¿Me creerían si les digo que se me había olvidado subir el último extra? Jajaja, ay, lo siento, con tantas cosas en la cabeza, literal la traigo en cualquier parte.
Antes de dejarles leer, quiero dar las gracias por todos los comentarios, votos y lecturas que le han dedicado a esta historia, realmente disfruté escribirla y compartir con ustedes mientras sufrían todo el drama que hubo aquí, jajaja, pero saben que me gustan los finales felices, aunque no descarto que algún día pueda hacer uno diferente, jeje.
En fin, recuerden que pueden leer mis otras historias si quieren más de esta parejita.
PD: Este extra se ubica en la noche de bodas, así que básicamente retrocedimos en el tiempo.
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Extra 4: Esposos
La luz intensa de la luna llena se colaba por la ventana de la habitación, mientras ambos amantes, ajenos a ella, se regalaban fogosos besos y suaves caricias, entregándose a la pasión que los consumía por dentro, como una llamarada inagotable.
Gaara se separó sólo un poco de Matsuri, en el momento en que sintió que tocaba el cielo con los dedos, se permitió recuperar un poco el aliento, que había perdido tras hacer el amor intensamente con quien –desde esa misma tarde– era por fin su esposa.
—Te amo... —murmuró, manteniendo su cuerpo sobre el de ella, pero procurando no aplastarla.
Los dos estaban bajo las sábanas, aunque éstas no los cubrían del todo, pues sus piernas se enredaban entre la suave tela de seda blanca.
—Y yo a ti —ella se guindó del cuello de su esposo y lo besó en los labios con lentitud, procurando disfrutar de ese contacto lo más posible—. No puedo creer que por fin nos casamos... —añadió, mirándolo a los ojos, la poca luz que entraba por la ventana le permitía aquello.
Gaara le acarició la mejilla, moviéndole un mechón de cabello detrás de la oreja. La ropa de ambos estaba esparcida por el suelo de la habitación, el kimono de la novia y el traje del novio, la ropa interior, incluso el edredón de la cama había sido arrojado, porque les provocaba demasiado calor.
—Yo tampoco puedo creerlo —respondió el Kazekage, sin apartar sus ojos de ella—. Todo esto se siente como un sueño, creía que te había perdido para siempre cuando pensé que estabas muerta y siempre me arrepentí de lo que sucedió con Aoi, no puedo imaginar cuánto sufriste al ser testigo de cómo me casaba con ella, no puedo ponerlo en palabras, pero pienso que debió ser igual de horrible a como yo me sentí cuando te creí casada con otro.
Matsuri le devolvió las caricias en el rostro, entonces se quejó un poco cuando lo sintió salir de ella y recostarse a su lado, para que ambos estuvieran más cómodos.
—No quiero que pensemos en eso ahora, si las cosas pasaron así en ese momento, ya no importa, lo que importa es que estamos juntos —contestó, apoyando su cabeza sobre el pecho de su marido.
Su boda había sido hace un par de horas, la ceremonia fue hermosa y, a diferencia de su primera boda, Gaara lucía genuinamente feliz mientras agradecía y compartía con sus invitados; ahora estaba seguro de que hacía las cosas porque le traían dicha a su vida y no por mero compromiso.
—Lo sé muy bien, pero de todos modos quiero que sepas que en ese momento debí elegirte a ti, sin importar qué —dijo Gaara, bajando su mano para acariciar suavemente el vientre de su mujer, apenas se empezaba a notar, pero ya le hacía ilusión el hecho de tener un tercer hijo, en sus tiempos como "el arma definitiva" no habría podido imaginar que llegaría a tener una familia propia que lo fortaleciera cada día y que fuera su razón para vivir.
La mujer se irguió un poco, sentándose sobre la cama.
—No voy a negar que aquellos momentos fueron los peores de mi vida, tu boda con Aoi-san, junto con la muerte de mis padres, fueron las veces en las que más desamparada y sola me sentí... —confesó, cubriendo su cuerpo ligeramente con la sábana, al menos sus pechos, ya que su espalda continuaba siendo visible—. Sentí que no tenía a nadie, estaba asustada porque estaba embarazada y te había perdido, pero sé que hiciste las cosas por el bien de Shinki-kun y yo no me atreví a arruinar eso.
El pelirrojo también se sentó, tomó una de las manos de ella y besó elegantemente el dorso de la misma.
—Me duele mucho pensar que te hice sentir de ese modo, era joven y estúpido y pensaba que estaba haciendo lo mejor que podía, quise mucho a Aoi, pero cuando ella se fue y tú y yo comenzamos, honestamente, diste vuelta mi mundo, jamás creí que mi inocente alumna me haría sentir de ese modo, el solo hecho de mirarte me volvía loco, quería estar todo el tiempo contigo, en un punto sentí que estaba obsesionado con hacerte el amor.
Al escucharlo decir todo eso, Matsuri enrojeció, no importaba que ambos fueran adultos y que ahora estuvieran casados, ese tipo de diálogos eran ciertamente vergonzosos de oír.
—Gaara...
—Lo que trato de decir es que estaba asustado, tenía miedo de lo que sentía por ti, y cuando Aoi dijo que esperaba a mi hijo, pensé que era mi deber olvidarme de ti y dedicarme a ella, pero cuando te perdí me di cuenta de que lo que sentía por ti no era sólo algo físico, todavía me asombra el hecho de que nos conozcamos hace tantos años y simplemente me hierva la sangre al estar contigo, como si estuviera ardiendo por dentro —cuando terminó de hablar, él mismo se sorprendió de haber dicho tantas cosas a la vez y de ser tan preciso con ello, cuando generalmente le costaba mucho expresar su sentir y darse a entender, el hecho de que Matsuri estuviera a su lado hacía toda la diferencia.
Tras dejarlo terminar de hablar, la mujer no pudo evitar sonreír bobamente, eso era –con seguridad– lo más intenso y lindo que Gaara le había dicho, aunque su reacción lo hizo sentir avergonzado.
—¿Dije algo gracioso? —cuestionó, pero Matsuri negó con la cabeza y simplemente se acercó un poco a él, abrazándolo—. Qué mala eres, no sabes todo lo que me costó expresar esas palabras.
—Me alegra mucho que ahora seas más sincero con lo que sientes —dijo Matsuri, siendo rodeada por los brazos de su marido, pero se separó ligeramente después de un rato, tan sólo para poder ver su rostro, aunque la oscuridad los envolviera—. Realmente eres mi esposo, ¿no? Gaara-sensei.
El pelirrojo rio, asintiendo y robándole un beso corto a Matsuri.
—Puede que ya no sea tu maestro, pero todavía te puedo enseñar muchísimas cosas —le susurró, rozando suavemente sus labios mientras hablaba—. Vamos a iniciar con tu primera lesión, así que pon mucha atención.
—Lo escucho atentamente, sensei —respondió la castaña, antes de recibir un profundo y apasionado beso que la dejó sin aliento.
Momentos después, los dos cayeron recostados sobre la cama, dispuestos a continuar disfrutando de su noche de bodas y del amor que los unía desde que se vieron por primera vez; aunque ese amor tuvo que pasar por muchas pruebas, finalmente daba sus frutos.

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Nunca Hubo Amor
RomansaGaara se ha enamorado de una kunoichi de otra aldea, pero las cosas no resultan como él quería y acaba sufriendo por el desamor. Matsuri, quién siempre lo ha amado, hará todo lo posible por curar su dolor, sin importarle salir lastimada en el proces...