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CAPÍTULO TREINTA SEIS
Tienda de veinticuatro








—Hyung, Anne, traje lo que... —Jungkook hizo acto de presencia en la habitación de hotel en que se quedaban por su estadía en Los Ángeles. Cerró la puerta con su pie al tener las manos ocupadas—. ¿Que...? ¡¿Que se supone que hacen?! —escandalizó viendo estupefacto lo que sus ojos le permitían.

La camisa de Taehyung descansaba tirada en el suelo a unos metros del pequeño sofá de la habitación, mismo donde se encontraban los recién nombrados. La rubia parecía estar ahorcadas sobre el regazo del mayor, su cabeza inclinada a la contraria pero aquella cercanía se deshizo a la llegada sorpresiva del castaño.

Roseanne le sonrió inocentemente sin moverse de su lugar.

Entre confundido y receloso Jeon se acercó para alejar a su chica de su amigo, pero al rodear el sofá obtuvo una vista más detallada de lo que en realidad hacían, las emociones negativas se vinieron abajo dejando solo la vergüenza en su sistema.

—¿Que creías que hacíamos? —inquirió la chica sonriéndole burlonamente, volviendo a inclinarse hacia Kim para retomar la tarea de pasar el masajeador facial encima de la mascarilla que le aplico hace tan solo unos segundos.

—Yo pensé que... —balbuceó señalándolos alternativamente al igual que a la puerta de la habitación—. Es todo culpa del respaldo, desde la entrada te hace ver otra cosa —se defendió señalando el respaldo del sofá, dejando la bolsa que cargaba en el pequeño centro de mesa.

—Claro, échale la culpa al indefenso respaldo —murmuro Taehyung con los ojos cerrados, sin hacer tanto moviendo en los labios—. Propongo que no hay que hablarle, literalmente apuñaló nuestra confianza, Rosie.

—Estoy de acuerdo contigo, Tae —peinó mechones de cabello hacia atrás al pasar el masajeado por su frente.

—Pero no entiendo, ¿por qué tú estás sin playera y tú encima de él?

—Porque le hice un masaje en la espalda con eso —señaló con la cabeza el rodillo que estaba tirado a los pies del menor—. Y estoy encima de su estómago porque se me hizo más fácil para las mascarillas —Jungkook arrugo la nariz formando un puchero en los labios.

—No me incomoda, a ella tampoco, además de que no tenemos intenciones de hacer nada de lo que sea que tú mente sucia imagino —hablo entre pausadamente—. Ahora, desde aquí se te aplica la ley de hielo —el antes peliceleste hizo un ademán con su mano como si cortara algo en el aire.

—Oh, ¿estaban hablando en serio? —los señaló, más no recibió respuesta—. Hey —el resultado era lo mismo—. Anne, Hyung —les llamó sin obtener ni una fugaz mirada—. Bien —terminó por decir bufando lo bajo. Fue a sentarse sentándose en el sofá individual de la habitación y sin quitar el puchero de sus labios, procedió a encender el televisor para distraerse en el y no enojarse de que le aplicaran la ley de hielo.

Lo que más le enfadaba era ser ignorado, eso lo sabían perfectamente su novia y amigo, por ello lo ignoraban por pura diversión.

Y respecto a la muy pegada amistad que ellos llevaban no le molestaba en absoluto, solo que al llegar le había pillado de sorpresa, porque al fin de cuentas lo único que le iba a molestar de ellos es que le escondieran algo.

Si, para Jungkook su mejor amigo del grupo, Taehyung, tenía su permiso de ser cariñoso con su chica no sin antes consultárselo, y lo más importante, sin incomodar a Rosé de ninguna forma.

Minutos pasaron estando la habitación en silencio, a excepción del ruido que emitía el televisor.

La rubia miró su reloj de muñeca contando en su mente la hora apropiada de retirarle la mascarilla a su amigo peliverde -color que le había quedado al no retocarse el celeste-, dejó el masajeador facial aún lado y se quitó cuidadosamente de encima, Kim Taehyung se había quedado dormido gracias a la relajación que sentía cuando tocaba hora de mascarillas. Cada vez que se quedaba con la pareja, anhelaba la hora de mascarillas impuestas por Chaeyoung.

ᴄᴏɴᴛʀᴀᴛᴏ |Rosekook   [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora