Sálvame

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Las hojas caían de los árboles con delicadeza, podría no ser su estación favorita del año pero como amaba la tonalidad naranja rojizo que adquirían los árboles, mejor dicho sus hojas.
Regresaba de la "pequeña" reunión en el templo debido a que era cumpleaños de Ami, entre Rei y ella se esforzaron mucho en organizar todo.

Estaba tan ensimismada pensando y admirando su alrededor que no se dió cuenta que el último autobús partía ya de la parada.
–¡Rayos!– masculló enojada cuando miró su reloj y se dió cuenta de lo tarde que era, ningún autobús pasaba y eso la ponía ansiosa pues la luna comenzaba a iluminar la ciudad. Podría ser una guerrera pero eso no la exime de tener miedo a las calles solitarias y oscuras.
Caminó hacia la cabina telefónica que estaba en la esquina. Introdujo sus últimas monedas y marcó un número que sabía a la perfección, su ansiedad crecía con cada tono de espera.
– Hola, habla Darién; en este momento no puedo atenderte, por favor deja tu mensaje y con gusto devolveré tu llamada –
Mentiría si dijera que no le preocupaba que su novio no le contestará.
– Darién, si escuchas esto, por favor ¿Podrías venir por mí? El autobús no llega y ya es tarde – el sonido de unos pasos parar justo en la puerta de la cabina la erizo por completo – Pero qué demonios – olvidó que el mensaje estaba siendo grabada. ¿Quién la culparía? Un auto negro frenaba "casualmente" en la esquina donde estaba ella.
Todo parecía ir en cámara lenta, le puerta fue abierta con rudeza por un hombre robusto. Quiso transformarse pero desistió de esa idea tenía todas las de perder además que sentía una extraña energía cerca de ella.
–¡Alejate! ¡Llamaré a la policía!–
Tal vez eso lo asustaría, o tal vez se equivocó. Ese hombre río lentamente para sacar un pañuelo de su chaqueta.
– No sentirás nada bonita –
Su voz era un sonido gutural del mismo infierno, el miedo se apoderó de cada célula de su cuerpo. El hombre avanzó un poco más dejando que la luz de la luna la dejó  saber el rostro de su agresor.
Definitivamente eso no era un humano... Era una aberración.
–¡Auxilio! ¡Mhm! ¡Mbm! – Esa cosa demoníaca le puso el pañuelo en la nariz. Lo último que vio fue el piso de aquella cabina.

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Tenía bastantes cosas que hacer ese día y por lo mismo no pudo asistir a la fiesta de cumpleaños de Ami. Apenas salió de la universidad tomando camino hacia su casa deseando darse un buen baño y dormir en la comodidad de su cama.

Dejó las llaves en el mueble de la entrada, su saco lo aventó en el sillón de la sala y fue directo al baño. Al salir con una toalla envolviendolo escuchó el teléfono avisándole de una llamada.
Decidió mejor ir a cambiarse, no era fan de andar en su casa sin nada de ropa, si la llamada era importante volverían a insistir o dejarían algún mensaje.
Ya vestido se fue a la sala con una pequeña toalla alrrededor de su cuello evitando que su cabello mojara su espalda.
Revisó la contestadora y pulso el botón para escuchar el mensaje que habían dejado.
– Darién, si escuchas esto por favor ¿Podrías venir por mí? El autobús no llega y ya es tarde ...– sonrió al escuchar a su querida rubia, posiblemente el último autobús la había dejado por andar de despistada – Pero qué demonios – su sonrisa se desvaneció al oír eso, su novia no era de decir injurias a menos de encontrarse en situaciones difíciles. –¡Alejate! ¡Llamaré a la policía! – Ahora si que estaba preocupado, algo no estaba bien – ¡Auxilio! ¡Mhm! ¡Mbm! – sus gritos bajaron de intensidad hasta dejar de escucharlos, pensaba que todo había acabado hasta que – El jefe lleva esperando mucho por ti bonita –
No escucho el pitido de la contestadora indicando el fin del mensaje, su mente entro en un pequeño colapso por el miedo que recorrió su cuerpo.
Después de unos momentos así, despertó de su trance salió del departamento al puro estilo de Tuxedo Mask en dirección al templo; tal vez las chicas sabían algo.

En el camino, no dejaba de culparse por lo que estaba pasando "si hubiera contestado el maldito teléfono" pensó, se le oprimía el pecho el imaginar a Serena a merced de unos desgraciados.
Llegó al templo, y las vió riendo, felices, ajenas a la situación de la ojiazul.
–Chicas algo ha pasado –
Tiempo, era lo que faltaba y era ese mismo el que ni podía darse el lujo de perder con largas premisas, fue directo y sin tacto – Han secuestrado a Serena –

Darién & SerenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora