Capítulo 10 [Abre El Telón]

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Celeste y Dita se encontraban en el vehículo más caro en el que podrían haber estado en sus vidas, y que por sorpresa habían modificado. Estaba totalmente blindado, las puertas parecían literalmente puertas de hierro, como si las de un banco de se tratara. Esta seguridad se repetía con las ventanas que eran un poco menos gruesas que las puertas. En el vehículo se encontraba Aritzi junto con otros cinco miembros de su seguridad; dos en la parte de enfrente, dos en la parte de atrás y uno cerca del político. Se encontraban a dos calles del Teatro de Agora, a muy buen tiempo. La incertidumbre a la hora de iniciar con los trabajos empezaba a salir para ambas. Había que iniciar con el pie derecho. Una vez pasada esa prueba el grupo entraba en modo automático y terminaba actuando por instinto, los nervios se iban y el trabajo se cumplía, no importaban los métodos.

—¿Entonces todo el evento estarás a mi lado? —Preguntó Aritzi a Celeste. Este portaba un elegante traje negro que acompañaba con una corbata de terciopelo colo azul marino.

—En todo momento —respondió Celeste, tomó un sorbo de su lata de Valeriana—. No estaré pegada a usted, pero si a unos dos o tres metros. Durante la fiesta mi compañera nos estará acompañado desde lo lejos. En caso de algún imprevisto mis dos compañeros saldrán de sus puestos para que realicemos el protocolo de escape que le expliqué hace rato. Las situaciones pueden variar, así que esperamos que actúe rápido, así como lo haremos nosotros.

—Entendido —aseguró el político—. No tienen idea de la discusión que se creó en las oficinas por optar por sus servicios. Decían que no tenía caso, que era un paranoico, pero seamos honestos. Estás campañas han sido demasiado caóticas para Agovar, más por mis propuestas y las de mis contendientes. Este cierre de campaña es una buena oportunidad para el que la busque... Por cierto, me olvidé de preguntarlo antes, pero ¿Ustedes vieron por ultima vez a mi redactor, verdad? Le pedí que les entregara el vehículo que pidieran, pero al otro día dejó de ir al trabajo.

—¿Redactor?, ¿No era Redactora? Quien nos dio el vehículo fue una mujer.

Dita observó al político. Tenía un aspecto de actor de televisión, lo cual la sorprendía mucho porque pensaba que solo era efectos de la cámara. Días antes el equipo estuvo observando las conferencias y grabaciones que surgieron de la campaña de Aritzi. En estas se le notaba como una persona confiada, recta, con cierta elegancia, pero al compartir viaje y ver como se comportaba realmente dejó mucho que desear a Dita; el aspecto de actor no lo perdía, pero se le veía pálido, nervioso, gran parte confianza estaba perdida y la chica no sabía si era por la presencia de Celeste (que también imponía gracias a su porte) o por el evento como tal. Aquello le recordó a la esposa del candidato ya que ella era otro caso. Se encontraba en otro vehículo que seguía de cerca al de Aritzi, Dita apenas pudo verla, pero por el corto momento que la tuvo enfrente pudo notar que era muy diferente al político. En ningún momento pareció dar señal de nerviosismo, mantenía su seguridad y en lugar de tranquilizar, aquello alertó mucho a Dita. Afortunadamente no tuvieron que compartir viaje con ella.

El vehículo se detuvo en la entrada del teatro. La entrada que había visto Celeste hace unas horas había cambiado por completo. Ahora se encontraba repleta de paparazis y el equipo de seguridad había aumentado considerablemente. Aritzi y su equipo bajaron primero del vehículo, después le siguieron Celeste y Dita que se acercaron al político para poder entrar.

—¿Cómo las presento? —Susurró a Celeste para evitar que alguien más pudiera escuchar.

—¿Que tal estuvo el viaje, sobrinas? —Interrumpió la esposa del político. Vestía un vestido blanco que no tenía dificultad para destacarse, unos tacones altos y portaba un peinado totalmente liso, su negro cabello reflejaba mucho las luces del inmueble.

Recuerdos RadiantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora