━031

2.4K 159 67
                                    



CAPÍTULO TREINTA UNO
El kimchi y la cerveza 1/2








—No me mires.

—No te estoy mirando.

—Tus ojos en mi dirección no dicen lo mismo —alegó, un poco ruborizado de las mejillas, una acción que me acostumbré a ver si se trataba de él—. Me distraes.

—No es mi culpa que tu rostro obstruya la vista de los edificios —replique llevándole la contraria de forma amistosa, el castaño me observo fugazmente de reojo reprimiendo una risa para después volver la vista al frente—. Esta bien, dejare de mirarte solo por que me importa el que lleguemos sanos y a salvo.

Íbamos directo a su departamento, me quedaría a dormir una semana. Ya que por unos asuntos pendientes en la compañía tuve que regresar, dejando a mis miembros de grupo en Jakarta. Cuando la noticia llegó al maknae de BTS, en tan solo unos minutos antes del vuelo, recibí un mensaje suyo, ofreciéndome quedarme con el para no estar sola en mi dormitorio.

Resulta que las mascotas de las chicas estaban encargadas con sus respectivas familias, a excepción del gato de Lisa que lo cuidaba Bambam, así que si no aceptaba me volvería loca entre tanta soledad.

—¿No que no me estabas mirando? —inquirió con picardía, últimamente estaba superando las etapas de timidez conmigo. Como respuesta a su incógnita solo me encogí de hombros—. Además me ofende tu falta de confianza en mi conducir, Anne —se llevó la mano izquierda al pecho actuando dolido, sin apartar ningún segundo la mirada del camino—. Yo nunca te he dicho eso.

—Si, porque yo no conduzco —noté como entreabría y apretaba los labios, como si dudara en decir algo. Sonreí con egocentrismo—. ¿Te quedaste sin palabras?

—Llegamos —anunció ignorando abiertamente mi pregunta, por lo tanto también su derrota en la conversación.

Me asomé por mi ventana para observar, pero no pude prestarle demasiada atención al gran edificio por el exterior ya que en cuestión de segundos el auto se adentró al estacionamiento subterráneo; dejándome solo la visión de varios autos aparcados. El sonido de la risa de Jungkook no tardó en inundar el auto, seguramente reía de mi expresión ofendida del rostro.

—¿Te quedaste sin ver? —eleve una ceja por tales palabras, mientras que el pareció darse cuenta de lo que dijo—. Saldremos de nuevo y lo podrás ver mejor —me recordó en un intento de calmar mi "molestia" e arreglar lo que salió de sus labios. ¿Creía que me molestaría por lo que dijo? Digo, he vivido con Lalisa—. Te compraré kimchi —lo mencionado me interesó, más me limite a seguir con la misma expresión, solo para que ver que más podría ofrecer—. Con cerveza —agregó, sabiendo de mi delirio con aquella mezcla.

—Primero quiero aclarar que no me estás comprando, ¿bien? —ahogando una risa, asintió ligeramente con la cabeza. Ni yo misma me la creía—. Segundo, ¿lo comerás conmigo? —volvió a asentir.

—Aún no sé el por qué te gusta, pero supongo que lo sabré más tarde —hablo mirando por momentos breves el retrovisor, ahora mismo se encargaba de aparcar el auto en su lugar correspondiente. Inevitablemente sus movimientos acaparaban toda mi atención, pero con éxito logré disimularlo. Si antes tenía dudas sobre lo de un hombre manejando con una sola mano era atractivo, el castaño este día las resolvió sin saberlo—. ¿Quien te dio a probar eso?

—Hyeri Unnie —respondí abriendo la puerta de copiloto una vez que el auto dejó de moverse. Un gorro que tenía Jungkook sobre el tablero junto a un cubrebocas era lo que portaba en mi persona, en caso de que cualquier reportero haya podido entrar al edificio a hurtadillas y pudiese reconocerme. Cerré la puerta dirigiéndome al maletero del carro, parte donde el chico sacó una gran maleta de su interior.

ᴄᴏɴᴛʀᴀᴛᴏ |Rosekook   [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora