Dolor

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Advertencia: Capítulo con muuucho drama, no vayan a llorar, jajaja.


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El anuncio de la boda del Kazekage no tardó en viajar a oídos de todos, inclusive en otras aldeas ya se conocían las buenas nuevas, así como que él también sería padre. Temari y Kankuro se estaban encargando de todos los preparativos para la boda, con la ayuda de unos cuántos miembros del consejo. Había transcurrido poco más de una semana desde que Gaara había hablado con Matsuri y desde el momento en que la vio salir de su oficina, no había sabido nada de ella. Al principio se había sentido aliviado, temió que Matsuri reaccionara mal, que llorara, lo abofeteara, hasta que dijera odiarlo, de lo cual estaba en su completo derecho, pero nada de eso había pasado, ella simplemente había desaparecido de su presencia como el viento que escapa por la ventana.

El asunto de la boda lo tenía también un poco estresado, a pesar de que él no hacía mucho, no estaba seguro de si era lo correcto. Por supuesto, Aoi era la mujer de sus sueños, la que siempre había amado, por quién sufrió y llegó a llorar debido al desamor que ésta le llevó a sentir, pero habían pasado tantas cosas después, había vivido tanto al lado de Matsuri en tan poco tiempo, que ahora no se la podía sacar de la cabeza, tenía sus besos y caricias impregnadas en cada centímetro de la piel, no podía comprender si acaso se había vuelto loco, ya que no dejaba de pensarla.

—Gaara —la voz de su prometida le hizo dejar de lado sus cavilaciones y regresar a la realidad. Miró fijamente a la mujer frente a él, con sus ojos de color verdoso claro manteniéndose fijos en aquel par azulado.

—¿Sí? —le preguntó a la rubia, la cual sonreía. Su vientre abultado le daba un aspecto muy dulce y armonioso, esa mujer que llevaba a su hijo dentro era la única en quién debía pensar de aquí al futuro, aunque le costara.

—He venido de estar con Temari-san, los preparativos para la ceremonia están casi listos y también ya han sido invitados tus amigos de la aldea de la hoja —le comunicó ella, acercándose un poco más. Tomó una de las manos del pelirrojo entre las suyas, aún con esa sonrisa radiante dibujada en su rostro—. No sabes lo feliz que soy, Gaara, al fin podré ser tu esposa.

Tan sólo por un efímero instante, Gaara también sintió ese pequeño resplandor, esa luz cálida que le aseguraba que todo estaba bien, que al lado de Aoi él iba a ser feliz.

—Finalmente... —respondió Gaara, acariciando la mejilla de la chica con su mano libre.

—Por cierto... —ella le miró un poco confusa—. Desde que regresé a la aldea no he visto a Matsuri-chan, ¿acaso está en una misión fuera?

Y sólo un instante le duró a Gaara la felicidad, porque con la sola mención de ese nombre, la realidad le golpeó más fuerte que cuando Deidara de Akatsuki explotó sus bombas sobre él. Matsuri. ¿Qué carajo se suponía que haría con ella? ¿Realmente estaba bien sólo seguir como si nada hubiera pasado entre ambos? Cuando hace una semana atrás todavía habían estado compartiendo una relación, habían hecho el amor y él lo había disfrutado.

—No sé —dijo, consternado, aunque su rostro no lo demostrara—. Ella debe estar realmente ocupada, es todo.

Su pecho se apretó cuando volvió a preguntarse en donde rayos podría estar Matsuri, qué estaba haciendo, por qué no venía a verlo, a enfrentarlo, a decirle que era un bastardo, porque era así como él se sentía, se había acostado con su alumna infinidad de veces, le había arrebatado su inocencia, tan sólo para abandonarla luego, para regresar a los brazos de su ex; pero no importaba lo mal que todo esto se viera, era lo correcto, lo que tenía que hacerse, era lo mejor para todos.

Nunca Hubo AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora