcasmo, dejando paso a un Rhadamanthys que apenas pudo haberse interesado por su estado de salud, viéndose arrastrado hacia el cuarto sin siquiera ser tanteada su predisposición.

- ¡Rada! ¡Qué bien que estés aquí! - Exclamó Kanon, haciéndole lugar a su lado.- Ven..tú y yo tiremos de la sábana mientras Shaka empuja, ¿vale?

- Vale...¿pero por qué es todo ésto? - Dijo el Wyvern sin saber muy bien por qué estaba obedeciendo sin rechistar.

- Tú calla y tira...¡A la de tres!

Rhadamanthys y Kanon plantaron sus pies al suelo firmemente antes de empezar a tirar de la sábana sobre la cuál habían conseguido posar el baúl al tiempo que Shaka empujaba con todas sus fuerzas desde el otro extremo. Al fin el muerto empezó a moverse, y el Wyvern y Kanon comenzaron a andar de espaldas, chocando con la impaciente y omnipresente figura de Saga alterando los ánimos de los tres súbditos por igual.

Shaka seguía empujando, resbalando de vez en cuando debido a la fuerza que pasaba de sus pies a los brazos completamente extendidos contra semejante armatoste, hallando al fin un ritmo de pasos que colocó de sopetón el baúl en medio del salón, propiciando que Kanon cayera de culo en el mismo centro de la lujosa estancia, que Rhadamanthys topara de espaldas contra una silla que chocó contra la mesa, desplazándola medio palmo y haciendo caer un jarrón hindú que las atentas manos de Saga milagrosamente salvaron, y que el mismo Shaka cayera de rodillas y quedara postrado como si estuviera rezando a un dios ajeno a sus creencias.

Duelo Legal III: AcechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora