Extra 3

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Extra 3: Madre

Como Shinki y Aika cumplían años con sólo tres días de diferencia, habían acordado que los celebrarían juntos, así se sentían casi como si fueran mellizos, eso era lo que siempre decían. Tras su décimo cumpleaños, ambos fueron muy felicitados por todo el resto de la aldea, incluso recibieron regalos de parte de otras naciones ninja, como una cortesía hacia su padre, el Kazekage.

Esa noche, luego de celebrar, estaban exhaustos, su hermanito ya se había quedado dormido, Haruki tenía cuatro años, pero parecía mayor, pues era muy inteligente y su control de la arena era excepcional, había dejado anonadados a sus padres cuando lo descubrieron.

Shinki ya se estaba dirigiendo a su cuarto, luego de que terminara el programa que siempre veía en la televisión, pero pasando por fuera de la habitación de Aika, algo llamó su atención.

—Muy bien, ya estás arropada y calientita —dijo Matsuri, que estaba sentada sobre la cama de su hermana, acariciando la mejilla de la misma.

—Mami, estoy muy cansada, ¿me das un beso de buenas noches?

Matsuri sonrió ante el pedido, asintiendo con la cabeza.

—Por supuesto que sí —respondió, acercándose a su hija para depositar un suave beso sobre su frente—. Buenas noches, princesa mía.

Su hija cerró sus ojitos lentamente, quedándose dormida en poco rato, así que Matsuri se levantó y salió de la habitación. Shinki se había ido corriendo apenas la vio caminar hacia la puerta, tenía una extraña sensación en su pecho, ¿quizá era envidia? No lo sabía, pero era muy molesto. Ahora mismo estaba en su cuarto, se quitó su ropa y se puso la pijama, subiendo a su cama para dormir.

—No es justo... —murmuró, echándose sobre el colchón y cerrando los ojos.

Sabía que no era culpa de Aika ni de Haruki el que él no tuviera a su madre, que una enfermedad se la había llevado, pero no podía evitar sentir que era injusto que él no tuviera ese tipo de relación que compartían sus hermanos con Matsuri.

—¿Shinki-kun? —escuchó un leve golpecito en su puerta, acompañado de la voz de Matsuri.

Se sentó rápidamente en la cama y se secó las lágrimas que ni cuenta se había dado que derramó.

—Adelante —dijo en voz baja.

Matsuri abrió la puerta, ella nuevamente se había cortado el cabello, se veía muy joven para su edad, cualquiera diría que era menor, aunque ya estaba en los treinta. Ella sonrió al verlo, caminando lentamente hasta su cama, para sentarse a un lado de él.

—¿Pasa algo? —preguntó el niño, confundido. Con los años, su trato hacia Matsuri había cambiado, ya no era frío y distante con ella, realmente la quería mucho, Matsuri había sabido ganarse su cariño y aprecio y, a veces, Shinki deseaba poder retribuirle todo lo que ella hacía por él, pero no sabía cómo.

—Solamente vine a ver si estabas bien —dijo la castaña, tomando delicadamente una de las manos del niño—. Sé que estabas viendo cuando estaba con Aika, dime, ¿está todo en orden?

A Shinki no le sorprendió que ella se hubiera dado cuenta, después de todo, la esposa de su padre era una ninja de elite, él todavía estaba aprendiendo y no manejaba bien su sigilo.

—Sí, todo está en orden... —contestó, bajando la mirada.

Matsuri lo observó con cierta desconfianza, estaba bastante segura de que algo le estaba molestando.

—¿Entonces por qué te ves triste? —insistió, tomando al pequeño del mentón, para hacer que la mirara—. Mi niño, si algo te molesta puedes confiar en mí, tú lo sabes, ¿no es así? —dijo sonriéndole, a lo que él simplemente asintió.

Nunca Hubo AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora