Dudas

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Advertencia: Lemon hard (?) bueno, no tanto, pero igual, jajajaja.

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Era de noche ya cuando la castaña se sentó sobre su cama, soltando un hondo suspiro luego de salir del baño. Acababa de tomar un baño largo de tina, pues había tenido un día pesado como guardia de la entrada; aquel puesto era rotativo entre todos los chûnin y a veces jouning de la aldea. Estaba muy cansada, ni siquiera había podido ver a su amado ese día o disfrutar del final del festival, que había durado una semana ya.

—Quiero verlo... —murmuró para sí misma. En ese momento, la ventana de su habitación se abrió de pronto, el viento frío de la noche se coló por la lumbrera, junto a la figura de su amado Kazekage.

—¿Me extrañas? —le preguntó Gaara, quién había alcanzado a oír sus palabras.

—Sensei... —la chica se sonrojó un poco, luego infló sus mejillas—. ¿Por qué nunca usa la puerta?

El Kazekage dibujó una pequeña sonrisa antes de cerrar la ventana detrás de sí, utilizando su arena.

—Lo siento, tenía prisa —le respondió, acercándose a ella hasta rodearla con sus brazos—. No hemos podido hablar estos días, vengo a decirte algo importante.

Matsuri no dudó en abrazarlo también, amaba sentir el cuerpo de su maestro junto al suyo, sentir su calor y la protección que le ofrecían sus brazos.

—¿Sucede algo? —le preguntó un poco preocupada, pero se tranquilizó al verlo negar con la cabeza.

—Nada malo... —el Kage hizo una ligera pausa—. Tendré que salir unos días de la aldea, el Raikage me necesita y tengo que viajar a Kumogakure.

El corazón de Matsuri se aceleró. ¿Kumogakure? ¿Eso quería decir que estaría en la misma aldea que Aoi? No quería pensarlo, le daba miedo imaginar lo que podría suceder, que su maestro llegara a encontrarse con ella, que no la hubiera podido olvidar aún. Las piernas le temblaban, ¿y si lo perdía? ¿Qué haría si lo perdía ahora?

—Todo estará bien —escuchó la voz del pelirrojo, haciéndola salir de su pequeño trance. Gaara le cogió el mentón con una de sus manos, obligándola a verlo—. Volveré pronto, lo prometo —le aseguró—. Y si la veo... nada cambiará, ya no la amo.

La joven kunoichi tan sólo bajó la mirada, avergonzada.

—Gaara-sama, no tiene que darme explicaciones, usted es el Kazekage.

—Por supuesto que tengo que hacerlo —Gaara volvió a abrazarla, esta vez más fuerte, acariciándole el cabello con una de sus manos—. Estoy contigo ahora... no quiero que tengas dudas de mí.

—Gaara-sensei... —la castaña lo abrazó también con fuerza, cerrando sus ojos mientras unas pequeñas lágrimas se asomaban a través de sus ojos negros—. Te amo —alzó la mirada y se estiró un poco para poder alcanzar los labios de su amado. Gaara no contestó, tan sólo correspondió a su beso.

A decir verdad, él aún no tenía claro lo que sentía, había estado toda la semana pensando en ello, meditándolo con la mayor fuerza de voluntad posible, pero todavía no había logrado llegar a una conclusión. Sabía que quería a Matsuri, que adoraba estar junto a ella, aunque aún a veces le dolía el corazón al pensar en su primer amor, le temblaba el pulso de sólo imaginar en que quizá volvería a verla; de hecho, estaba rogando por no topársela, pues, aunque decía ya no amarla, no estaba completamente seguro de su afirmación.

—Matsuri... —llamó a la chica entre el beso, separándose unos cuántos centímetros de ella para poder ver su rostro. Ella estaba sonrojada, su carita le observaba con duda y ternura, él sentía que se derretía de sólo verla así—. Todavía luces un poco enferma, ¿has estado descansando bien? —cuestionó, frunciendo ligeramente el ceño, pues incluso si ella se veía hermosa, estaba un poco pálida y parecía como que no había estado durmiendo bien.

Nunca Hubo AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora