Espejo

547 27 3
                                    


La tranquilidad que daba la ausencia de los enemigos era tan amena que incluso las Sailors se cuestionaban la idea de dejar sus plumas de transformación en sus casas. Todas cursaban su segundo año de preparatoria y lo mejor era que compartían la misma clase, bueno a excepción de Rei que por cuestiones de que su colegio tenía todos los grados no cambiaba de escuela.

Darién, por su parte, no estaba del todo tranquilo. Las pesadillas que tenía por las noches no lo dejaban descansar. Su cansancio lo pagaban sus amigos y novia con el malhumor que parecía convertirse en parte de él.

Serena estaba peor que su novio, ella no tenía pesadillas, ella tenía visiones estando despierta. Siempre era lo mismo: Una silueta en un espejo, una mujer de largo cabello para ser específicos. No necesitaba más para saber de quién se trataba, la verdadera pregunta es, ¿Por qué ahora? Sailor Moon ya la había vencido, la había sellado con un hechizo del que nadie conocía su contraparte. No tenía motivos para tener esas visiones.
Pero si algo le había enseñado su amiga sacerdotisa era no menospreciar las visiones que le eran otorgadas.
Teniendo eso en cuenta estaba decidida a hacer una visita al templo Hikawa después de su cita con Darién. La cuál había conseguido después de haber usado sus ojos de cachorro con el pelinegro. Algo simple pero infalible con él.

Caminaba apresurada pues ya iba un par (veinte) de minutos retrasada. Se había tardado en vestirse, en su defensa: el verde primavera y el verde manzana son completamente diferentes e igual de hermosos.

-¡Darién! Disculpa la tardanza es que yo . . .- se calló cuando notó que Darién parecía estar perdido en otra galaxia y se había olvidado de llevar su cuerpo consigo. Movió una de sus delicadas manos frente a su rostro esperando que él reaccionará, sin embargo, no sucedió nada. Algo molesta, sacó una bolsita de papel que llevaba en su cartera (no pregunten), la lleno de aire con su boca y tapó el punto de fuga con una mano mientras que la otra la encarreraba para darle un golpe a la bolsa.

¡PUM!

- ¡AHHHHH! ¡Serena! ¡¿Estas loca?! -
Darién llevaba una de sus manos a su pecho tratando de apaciguar su ritmo cardíaco que se había elevado a los cielos por el gran susto que la rubia le había sacado.

- Te lo ganaste, parecía que hablaba con una pared - Ella cruzó los brazos molesta por la actitud de su novio pero los bajó al poco tiempo pues era imposible enojarse con él.
Giraba para verle la cara y decirle que disfrutarán de su cita pero al voltear se encontró con Darién sosteniendo un hermoso globo redondo color plata, le recordaba a la Luna llena.

-¿Me disculpas? -
Ella sonrió en grande como respuesta, nada podría salir mal.
.
.
.
















Corría por las calles, con la preocupación latente en cada célula de su cuerpo. Iba directo a casa de Rei, después de lo sucedido en el parque no quería seguir perdiendo tiempo. Aún recordaba la angustia con la que Darién la miraba. ¿Qué habrá visto?

Llegó fatigada después de subir las escaleras del templo, como las odiaba pero eso ahora no importaba demasiado.

-¡Rei! ¡¿Dónde estás?! -
Grito cuándo no encontró con su mirada a su querida amiga.

-Jovencita, Buenas tardes, ¿Puedo ayudarla? - Llegaba el abuelo de la azabache, había escuchado los gritos desde su sala y quiso salir a investigar.

- Ehh, si si , busco a Rei ¿Se encuentra aquí? -

- Me temo que ella salió, si es urgente puede esperarla. No debe tardar -

-Gracias -

El anciano asintió, no hacía falta que la invitará a pasar. Esa chica junto a las otras cuatro eran amigas de su nieta por lo tanto las trataba con gran cariño a todas. Eso implicaba que podían entrar sin invitación.

Darién & SerenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora