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CAPÍTULO TREINTA SIETE
Bienvenida a casa 1/2






Park Jinwoo era el nombre de mi abuela paterna, una mujer de sesenta años que vivía en Australia, para ser exacta, en un pueblito rodeado de la naturaleza y bastante alejado de la civilización. Debido al fallecimiento de mi abuelo hace unos años, vivía en compañía de un perro raza dóberman llamado extrañamente como Bambú, era bastante juguetón pero a la vez protector.

Mi familia procuraba visitarla lo más seguido que sus horarios le permitían, lamentablemente desde que viaje a Corea hace años para ser una practicante tuve que omitir aquellas visitas, por lo cual llevaba años sin ver a mi abuela en persona.

Ahora, el día de hoy, me encontraba frente a la puerta de la cabaña, con los nervios carcomiéndome viva.

Suspire profundamente antes a abrir la puerta de tela, sobresaltándome levemente al escuchar una campaña sonar al mínimo movimiento de la puerta, unos pasos apurados se escucharon a unos metros.

—¡Mi niña llegó! —Jinwoo salió de lo que era de la cocina mirándome con cariño, se me hizo extraño verla fuera de la pantalla de mi teléfono, ahora yo era quien le sacaba una cabeza de altura. En cuestión de segundos fui envuelta entre sus brazos e agachándome un poco correspondí el emotivo abrazo. Si que la había extrañado—. ¡Dios! Que alta es, mira este cuerpo de modelo —separándose del largo abrazo, mi mayor me hizo dar media vuelta entre risas—. Pareciera que fue hace años la última vez que te vi en persona... ah no, espera si —bromeó.

—Usted sigue igual de joven que la última vez, ¿está segura de tener sesenta? —elogie juguetonamente.

—¿Que dices? —sonrió maravillada tocándose el rostro—. Me sorprendió lo que dijiste en la llamada por la mañana, ¿es cierto que te quedarás toda la semana? —entrelazó sus manos con las mías mirándome en espera de una respuesta positiva.

Hace unas horas de camino al pueblo, la llame sin poder esperarme a darle la sorpresa en persona. Se suponía que el plan era sorpresa sin darle ningún previo aviso que yo me encontraba en el mismo país que ella.

—Pues... la empresa me dio un permiso especial por los conciertos aquí en Australia, así que si. Tendrá que soportarme estos días —nuevamente mi cuerpo fue envuelto por sus brazos—. Pero... se me paso mencionarle algo por teléfono, algo pequeñito —me separe levemente, sonriendo con nervios ante la mirada de confusión en mi persona—. Juro que no me di cuenta hasta que corte la llamada...

Antes que pudiera terminar de darle el contexto, dos figuras masculinas se adentraron en el hogar cargando cinco maletas cada uno, discutiendo entre sí. Tal como lo habían hecho desde que bajamos de la camioneta.

—¡Anne! Jungkook-ah no me dejó tomar fotos del perro —se quejó el recientemente castaño dejando las maletas en el suelo, a la vez unos ladridos se escucharon fuera de la casa. Desde mi lugar pude ver perfectamente a Bambú sentado frente a la puerta de tela moviendo su cola—. Por poco mi cámara muere en el estanque artificial —acaricio el objeto mencionado que le colgaba del cuello.

—¿Anne? —repitió el azabache, dejando una parte de mis maletas junto a las de él en el suelo—. ¡¿Anne?! —miró estupefacto a su amigo.

—¡Si! ¡Anne! —deletreo burlonamente, ladeando la cabeza a ambos lados.

—...y ellos son el algo pequeñito que olvidé mencionar —solté una risa de nerviosismo, observando con temor la reacción de mi abuela. Esperaba que este pequeño detalle no la molestara—. Son Jeon Jungkook y Kim Taehyung, los he mencionado en algunas llamas pero nunca llegue a decirle que él primero es mi... —la presentación fue interrumpida por mi misma abuela que salió de su pequeño estado de bloqueó.

ᴄᴏɴᴛʀᴀᴛᴏ |Rosekook   [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora