Higanbana (3)

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Una semana y dos días después.

Darien hacía su rutina diaria del día, se aseaba, se vestía, preparaba un rápido desayuno de tostadas y café negro, y le enviaba un mensaje a-
No, terminaba su desayuno y se iba directamente a trabajar en el hospital, eso tenía que hacer.

Pero el vacío en su corazón seguía presente no importa cuántas veces intentará ignorarlo, seguía recordándole la dolorosa traición de la persona en la que confiaba a ojos cerrados y de las que jacataban ser sus amigas; de las últimas no podía culparlas demasiado, tenía la certeza de que si tuvieran que elegir siempre la elegirían a ella, no importa cuántas vidas dañe a su paso.

Estaba por salir de su apartamento cuando un estruendo detuvo su paso, había escuchado su librero caerse.
Cauteloso y en silencio regresó a su sala donde ocurrió el desastre.

Se sorprendió cuando notó que no era un hostil, era Luna que estaba sobre la estantería tirada.

—¿Luna?, ¿Qué haces aquí? —preguntó bajando la guardia por completo.

—¡Darien, tienes que venir conmigo!

—¿Qué?, ¿Por qué?

—¡Es Serena! ¡Ella fue a luchar sola contra Beryl! —explicó aún alterada por lo acontecido. Esperó la respuesta del ojiazul pero nunca llegó, en cambio solo agachó la mirada y se dió media vuelta.

—¿Y qué quieres que haga? Ella se lo buscó solita —refutó sin dar espacio a alguna palabra de la gata y se encaminó de nuevo a la puerta.

—¡Si no vas, la van a matar!

[...]

Serena no pudo dormir toda la noche, ni la noche anterior a esa o la anterior a esa, se mantenía pensativa, a la espera del futuro.

Su mamá había intentado sacarla de la habitación toda la semana pero se mantuvo alejada cuando le comentó que su estado tenía que ver con ser sailor moon, no había pasado mucho para que Ikuko entendiera por completo esa vida.

—¿Serena?, ¿Estás bien? —musitó Luna subiendo sus patitas al regazo de su ama. La rubia acarició su pelaje con cariño, Luna la dejaba hacerlo, sabía que hacía eso cuando se encontraba indecisa o angustiada.

—Beryl ya no molestará, ¿Por qué no debería estarlo? —Miró por su ventana, la noche se estaba despidiendo, dando paso a unos tímidos rayos de sol.

No pasó mucho tiempo para sentir esa energía de nuevo. Era energía maligna.

—¿Sentiste eso? —preguntó la gata, inquieta de la presencia que sus sentidos habían detectado.

—No es tan tonta como creía, ya se dió cuenta —susurró para sí misma, estaba segura que aquella poderosa presencia era de la reina Beryl.

—Hay que avisar a las chicas.

—¡No!, Te lo prohíbo, es una orden directa —dijo imponiente ante la felina que la veía, no con miedo, si no con preocupación.

Salió por la ventana de su balcón y transformandose en Eternal Sailor Moon fue en busca de Beryl antes que causara verdaderos problemas.

La encontró, en los límites del Oeste de Tokio; de lejos se le notaba que irradiaba ira por cada poro de su pálida piel. Sostenía con furia la caja que ella le había dado días atrás, Serena lo supo en ese instante, Beryl había descubierto la tetra.

—¡Tú, maldita princesa mimada!, ¡Me engañaste!, ¡Pagarás por ello! —exclamó furibunda lanzando a sus pies aquella caja con las "gemas" adentro.

Darién & SerenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora