Higanbana (2)

252 16 6
                                    

Las nubes en el cielo azúl le parecían de lo más curioso, tenían raras formas que gustaba asociar con animales.

Pocas veces miraba el cielo pero las veces que lo hacía, recordaba lo que sentía al mirar los ojos celestes de la hermosa rubia que tenía por novia.

—¡Siento el retraso! —exclamó la rubia llegando frente a él en la banca del parque.
La observó a detalle antes de responder, no traía su uniforme escolar, tenía puesta una falda negra que combinaba con su camiseta a franjas. Se veía más cautivadora que de costumbre, el negro siempre le daba ese toque de elegancia en su inocente aspecto que lo volvía loco.

—No importa, ¿Lista para ver la película? —preguntó sonriente, especulando la animada respuesta que ella siempre le daba.
Serena por su parte, se debatió un momento para decirle lo que quería. No trataba de verse sospechosa ante él.

¿Qué excusa podría darle para ir al departamento?

—¿Y si mejor vemos algo en tu departamento? Ya sabes, tarde de películas.

—¿Por qué cambiaste de opinión? Tu fuiste la que suplicó ver la película, casi me torturas pasa que consiguiera los boletos.

—Anda, consiente a tu novia en estos días del mes ¿Sí?. —Se acercó a él y se acurrucó en sus brazos, como ciervo herido buscando consuelo.

A Darien le resultaba más fácil entenderla en esa parte debido a la profesión que estudiaba y aún así nunca podría comprender sus acciones del todo.
Sin embargo, calculando sus opciones, lo más inteligente que podía hacer era seguirle la corriente a su novia.

Aceptó y se fueron juntos a pie al departamento donde él vivía.

Notaba a Serena ida, más distraída de lo normal; sabía que tenía que ver con el ataque del sábado pero no quiso indagar demasiado, a la rubia no le gustaba hablar sobre ese tema del pasado y él lo respetaba.
Pero verla así de triste, le partía el corazón en trocitos, quería consolarla y pensó que llevarla a ver la película que ella tanto deseaba, la haría feliz por un momento; fue muy extraño que ella misma cancelara y pidiera estar en la tranquilidad de su apartamento.

—¿Y qué quieres ver princesa? —preguntó una vez que los dos entrarán en la comodidad del departamento.
Serena se estaba quitando los zapatos mientras él colgaba su saco en el perchero de la entrada.

—No lo sé, déjame ver y en tanto tu preparas esas palomitas con caramelo que te quedan deliciosas —musitó con dulzura mirando directo a sus ojos.

"Justo quiere las palomitas que tardan demasiado, si no la conociera diría que me quiere lejos un rato"

Rió bajito por las tonterías que pasaban por su cabeza, ¿Serena queriendo alejarlo a propósito? El mundo se acabaría si eso pasara.

—Caramelo será entonces, no tardo. —Caminó hacía la cocina, en busca de las dichosas palomitas.

El dulce aroma del caramelo formándose en la sartén le hacían valer la pena la espera por su aparición.
Vacío las palomitas en la mezcla dulce y comenzó a incorporar todo.

Por su lado, Serena no estaba eligiendo una película en la televisión, sus pies la llevaron justo al lado de la mesita dónde Darien tenía la cajita con las cuatro gemas de los generales; podía sentir su presencia provenir de la caja.

Se quedó inmóvil unos momentos, aún indecisa de sus próximas acciones. No, no, debía hacerlo por él, por su seguridad aún si eso significaba causarle un gran dolor.
Tomó la caja y la puso en su bolso, sobre la mesita puso otra caja con cuatro piedras de fantasía por dentro. Sería un distractor temporal hasta que ella quedará fuera del rango de sospecha.

Darién & SerenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora