Capítulo 25 [Cortes]

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Celeste gritó con cólera. Corrió hacía el traidor de Alex, esquivando otro de sus ataques y asestándole un golpe limpio en la cara que lo dejó mareado por unos instantes.

—¿¡Como pudiste hacerlo!?

—Si de algo sirve. No tenía todos mis recuerdos cuando estuve con ustedes —escupió un poco de sangre a su lado mientras recuperaba el equilibrio—. En teoría no fui yo, fue mi subconsciente y este pequeñito de aquí —se abrió un poco la camisa, dejando ver un pequeño chip pegado a su pecho—. Me duele hacer esto, Celeste. Pero la Matriarca y Kara lo necesitan, est...

La mujer atestó otro golpe contra el, apuntando hacia el estomago lo cual lo dejó sin aire por unos momentos. Él, rápidamente se recuperó, como si el golpe no hubiera sido ningún impedimento y se acercó a ella con velocidad, intentando crearle un corte con su cuchillo el cual terminó enterrándolo en su mano derecha, mientras creaba otro campo de fuerza con esa misma mano.

Las luces se centraron por completo en el telón del escenario. Dalia salió de este con tranquilidad, mucha paz y un vestido azul celeste que acompañaba el brillo de las estrellas que tenía el lugar como decoración. La mayoría de los asistentes del evento no dudaron en hacer un pequeño tumulto alrededor del escenario.

—Muchas gracias por venir. ¡Que increíble es estar de nuevo en Agovar, chicos! —agradeció con júbilo—. Desgraciadamente voy a cantar poco el día de hoy, pero no se preocupen, les traigo una exclusiva. Una canción muy importante para mi, la escribí en el camino hacía aquí, pensando en que vería a mi hermana, esta canción es una disculpa para ella —admitió con pena—. ¡Espero que la disfruten!

La cantante se agarró uno de los bajos que se encontraban en el escenario y empezó a tocar lentamente su canción. David no dudó en cambiarse a la silla más cercana al escenario para poder disfrutar del espectáculo. Estaba maravillado de verla, su dulce voz encantaba a la mayoría de los invitados. Sin embargo, Dita no sentía lo mismo. Seguía en duda sobre buscar sobre su pasado, sobre que le ocurrió. La idea del nuevo inicio seguía llamándola, necesitaba un respiro y la idea de bajar al acuario del edificio le llamó demasiado la atención.

—Supongo que todo va a estar en orden, ¿No? —Preguntó a David, que no quitaba la vista del escenario.

—Totalmente.

—Voy a bajar al acuario, a ver si de paso veo a Celeste. Lo dejo en tus manos.

Dita rodeó el escenario y bajó las escaleras para bajar el piso cincuenta y ocho. Mientras llegaba al ascensor alcanzó a escuchar parte del canto de Dalia: ♪ Yo sé que estás aquí, por favor dame una señal... ♪

El estilo de la música le sonaba demasiado bien para ser su primera vez escuchando su música, hasta empezó a seguir el ritmo con sus pies mientras esperaba la llegada del elevador. Pasaron unos minutos hasta que las puertas se abrieron y escuchó a lo lejos una voz familiar.

—¡Hey, Claudia falsa! —llamó una mujer de cabello rubio que llegaba hasta los hombros, vestía una falda blanca que acompañaba con una sudadera negra, tenis negros y un pequeño bolso gris—. No deberías estar en esta fiesta. ¿Cómo entraste?

El combate era muy reñido, la mano derecha Celeste estaba derramando sangre a montones mientras que Alex había recibido golpes de su contrincante tan fuertes que no sabía con certeza si podría aguantar algunos más.

—¿Qué es lo que quieren de nosotros? —Preguntó la líder, con enojo y ganas de seguir pelando.

No hubo respuesta. Había que buscar escapar del combate, miró tras de su contrincante y ya no estaban los guardias que vigilaban la entrada, habían desaparecido. Ambos corrieron hacía el otro. Alex esquivó dos ganchos, uno izquierdo y uno derecho, con demasiada facilidad, otorgándole un espacio para contraatacar con una patada directa a la cadera, tirándola al suelo pero que de inmediato Celeste aprovechó para moverse hacía la pequeña zona de mesas que se encontraba cerca de las escaleras.

—¡Maldita sea, dime algo! —Gritó Celeste, con una voz temblorosa.

Se acercó con rapidez hacia ella, dejándola entre el mismo y una mesa, la cual no dudó cruzar sobre aquella con una voltereta de espaldas, aprovechando su propio peso para levantarla y empujarla contra Alex. Este reaccionó con antelación, preparó su mano derecha para detenerla y así destruirla con una pequeña explosión, explosión que los lanzó a lados contrarios.

David seguía perdido en el espectáculo de Dalia. Se encontraba en su ultima canción, toda una banda acompañándola durante su canto mejoraba el ambiente del lugar. Se estaba perdiendo más y más en el baile de la cantante que dejó de prestar atención a la letra de la melodía, era deslumbrante verla. Su cabello rojizo se movía de una forma hipnótica, que, hasta cierto punto, parecía que seguía el ritmo de la música. Sus ojos verdes lograban destacar del todo, le intimidaba mucho verla a los ojos, más por el pequeño lunar rojo que brillaba con intensidad sobre su frente. Tardó mucho en darse cuenta de que era una mira láser que provenía desde otro edifico.

Una bala cruzó con velocidad a través del cristal que se encontraba del lado contrario a Dalia. David de inmediato agarró los platos más cercanos que pudo y los lanzó al aire para detener el impacto, no dudó en intentarlo con la mesa, utilizando su impulso pudo hacerlo sin demasiado problema. Un tiroteo había empezado y, cuando David se giró hacía el escenario lo vio totalmente vacío. Dalia se había ido y el desorden había empezado.

—Fui invitada. Al igual que tu, de seguro —respondió Dita mientras ambas entraban al elevador—. Por cierto, sabes mi nombre y hasta me inventaste uno, ¿Cual es el tuyo?

—Amber. Mucho gusto, falsa Claudia.

La chica pulsó el botón del piso veinticinco y el de la planta baja. Empezaron a descender, iniciando otra simulación de escenario. Una demasiado tétrica donde las paredes fueron remplazadas por barrotes de metal, lo que se podía ver a lo lejos era un enorme prado naranja que se iluminaba con la luz del cielo rojo. Dita estaba confundida y Amber empezó a reír.

—Esto es nuevo. ¡Increíble! —habló con emoción al ver el cambio, cambiando la expresión de su rostro y su tono de voz—. Seré honesta contigo. Esta historia ya se ha repetido. Solo saldrás de este lugar de dos formas, muerta o inconsciente.

—¿¡Quién te crees!? No pued...

—No, chica. ¡Estoy de tu lado! —aseguró Amber—. Pero Cronos se molesta si hablo de más...

El elevador timbró y abrió sus puertas, habían llegado al acuario. Dita salió de inmediato, confundida y molesta por la repentina declaración.

—Cuida de tu cuello, no es ninguna broma —dijo al aire, como si estuviera esperando una respuesta que no fuera de la confundida joven—. Excelente, parec...—el elevador tembló con una gran fuerza que el movimiento dejó ver parte los mecanismos interiores —Olvídalo, acaban de empezar... ¡Espero que nos veamos pronto!

Celeste había podido retener a Alex. Lo mantenía del cuello con ambos brazos. No sabía que hacer en realidad. No quería matarlo, pero su resistencia era demasiada y en cualquier momento se podría liberarse de ella de inmediato.

—Por favor dime algo, Alex —Pidió con desesperación.

—Y-Yo... solo buscaba... hacer tiempo.

El salir de un gas se escuchó por lo bajo. Humo empezó a salir de la mano de Alex, había explotado una lata de gas pimienta logrando que ambos tosieran con mucha dificultad, pero aquello no impidió que Alex pudiera explotar otra lata directo en los ojos de su contrincante y así golpearla en el suelo mientras gritaba por el ardor.

—Ya empezaron a actuar.

—Te voy... a encontrar, maldito... —Respondió Celeste, impotente y sin poder levantarse por completo.

Recuerdos RadiantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora