φιλια

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Philia
(Mercury y Zoisite)


—¿Has visto a la princesa? —
Preguntaba la guerrera de mercurio a su compañera. Llevaba buscando bastante tiempo y no tenía ninguna señal de su princesa.

—No Mercury, acabo de salir de una junta con la reina ¿Por qué?

—¿Cómo que por qué? Venus, la princesa debió tomar sus lecciones de literatura hace una hora —
Refutó algo molesta por la sospecha que invadió su mente en ese momento. Había una casi nula posibilidad de que haya ocurrido pero con la princesa Serenity nada es seguro.

—Creo tener una idea de dónde se metió.

—Iré por ella, pero debes tener en cuenta que no todo es estudiar; le vamos a causar un colapso un día de estos —expresó preocupada por las tutorías excesivas que comenzaba a tener Serenity.

—Lo sé –repuso con rapidez antes de que dijese más —Iré yo en esta ocasión.

—¿Estás segura? No creo que la Tierra sea tu tipo de planeta.

—Estaré bien, así aprovecho su flora para la clase de botánica—expuso con una gran sonrisa por el mejor plan que se le había ocurrido, dejando sorprendida a su  líder.

—No tienes remedio– murmuró negando con la cabeza mientras la veía alejarse con velocidad hacia el área de las naves.

Mercury pilotaba la nave que le fue asignada cuando se convirtió en la custodia oficial de la princesa por parte de la reina. Adoraba pilotar su nave pero la sensación nunca le ganaría a lo que sentía cada vez que leía un libro de la biblioteca real.

El viaje en el carruaje real tardaría unas seis horas terrestres al menos en llegar al planeta azul, pero en su preciosa Ary (como solía llamarla) el viaje tardaba únicamente media hora terrestre. Gracias al cristal de plata, había desarrollado una fuente de energía para abastecer el reino y mejorar toda la tecnología con la que se contaba.

—Zahra-Hy ha llegado con éxito a su destino —la voz mecanizado de la computadora se dejó escuchar, sacándola de sus pensamientos.

Bajó con cuidado por la rampa que se había desplegado de parte lateral de la nave. Trajo con ella su laptop y sus gafas de lectura espacial, así sería más fácil encontrar a la escurridiza princesa.
Según sus coordenadas de aterrizaje había descendido en la parte norte del Bosque Plateado a quinientos metros del arroyo Erebo.

Sabiendo lo mucho que la princesa gustaba de las flores, seguro había ido cerca del arroyo. Ahí la humedad del suelo era perfecta para que se desarrollarán varias flores del agrado y atención de Serenity.
Se encaminó mientras intentaba localizar la energía mágica que emanaba la princesa con sus gafas pero aún no tenía nada. Seguro era porque el rango aún era pequeño, necesitaba arreglar eso.
Siguió caminando sin darse cuenta que se alejaba de su nave cada vez más, para cuando levantó los ojos solo montones de árboles le rodeaban.

—Creo que vine de acá –murmuró señalando un grupo de árboles a su espalda –Así que tengo que ir hacia allá.
Siguió caminando derecho y dejando una marca de hielo en cada árbol que pasaba.
Terminó sin querer frente a un arroyo amenazando con secarse, ese hecho le causó cierta molestia con los humanos. Se supone que eran temporadas de lluvia y no tiene por qué pasar eso.
"Tontos humanos" pensó mientras se acercaba al arroyo.

Se agachó lo suficiente para quedar cerca de la corriente, se quitó uno de sus guantes y metió la mano dentro del arroyo para sentir el agua pasar entre sus dedos. Como adoraba el agua. Sacó su mano y frotó su cuello para refrescarse, aunque en realidad solo necesitaba pasar sus fríos dedos, el sentir el agua era un placer adicional que se daba de vez en cuando.

Darién & SerenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora