Después de una larga siesta, que había parecido una eternidad para ella, la chica abrió sus ojos muy lentamente. Todavía aturdida por la luz del sol que se colaba por su ventana, apenas y lograba ver algo, pues su vista seguía borrosa.
—Ya es de día... —murmuró, sentándose con cuidado en la cama, para luego estirar sus brazos un poco, de ese modo, su cuerpo también comenzaría a desperezarse.
—Al fin despiertas, dormilona —la voz masculina llamó su atención, haciendo que Matsuri volteara como un rayo hacia la puerta de la habitación, en donde Gaara estaba de pie, sosteniendo una bandeja repleta de cosas deliciosas. Ella abrió sus ojos como platos al verlo vistiendo solamente un pantalón de tela y trayendo el torso desnudo, parecía que acababa de salir de la ducha, puesto que llevaba el cabello húmedo.
Sólo en ese momento, la castaña se percató de que esa no era su habitación.
—Gaara-sensei, ¿qué...? —preguntó confundida, mientras él se le acercaba, sentándose a su lado y acomodando el desayuno sobre sus piernas.
El pelirrojo le dio un rápido beso en los labios y luego la miró con el ceño fruncido.
—¿Por qué razón llamarías de ese modo a tu esposo? ¿Estás bien, amor?
—¿A-amor? —repitió asombrada, ¿qué estaba sucediendo? ¿Cómo que Gaara era su esposo? ¿Que no se había casado con Aoi tan sólo el día anterior?
Matsuri no entendía nada, no comprendía lo que estaba sucediendo, ¿acaso había imaginado las últimas semanas de sufrimiento que había vivido?
—Matsuri... —Gaara le puso una mano sobre la frente, viéndola con preocupación—. ¿Qué sucede? No pareces estar enferma, así que dime.
—¿Qué día es hoy? —le preguntó la chica, todavía desconcertada por todo lo que estaba pasando, no podía creer que ella era la esposa de Gaara.
—Tontita —el pelirrojo sonrió de modo un tanto perverso, aunque sus ojos no dejaban de mostrar ternura y amor cuando la veían—. Ayer fue nuestra boda, ¿acaso ya perdiste la noción del tiempo después de que hiciéramos el amor toda la noche? –cuestionó, acariciándole la mejilla a su incrédula esposa, la cual se sonrojó después de escucharlo—. ¿O es que mi amada mujer se está haciendo la tonta a propósito porque quiere más...? —añadió, acercándose a ella de manera peligrosa.
—N-no, y-yo... —ella apoyó las dos manos sobre el pecho desnudo del Kazekage, quién sólo se alejó, pero sin dejar de verla—. Espere un segundo... Gaara-sen... Gaara... —ella rápidamente se corrigió—. Si yo soy su esposa entonces, ¿en dónde está Aoi-san?
El pelirrojo le miró confundido.
—¿Aoi? ¿Quién es Aoi? —preguntó, como si esta fuera la primera vez que oía hablar de ella, así que no le tomó importancia siquiera al asunto, buscando el vientre de Matsuri, para apoyar una mano suavemente sobre el mismo—. Por cierto, no he saludado a mi pequeño esta mañana, ¿cómo está el bebé más hermoso?
—¿Qué? ¿P-pero cómo lo sabe? —la castaña no hacía más que parpadear una y otra vez, sin que su sonrojo bajara, ni tampoco su asombro.
—Pero si tú me lo dijiste el día que te enteraste, ¿no te acuerdas? —le respondió Gaara, volviendo a acomodar con cuidado la bandeja del desayuno sobre las piernas de la menor—. Mi amor, desayuna, yo debo arreglar unos detalles para irnos a nuestra luna de miel —caminó hacia la puerta de la habitación, deteniéndose justo bajo el marco, pues estaba abierto—. No olvides que te amo —avisó antes de salir.
Matsuri, sin entender nada, tan sólo se abrazó a sí misma y cerró sus ojos. Cuando los volvió a abrir, se dio cuenta de que se encontraba de vuelta en su lúgubre cuarto, sola, completamente sola. Todo aquello que acababa de vivir, no era más que un tonto sueño, una broma que le había jugado su sub consiente, haciéndole creer que ellos podían ser felices, que él la amaba.

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Nunca Hubo Amor
RomanceGaara se ha enamorado de una kunoichi de otra aldea, pero las cosas no resultan como él quería y acaba sufriendo por el desamor. Matsuri, quién siempre lo ha amado, hará todo lo posible por curar su dolor, sin importarle salir lastimada en el proces...