Pacto de Amor (Usted es la mujer que yo necesito)

Capítulo 3 - La bolsa azul

     

       Poco después, Armando colgó, salió de su oficina sin decirle nada a Betty y fue a la oficina de Mário. Sobre la mesa había una bolsa azul con una etiqueta que decía: Armando Mendoza.

-¡Este Mario! Y si alguien como Sandra entraba aquí, empezaba a sacar todas las tarjetas que había allí, además de chocolates, piruletas y todo tipo de cosas.

- Además de idiota, es un falso romántico. O es un muy buen actor o ha estado perdidamente enamorado allí. Y empezó a leer la carta de instrucciones, riendo nerviosamente. Nada escrito allí tenía sentido. Ciertamente, los besos que Betty le dio hace mucho tiempo no le dieron asco, por lo que, muy sabrosos, eran labios suaves, su boca olía a fruta fresca y a pesar de los hierros, lograron besar profundamente.

-Y hacer el amor ... (suspira) Betty pasa de ser una chica sencilla a una mujer seductora, se entrega totalmente. ¡Contrólate, Mendoza! -miró su sexo -¡Mário no sabe cómo es Betty! ¡Y NUNCA SABRÁS! Por eso habla estas cosas.

En la sala de la Presidencia ...

Unos minutos después de que Armando había ido a la oficina de Mário, llamaron para confirmar un cóctel de lanzamiento de zapatos. Betty respondió desde su oficina:

-Sí ¡Espera un momento, localizaré a don Armando!

Fue a buscar a Armando cuando vio que no estaba en su oficina.

Al pasar por las secretarias:

-¡Oh, Betty! ¡Paseando con el jefe! -Comentó Bertha

-¡No hay chicas! -se rió -Acabamos de ir a un almuerzo de negocios.

-¡En el club! - Sandra admirada

-¡De nuevo! -Vibrou Sofia

-¡Sabes que Mirella no cogió ni un solo paseo con don Armando! - comentó Mariana

-Pero es diferente, Mirella era una simple secretaria, mientras que Betty es su asistente personal.

-¡Dime, Betty! preguntó Bertha

- Más tarde, chicas. ¡Tengo que encontrar a Seu Armando!

-¡Ah! ¡Está en la oficina de mi jefe! - respondió Sandra

-¡Este no cuenta nada!

Betty fue a la oficina de Mario

-¡Disculpe, doctor!

-¡Betty! (sorprendido, mientras leía la carta, con la bolsa de detalles frente a él)

-¡Doctor, el doctor Samuel Rodriguéz quiere confirmar su presencia en el lanzamiento de la nueva colección! -Betty lo vio con la carta en la mano

-Ah sí...

-¿Algún problema, doctor?

-Y-y-y ... ¡No! Betty, ¡imagina! -sonrió, para disimular, dobló la carta, metió en el bolsillo del traje y en posesión del bolso salió del despacho de Mário, rumbo a su despacho.

-¿Que es eso? Preguntó Betty, mirando la bolsa, pensando que era algo para ella.

-Cosas ... es Mário ... se fue para Marcela ... de la boda, eso. - habló sin pensar

-Hola, Samuel, ¿cómo estás? -después de marcar el número

Betty fue a su oficina con gran curiosidad, Armando siempre le mostraba todo y ahora se ponía pálido y raro. Armando, en cambio, luego de colgar, tomó la bolsa y la dejó en el asiento trasero de su auto. Si se sentía culpable por el plan, hacer algo así con Betty, que siempre lo ayudó, no estaba bien, pero cómo terminarlo sin lastimarla ... Ella no podría vivir sin él. Cuando regresó, fue a su oficina.

-¡Betty!

-Ay, Don Armando ...

Intercambiaron miradas

-Sabes ... me dijo que no lo hiciera, pero ... (Se acercó a ella, la abrazó y la besó. No mucho, más cálido y dulce)

"Sé que estuvimos más de acuerdo ..." parpadeó, acariciando su mejilla

Y volvió a su silla presidencial.

Ese beso había sorprendido a Beatriz. Fue solo para saborear esos dulces y picantes labios, Betty recordó la noche que pasaron juntas y sintió un calor invadir su cuerpo, su entrepierna ardiendo de deseo y hasta que su silla estuvo húmeda. Cómo quería abrazarlo, besarlo y entregarse a él allí mismo. Y porque no

-Oh, don Armando ... suspiró sintiendo el deseo invadirla

Luego abrió la puerta de su cueva, lo miró y lo besó, abrazándolo por el cuello. Poniéndose encima de él en la silla presidencial.

-¡Oh, Beatriz, mi picarona! ¿Me quieres aquí, en la oficina?

-¡Ah, don Armando! -Se afloja la corbata.

-Creí haber dicho que no quería hacer nada aquí en la oficina ...

-Sí, pero...

-No necesitas explicaciones. ¡También te quiero!

§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§