ἀγάπη

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Agápē

Venus

—Venus, esto no puede seguir sucediendo. ¿Entiendes la gravedad del asunto? —pregunta la reina Serenity apoyando ambas manos sobre la mesa de reuniones.

—Sí, su alteza, lo entiendo —respondo con neutralidad, no pretendo dejar ver mis verdaderos intereses a los ojos incomprensivos de la reina.
Se ha enterado de las visitas de la princesa a la Tierra y está paranoica en que su hija pueda conocer a algún humano y relacionarse con él.

—Bien, desde ahora quiero que seas una sombra para Serenity -ordena para luego mirarme con esos ojos grises fríos y calculadores —, y si se da el caso resuélvelo sin testigos.

Sus instrucciones me causan un escalofrío de temor, se como son sus soluciones, las he hecho cientos de veces pero con intrusos hostiles; no contra humanos curiosos.
Salgo de la habitación con las manos temblorosas y sintiendo un enorme hueco en mi estómago. ¿Qué es esto?
¿Acaso es, lo que llama Kunzite, culpa?

Me encontré con Mercury en el jardín del palacio, buscaba a la princesa para sus lecciones. Le va a causar un colapso un día de estos a nuestra querida princesa. Iba a buscarla yo misma y así aprovechar el viaje para una reunión pero Mercury se me adelantó en eso.

Ahora debo ir a la Tierra pero necesito que alguien me cubra si la reina Serenity pregunta por mi ausencia. ¿Artemis? No, ese gato flojo de seguro está "vigilando" que los soldados entrenen, bah, solo va porque le dan golosinas y le tienen un área de descanso especial.

¿Luna? Ugh, mala idea.
Luna es la mano derecha de la reina, es sus ojos y oídos con nosotros los sirvientes. Todo lo que hacemos Luna corre a contárselo.

—¡Venus! Que gusto verte —me saluda Jupiter con su clásica sonrisa amable.
Trae entre sus manos los pulcros patines rosáceos que le pertenecen, y también, es mi salida.

—Jupiter, necesito pedirte un favor.

★★★

Recorro aquel conocido sendero para mí, manteniendo la guardia en alerta máxima. En este momento, puedo distinguir cualquier presencia a noventa metros de rango y la de él ya está esperando por mí.

Mi corazón late desbocado ante la emoción que me genera verlo de nuevo, recibir esa preciosa sonrisa y descansar en la calidez de sus brazos, no, no, no, ¡No!
Concéntrate Venus, esto es una urgencia.

—Tardaste en llegar, dime, ¿Tuviste problemas? —musita aún dándome la espalda, observando tranquilo el cielo turquesa que envuelve a la Tierra.
Que envidia, si tan solo yo pudiera tener esa paz.

—A decir verdad, la última reunión con la Reina me ha dejado preocupada —confieso acercándome a él, poniéndome a su lado y en lugar de admirar el cielo, admirarlo a él.

—¿Preocupada? ¿En qué sentido?

—La reina ha ordenado romper cualquier lazo que una a la princesa con el planeta y sus habitantes.

—¿Entonces ellos ...?

—Sí —contesto a su pregunta sin terminar, Kunzite de inmediato entiende mis preocupaciones y en vez de mostrarse igual o peor de abatido que yo, me regala esa sonrisa que derrite mi alma en un suspiro.

Sus manos tocan mi rostro, despertando cientos de sensaciones en mi cuerpo que solo su tacto puede provocar; cierro los ojos queriendo sentir con mayor profundidad su caricia.

—Todo estará bien, cariño —me consuela, y yo le creo.
Sin embargo, hay algo dentro de mi ser que me advierte algo aun sin saber que significa.
Atrapada entre sus brazos no deseo seguir pensando en otra cosa que no sea la paz que todo él me transmite. Con cuidado retiro uno de mis guantes y llevo mi mano desnuda hacia su melena plateada.
¿Por qué la tendrá tan larga? Nunca me ha contado eso, ¿Será un código de guardianes? No lo creo, Jadeite rompe el patrón de cabello largo.
Su cabello es tan suave que aparte de generarme admiración, me produce envidia; los humanos al parecer tienen productos para cuidar el cabello según me ha contado Serenity, quizás Kunzite use uno de esos productos.

Darién & SerenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora