CAPÍTULO TREINTA DOS
El kimchi y la cerveza 2/2—Suéltame ahora —exigí mientras traspasábamos el marco de la puerta de su habitación. Suavizó el agarre como si estuviera a punto dejarme caer sin más, recordé que si pisaba mal, el malestar continuo de mi pie incrementaría—. ¡No, no! Mentira, déjame en la silla del escritorio —señale el instrumento a dos metros. Mordí mis labios para que no saliera un sonido extraño cuando el castaño reafirmó su agarre en mi trasero apretándolo.
Nunca más dejare que vuelva a tomar alcohol en mi presencia.
Cuando lo haga yo, le dejaré beber solo su bebida de plátano, nada más.
—Te desviaste de camino... No, a la cama no... Un poco a la izquierda, ahí está la silla. ¿Sabes que? Olvídalo —suspire sonoramente rendida, había hecho lo que quería sin escucharme. Intente quedarme quieta y no hacer algún movimiento, al menos hasta que dejara de tenerlo debajo mío... en una postura indecente. Me tenía sentada a horcadas sobre su regazo, mis piernas flexionadas a sus lados.
Ya ni quería ver hasta donde tenía subida la falda, me ahorraría el avergonzarme más.
—¿Nos duchamos ya juntos? —murmuro arrastrando un poco las palabras. Su frente recargada en mi hombro, y brazo izquierdo rodeando mi pequeña cintura. Parecía que en cualquier momento terminaría dormido.
—Nop —respondí remarcando la última letra—. Yo hablaba de duchas individuales, cochino —testifique ignorando el hecho de que con su mano derecha comenzó esparcir acaricias a lo largo de mi muslo izquierdo descubierto. El chico murmuro una queja que no alcancé a escuchar—. ¿Me dejas bajar? Si sigues así de hormonal, tendrás que ducharte con agua fría, muy fría.
—Siempre me ducho con agua muy fría.
Fuertes declaraciones.
Aumento la fuerza requerida en el abrazo hasta que ya no hubo espacio entre nuestros torsos, a este punto mi pecho percibía los latidos acelerados del corazón contrario. Trague con pesadez saliva al sentir un bulto rozar contra mi entrepierna, si que usara el agua helada.
—¿Podemos dormir así?
—Podemos dormir así, solo si te duchas —mentí descaradamente manteniéndome inmóvil.
—Ahorita me ducho, pero... —asintió conformé—. Me duele abajo, Honey —confesó sin filtro alguno. Mucha información. Alzó la cabeza lentamente causando que su respiración chocara ligeramente contra mi rostro, noté como la pupila de su ojo abarcaba la mayoría de la Iris café.
Hora de entrar en pánico.
—¿Y que quieres que haga? —escandalice con el pánico consumiéndome viva. Trate de salir de su agarre, sin éxito alguno—. Mierda —musité entre dientes al hacer un mal movimiento.
—Anne —lloriqueó entre medio gemido.
Sáquenme de aquí.
—¡Lo siento! —me disculpe con la sangre adueñándose de mis mejillas—. ¿Duele mucho? —me atreví a preguntar. Arrepintiéndome rápidamente cuando el se complexión alta asintió con una mueca adolorida—. ¿Puedes soltarme? Para que pueda buscarte un pijama —intente convencer comenzado a peinar con la mano derecha su cabello castaño oscuro hacia atrás, tal vez si le seguía la corriente sería más fácil.
Jungkook hizo una expresión de como si lo estuviera pensando.
—Solo si me besas —proclamó al final regalándome una sonrisa boba.
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ᴄᴏɴᴛʀᴀᴛᴏ |Rosekook [EN EDICIÓN]
Fanfictionᴄᴏɴᴛʀᴀᴛᴏ ━acuerdo escrito, por el que dos o más partes se comprometen a respetar y cumplir una serie de condiciones. Normalmente para someter a dos personas que se niegan a firmar, se amenaza con lo que más afecto tiene. En el caso de Jeon Jungkoo...