La idea de lanzar las pequeñas rocas tenía dos motivos para Dita: Causar distracción y llamar la atención de Celeste, por desgracia el tiro le salió por la culata. Los atacantes empezaron a disparar al azar durante unos segundos hasta que el líder, que se acercaba al escenario los detuvo con una señal y empezó a hablar al subir.
—Damas, caballeros... Venimos a recoger lo que nos pertenece, queremos esa perla de iridio que nos robaron. Uno de ustedes la tiene y estamos dispuestos a hacer lo que sea para conseguirla —apuntó a algunos de lo miembros de seguridad que se estaban acercando lentamente al escenario para detenerlo—. Ustedes no pueden hacer nada. ¡Absolutamente nada! —de su saco tomó un pequeño control remoto—. Podemos explotar el lugar si quisiéramos. Además... Deberían de elegir mejor a su equipo.
La mitad del grupo de seguridad se reveló y apuntó las armas contra sus compañeros, a la par, de algunas de la mesas salieron más cómplices. Había una entera desventaja. Dita se encontraba en el suelo, buscando el momento perfecto para lanzar uno de sus cuchillos hacía el líder del robo. El lanzamiento lo hizo con tanta fuerza que le sorprendió la velocidad con la que llegó y con la que aún así este la esquivó.
—¡Búsquenla! ¡rápido! —ordenó el líder—. Tienen cinco minutos para darme la perla... Después vamos a tener que empezar a descartar gente— sentenció con un disparo al aire.
Celeste y Aritzi se encontraban en su mesa, agachados y analizando la situación para poder actuar de la mejor manera.
—¿Qué plan tienes en mente?— Preguntó el político.
—La energía de emergencia está activada, posiblemente Alex está incapacitado. No tengo contacto con David ni con Dita —respondió Celeste muy pensativa y con seriedad, no había miedo en sus palabras— Buscan una perla de iridio, lo cual da mucho sentido teniendo en cuenta la gente que hay aquí. No la tendrás tu, ¿verdad? Es de color plateado y al reflejar la luz lo hace con un tono amarillo y en ocasiones se vuelve roja.
Aritzi ensanchó los ojos de sorpresa, había visto una perla ese mismo día, la llevaba su esposa en uno de sus pendientes.
—No puede ser... —respondió con confusión—. Itzel, mi e-esposa, ella tenía una. ¿Pero que tiene de especial?
<<Y por eso se había largado antes de la ceremonia>>, pensó Celeste.
—Las perlas de iridio son de lo más cotizado, gente está dispuesta a pagar millones solo por una de ellas —susurró Celeste—. Necesitamos una distracción o que llegue la ayuda de afuera, lo más seguro es que tarden darse en cuenta. Saldremos de aquí a como de lugar, tenlo por seguro.
Dita se encontraba cerca de la salida del salón la cual estaba cerrada y vigilada por dos de los guardias corruptos, ambos con bates de béisbol llenos de clavos. Ella se amarró la bufanda en su brazo derecho mientras que con la izquierda cargaba con algunas rocas más para lanzar.
—Dita, la entrada al salón está bloqueada, nadie puede entrar ni salir— dijo David por el comunicador—. No puedo ir por Alex, el tercer piso ha de estar vigilado a muerte por ellos. Puedo encontrar una forma de entrar con todo el equipo de seguridad pero no le va a gustar a Celeste.
—¿Que piensas hacer?
—Prepárate, vete de la puerta y dame unos minutos, necesito un encendedor.
El líder de los asaltantes empezaba a molestarse de la nula respuesta de los invitados. Parecía que ninguno tenía idea sobre la perla de iridio que buscaban, sabía que había una en el lugar, el rastro de aquello resaltaba mucho en la zona.
—Lamento la molestia, pero es necesario hacer esto, mis estimados. Necesito que me traigan a la secretaria de hacienda y a su querido candidato Aritzi —Dijo en voz alta y con mucho enojo en sus palabras.
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Recuerdos Radiantes
ActionEn la Ciudad de Agovar se encuentran muchos tipos de personas. Celeste, David y Alex, portadores de habilidades especiales se encuentran con Dita, una chica que no recuerda nada de su pasado y junto a ella trabajaran en un operativo para proteger a...