Capitulo 23

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Al día siguiente luego de hacer sus labores la pequeña familia se alistó para ir a la comida con los vecinos.

Ya que estuvieron listos cruzaron a la otra cuadra y tocaron la puerta de los vecinos.

-Hola, bienvenidos- saludó Salvador-. Pasen.
-Hola, que gusto tenerlos aquí- dijo Leonor saliendo de la cocina-. Pasen a la mesa, ya está servida la comida.

Todos pasaron a la mesa y comenzaron a comer. Las platicas no podían faltar, sobretodo ahora que comenzaban a conocer nuevas personas. Leonor estaba sentada muy cerca de Luz haciendo que Gerardo de vez en cuando las mirara.

-¿Y a qué se dedican?- preguntó Salvador.
-Somos estatales- contestó Lulú.
-¿Y es pesado?
-Un poco, aunque si nos exponemos a muchos riesgos- dijo Gerardo-. Hace poco recibí un disparo en el hombro pero no pasó a gravedad.
-Oigan, pues los días que les toque trabajar de noche nosotros podemos cuidar a Lucecita- dijo Leonor.
-Muchas gracias Leonor, pero yo me sé cuidar los días que me quedo sola- dijo Luz-. Pero descuiden, si ocurre alguna emergencia tengan por seguro que recurriré a ustedes.

Leonor sonreía pero en el fondo sentía una tristeza profunda que no quería que los demás descubrieran, aunque para el único que fue extraño ese comentario fue para Gerardo.

Todos terminaron de comer y pasaron a la sala para continuar platicando, las risas no podían faltar. Pero parecía ser que Leonor no quería alejarse de Luz porque se había sentado junto a ella.

-Platicame de ti, Lucecita- dijo Leonor.
-Pues en los pocos días que llevo de conocerte aún no puedo platicarte gran parte de mi vida, pero solo te diré lo principal- dijo Luz-. Ya estoy cursando tercero de secundaria.

Luz le platicaba a Leonor algunas cosas sobre su vida pero la mujer se mostraba demasiado cariñosa con la menor porque la abrazaba mucho, le acariciaba el cabello y eso era extraño para Luz porque eso sucedía cuando Gerardo o Lulú no las miraban.

Todos habían pasado una tarde muy agradable hasta que la pequeña familia decidió regresar a casa.

-Muchas gracias por habernos invitado- agradeció Gerardo.
-Gracias a ustedes por haber venido- dijo Salvador-. Las puertas de esta casa ya están abiertas para ustedes.
-Si gustan pueden venir el día de mañana- dijo Leonor.
-Nos encantaría, pero mañana estaremos muy ocupados- dijo Lulú-. Gerardo y yo estaremos trabajando, y Luz saliendo de clases tiene que ir a los ensayos de sus 15 años.
-¡¿Ya vas a cumplir tus 15 años?!
-Si, en unas semanas más- dijo Luz sonriendo.

Finalmente los tres se despidieron y se fueron a su casa.

Esa noche después de cenar Luz ya se encontraba acostada en su cama, aún no podía conciliar el sueño ya que recordaba la actitud de Leonor hacia ella.

-¿Por qué actuó tan cariñosa conmigo?- se preguntaba y en ese momento abrieron la puerta de su cuarto.
-Mi niña, creí que ya estabas dormida- dijo Gerardo al entrar y sentarse a la orilla de la cama.
-Ya estaba por dormirme, solo que me quedé pensando en algunas cosas.

Luz que ya estaba acostada se levantó para sentarse y abrazar a su papá. Gerardo no se esperaba esa reacción de su hija pero igual la abrazó.

-Nunca quiero que me alejen de ti, papá- dijo Luz casi apunto de llorar.
-Jamás hija, porque yo no lo voy a permitir- dijo Gerardo abrazando a su hija para hacerla sentir protegida.

Leonor aún no podía conciliar el sueño por la enorme angustia que sentía luego de que la pequeña familia se fuera. Comenzó a llorar y al notar eso su esposo se acercó.

-¿Qué ocurre cariño?- preguntó Salvador.
-Creí que este nuevo cambio me ayudaría a olvidar el dolor que sentía- dijo Leonor-. Pero con lo que acabo de descubrir el dolor a mi corazón está volviendo.
-¿Qué descubriste?
-Que Lucecita... Es mi hija.

Una estrella de otro cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora