Darién & Serena

Extra I (Higanbana)

"Voleybol"

La fría sensación, provocada por el tacto con la cosa dulce y hecha bolita, le daba cosquillas en los dedos parecidas a las que tenía cuando Zoisite usaba su poder.

Sailor Moon le había recomendado cientos de veces probar ese postre después de presenciar como el príncipe les obligaba a los cuatro a disfrutar un poco de la ciudad en lugar de quedarse a su lado todo el tiempo. Él por su parte seguía sin entender muy bien la situación, se supone que el único motivo para su regreso (está vez puro y correcto) era velar por la seguridad del príncipe Endymion no estar dando vueltas por las calles como paloma ciega.
Lo único bueno era que esa cosa "helado" sabía bien, mas de lo que era capaz de aceptar, tal vez iría por otro helado de grosella después.

-¡A un lado! - Fue todo lo que escucho antes de que la frialdad del postre pasará de sus manos a su pecho manchando la camisa azul que el príncipe le había regalado con tal de que saliera a la ciudad.

Miró al victimario de la prenda de vestir que siguió su camino corriendo hasta detenerse pocos metros después, fue agradable la sorpresa de ver aquel moño rojo resaltando el dorado cabello en el que estaba finamente colocado; fue inconfundible a sus ojos, era ella, Venus.

Se dió la vuelta para admirar mejor a la rubia que miraba ansiosa en su dirección, la emoción lo invadió de inmediato, ¿Lo miraba a él?, ¿Quería que fuera con ella? La mala suerte que sentía por el helado de grosella quedó atrás al mirar sus brillantes zafiros enchinarse por la enorme sonrisa estampada en su rostro.

-¡Tsutomu apúrate! -exclamó tan enérgica como era ella siempre pero Kunzite perdió todas las ganas de sonreír hasta quedar en una mueca confusa. Hasta donde él sabía, su nombre no era ni remotamente cercano a "Tsutomu", aunque estamos hablando de la líder de las sailor guardianas, la chica más inteligente que conocía; posiblemente lo llamaba por otro nombre para despistar a las personas que quizás recordarán a su versión malvada del pasado, sí debía ser eso.

-¡Ya voy, ya voy! ¡Mina eres una tramposa! -gritó una voz a sus espaldas, lo vió pasar a su lado, un muchacho unos centímetros más bajo que él, de piel morena y cabello oscuro, escuálido a comparación de él, ¿Por qué le estaba hablando a la ojiazul?

-¡Y tú muy lento Tsutomu!

Se sintió fastidiado de repente por el volumen de la conversación que estaban manejando ambos, eran demasiado escandalosos, por supuesto era eso y no la creciente molestia de ver la cercanía que mantenían esos dos.

Se acercó lento y apacible pasando a un lado de los dos, escuchando inevitablemente un pedazo de la conversación.

-No es mi culpa, un tonto tiró un helado a la mitad de la calle y tú corriste más rápido en lugar de ayudarme a levantar-recapituló los hechos con un toque de reclamo bien marcado en su voz. Instantes después ambos chicos rieron cómplices por lo ocurrido.

-Deja de quejarte, sé un buen perdedor e invita el almuerzo

-Debí imaginar que no perdiste condición después de Londres.

-Debiste hacerlo -replicó ella con una juguetona sonrisa gatuna poniendo sus manos en su cintura.

-Anotaré eso para el enfrentamiento de mañana -respondió resignado y ambos entraron al local sin detener su plática. Kunzite quedó hecho un lío de sentimientos por lo que acababa de escuchar.
Por una parte estaba la espina desagradable que lo hacía incomodarse ante la cercana interacción que ella tenía con el muchacho.
Y por la otra, la cuál sobrepasaba la primera, se preguntaba seriamente si tendría que intervenir en el enfrentamiento que el moreno había mencionado, ¿Será común en los humanos ese tipo de peleas ahora?
Descartó esa idea, no recordaba algo parecido cuando tenía la encomienda de recolectar energía humana para el negaverso.
Quizás ese mocoso era más de lo que aparentaba y podía darle una pelea decente a la guerrera del amor. También estaba la posibilidad de que fuera un enemigo encubierto que la estaba guiando a una peligrosa trampa para hacerle daño.