Vida (Parte 1)

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Antes de que lean, este capítulo será un poco más corto que los otros, ya que se divide en dos partes, porque quería mostrar el "punto de vista" de Gaara y de los amigos de Matsuri en uno, mientras que en la segunda parte, se verá qué pasó con ella y con Ittetsu.

Esta parte es un poco tranquila, pero contiene un hecho muy importante para el desarrollo de los futuros capítulos, espero que lo disfruten.


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Regresar a la aldea con la noticia de la muerte de Matsuri era más que una desdicha. Gaara todavía no podía creer todo lo que había sucedido mientras estaba en su búsqueda, ¿por qué permitió que todo eso pasara? ¿Por qué no la buscó antes? ¿Por qué no le dijo la verdad antes de cometer la estupidez de casarse sin amor? No importaba cuántas veces se cuestionara a sí mismo todo aquello, no tenía caso, no iba a llegar a nada, ya todo estaba sentenciado.

Gaara no había sido capaz de comunicar la terrible noticia, tuvo que ser Kankuro quién lo dio a conocer a sus amigos, pues su hermano ni siquiera podía pensar, estaba sumido en su tristeza, en su dolor. Este sufrimiento era incluso peor al que alguna vez sintió al ser repudiado por toda Suna, un padecimiento implacable, agobiante, que no tenía fin. Se encerró en su oficina apenas llegaron a la aldea y no se dejó ver por nadie durante todo un día. Para cuando la mañana llegó, ya todos sabían al respecto. Sari se había desmayado cuando lo supo, después de todo, Matsuri era como su hermana y se sentía culpable, ya que tuvo parte en ayudarla a salir de su hogar. Temari estaba igualmente devastada, así como todos sus amigos de la escuadra con la que ella solía hacer misiones.

Por supuesto, Gaara no dijo nada sobre el embarazo de Matsuri, además, le prohibió a Kankuro hablar al respecto, ni siquiera quería pensar en ello, no podía sopesar la enorme pérdida no sólo de su amada, sino también de su futuro hijo o hija.

Aquella mañana, después de no abrir ni siquiera para salir a comer o dormir, finalmente, la puerta de la oficina del Kazekage dejó ver su interior, abriéndose para que el líder de Suna saliera. Su expresión no demostraba nada, todos los que estaban ahí, esperándole, tampoco dijeron nada, todos estaban callados, sin saber si abrir la boca o sólo mirar en otra dirección. Gaara salió caminando como si nada, se dirigió a su casa, en donde su esposa le estaba esperando, ya a sabiendas de la tragedia ocurrida. Cuando lo vio llegar, sólo lo miró fijamente, entonces él la pasó de largo.

—Gaara —lo llamó, el pelirrojo le daba la espalda, pero se detuvo ante el sonido de su voz—. Gaara, sé todo lo que pasó.

—No quiero hablar de eso —le interrumpió, su voz sonaba fría, sin emoción alguna, pero Aoi sabía con tanta certeza que él estaba fingiendo, que, con sólo abrazarlo por detrás, con que él sintiera su calidez, se le quebró irremediablemente el alma y también aquella máscara de indiferencia—. No quiero... —repitió Gaara, apretando los párpados en un intento de retener las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos.

—Gaara, está bien —le susurró la rubia, dándose la vuelta para volver a abrazarlo, esta vez, de frente—. Entiendo por lo que estás pasando, así que sólo llora, no ocultes tu dolor, Gaara, eso no está bien.

—Es que no puedo... —Gaara rodeó con sus brazos el cuerpo de su compañera, su esposa—. No puedo más, Aoi... no puedo resignarme a que Matsuri ya no volverá, yo...

—Sé que la amabas —dijo la mujer, alzando la mirada, Gaara se sorprendió al darse cuenta de que ella también estaba llorando. Fue a decir algo, pero Aoi siguió hablando—. Y no, sé que no la querías sólo como una alumna o alguien más de tu aldea, sé que realmente la amabas, Gaara.

Nunca Hubo AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora