Capitulo 18

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En la sala de espera del hospital se encontraban Lulú, Diana y los padres de Gerardo esperando noticias sobre él. En pocos minutos llegaron Esteban y Luz, la menor inmediatamente se acercó con Lulú.

-¿Cómo está mi papito, Lulú?- preguntó Luz hecha un mar de lágrimas.
-Tranquila mi niña- dijo Lulú secando las lágrimas de la joven-. Aún no nos han dicho nada, pero tu papá va a estar bien.

Ambos se abrazaron, pero era un abrazo especial que parecía ser de madre e hija, la familia de la menor las miraban con una sonrisa porque notaron el gran cariño que ambas se tenían.

Los minutos pasaban y aún no había noticias de Gerardo, Luz no se alejaba en ningún momento de Lulú.

-¿Familiares de Gerardo Magallanes?- preguntó el doctor al aparecer.
-Somos nosotros, doctor- dijo el papá de Gerardo-. ¿Cómo está mi hijo?
-El joven se encuentra fuera de peligro, por suerte la bala no llegó a más profundidad y solo tendrá que reposar el brazo por unas semanas. Les recomiendo que tome algunas rutinas de fisioterapia para que el brazo pueda sanar más rápido.

Todos pudieron sentirse tranquilos al saber que Gerardo no había pasado a mayores.

-¿Podemos pasar a verlo?- preguntó Diana.
-Si, pero solo pueden pasar de dos en dos- dijo el doctor.

Los primeros en pasar fueron sus padres. Luz abrazó a Lulú pero ahora sonreía porque su papá estaba bien.

-Mi niña, ¿quieres ir a casa?- preguntó Diana a su sobrina.
-No tía, quiero esperar a ver a mi papá- dijo Luz.

Enseguida pasaron los hermanos de Gerardo y cuando ellos salieron fue el turno de Luz. Ella estaba feliz que le pidió a Lulú que la acompañara.

-Ve Lulú- dijo Diana sonriendo-. A mi hermano le dará gusto verte.

Las dos se dirigieron a la habitación y al entrar encontraron a Gerardo dormido. Lulú le hizo una seña a Luz para que se acercará con su papá y le hablara.

-Señor Gerardo, es hora de su medicamento- dijo Luz cerca del oído de Gerardo y este comenzó a despertar.
-¿Luz? ¿Mi niña?- decía Gerardo con poca debilidad pero sonriendo.
-Si papito, soy yo.
-Hola mi querida niña, que alegría verte y abrazarte.

Era una tierna escena entre padre e hija, la felicidad volvió después de un momento de mucho miedo y Lulú sonreía al verlos darse mucho cariño.

-Que bueno que no te pasó nada grave- decía Luz llorando.
-Estoy bien mi niña, no llores- decía Gerardo sonriendole-. En cuanto me recupere del brazo comenzamos a ensayar para nuestro vals de padre e hija en tu fiesta.

La alegría de ambos era enorme, hasta que Gerardo notó la presencia de Lulú, ella le sonrió. Luz al notar las miradas entre ambos, supuso que sería buena idea dejarlos solos un momento.

-Voy al baño, ahorita regreso- dijo Luz.
-Si mi niña, con cuidado- dijo Gerardo.

Luz salió dejando a Gerardo y Lulú solos, la mujer se acercó para sentarse en un banquito que se encontraba a un lado de la cama.

-¿Cómo te sientes?- preguntó Lulú.
-Un poco adolorido, pero ahora que pude verlas a ti y a mi niña me siento mucho mejor- dijo Gerardo sonriendo.
-Pusiste tu vida en riesgo.
-Lo sé, pero creeme que no me hubiera gustado verte en esta cama y con muchos aparatos conectados. No me hubiera gustado que algo grave te pasara porque además de mi familia y mi hija... Tú también eres importante en mi vida.

Las palabras habían salido desde el fondo de su corazón, Lulú no sabía que decir pero su corazón también quería hablar.

-Tú también eres importante en mi vida- dijo Lulú-. Nunca conocí a alguien que fuera igual de amable y comprensivo como tú, especialmente dispuesto a hacer lo que sea por su familia.

Sus frentes se unieron, cerraron sus ojos disfrutando esa cercanía, sus narices rozaron logrando primero un dulce beso esquimal. Poco a poco sus labios comenzaron a rozar hasta que formaron un beso. Era su primer beso de amor y para ellos era perfecto.

Una estrella de otro cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora