Capítulo 22 [Sin Retorno]

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 Dita se encontraba más relajada después de la pequeña historia de Celeste. El trayecto terminó siendo más corto de lo esperado después de la historia de la cantante. Empezaron a recorrer las costas playeras de la ciudad donde se podía ver a lo lejos los pocos rayos del sol que estaba ocultándose. A lo lejos se veía un monte y casi al final de este se encontraba el Hotel.

El Hotel Trina era lo que a la gente de la ciudad le gustaba llamar "Hotel de cinco estrellas plus". Dita no le encontraba mucho sentido, pero el concepto existía. El hotel era lo más cercano a uno de los varios edificios de la zona donde estaban resguardándose por su gran altura. Sesenta pisos en total, cuarenta pisos de habitaciones, quince para el almacén, equipo y el gran personal del lugar. Los cinco pisos restantes constaban de un acuario, un pequeño casino, una tienda de recuerdos, y el salón de eventos, que constaba de una altura de dos pisos dando espacio para una gran terraza y una conexión con la azotea del gran edificio.

Celeste se encontraba sorprendida por el gran cambio del edificio que se veía desde lo lejos, parecía que el edificio al que había entrado hace diez años lo terminaron derrumbando por completo y sobre sus mismas bases se construyó su remplazo. Ahora parecía del doble de altura, no creía que hubiera forma de que hotel se llenara por la enorme cantidad de habitaciones que parecía tener, ni siquiera intentó adivinar la cantidad de ellos.

Al ver el edifico desde lo lejos David pensó en lo tanto que le gustaría que Alison lo estuviera acompañando en ese momento. A ella le gustaba ver la inmensidad y diseño de los edificios.

<<Este le habría encantado>>, pensó.

El inmueble prendía los paneles de uno de sus costados en relación a la cantidad de cuartos ocupados por cada piso. Las únicas luces que edifico tenía prendidas eran las de la misma recepción, el acuario del piso veinticinco y las de los últimos dos pisos correspondientes a la sala de eventos donde se daría el festejo de las elecciones.

Celeste se levantó y empezó a buscar micrófonos por segunda vez en toda la limosina. Revisó todos los espacios posibles de los asientos y puso a prueba al vehículo para ver si reaccionaba a algo de lo que no debería de escuchar.

—Parece que estamos libres, bien repasemos el plan —habló con tranquilidad—. La sala de eventos es similar a la sala que tenia el Teatro de Agora, en este caso las escaleras se encuentran en los laterales del escenario principal, dos en total. Ambas llevan a la azotea y al piso cincuenta y ocho, justo donde se encuentran los elevadores principales. Aritzi reservó todo el Hotel, así que no debería haber problemáticas como "Alguien se coló a la fiesta". El acuario del lugar se encuentra abierto a petición de varios de los invitados, así que no deberíamos preocuparnos tanto por eso, está lejos de nuestro alcance.

<<El evento tendrá de acompañamiento musical a Dalia, muy conocida y popular, soy su fan —admitió—. Quiero una foto con ella, pero desafortunadamente es una carga más para nosotros. La gran recepción tiene una gran sala de control con fines de administración y seguridad, así que en esta estará todo el cuerpo de apoyo en caso de accidentes o en necesidad de su presencia. Las únicas rutas de entrada y de escape que pude detectar están bloqueadas, solo llegan hasta el piso donde se encuentra el acuario. ¿Sabían que los hoteles de cinco estrellas plus pueden bloquear los pisos de los elevadores y de las mismas escaleras?, es increíble, pero vaya dolor de cabeza —Dita y David asintieron a la par—. Después de la comida, la terraza será tu área de vigilancia, David. Recuerda también hacer vigilancia de los edificios de los alrededores, son pocos, pero siguen siendo una de las debilidades de nuestra área de trabajo así como el enorme espacio de los ventanales y la entrada de la terraza. Un buen francotirador se las puede apañar con esas oportunidades. Yo vigilaré la sala entera de la fiesta, por la distribución de los invitados y el escenario creo es una buena zona de la que me puedo encargar. Además... de que podré proteger a Dalia en caso de un acciden...

—Dijo la fan de Dalia — Interrumpió David.

Celeste se sonrojó por un momento y decidió no contestar.

—Dita, estarás recorriendo la terraza y el salón, nos ayudarás a ambos con esa doble vigilancia. Trata de no hacerlo sin seguir un patrón, nadie debe notar que cambias de lugar cada cierto tiempo. Tenemos tres horas de duro trabajo, esto empieza a las nueve y terminamos a medianoche

—¡Justo como Cenicienta! —Dijo Dita

—¿Libro nuevo? —Preguntó David.

— Yep

Llegaron a la entrada del hotel en poco tiempo. Bajaron del vehículo y se dirigieron a la entrada del lugar, tuvieron que cruzar en línea recta por un camino que estaba decorado por varios arbustos y arboles de temporada. Que resplandecían junto a la luces naranjas de las decoraciones las cuales lograban que los bordes del camino hacia la entrada reflejaran mucha luz gracias al recorrido de agua y los chorros de lanzaba al aire por momentos.

—¡Me encagta la decoragion! —Expresó Dita, que disfrutaba uno de sus tantos chocolates con demasiada tranquilidad.

—Ya no sé si sorprenderme de que hayas sido capaz de poder traer tu surtido de chocolates a la fiesta —admitió David—. Dame uno.

—Ni lo creas.

Recorrieron todo el pequeño camino de luces para llegar a la recepción. La entrada tenía una apariencia elegante, más de lo normal, como si fuera la entrada de la mansión de algún multimillonario, lleno de mármol. Todo el lugar se encontraba lleno de luces, cualquiera podría pensar que se encontraba de día si no se llegaban a asomar la vista por las enormes ventanas del lugar.

La seguridad del hotel los recibió de inmediato. Pasaron por un escaneo con una de las modificaciones de los Gromas para detectar que no llevaran algún tipo de objeto escondido. En esta ocasión consiguieron un permiso para portar armas gracias a Aritzi así que pasaron con ellas junto con un pequeño maletín que llevaba Celeste. El permiso de armas fue una grata sorpresa para todos ya que era muy raro de ver uno y muy ventajoso, hasta llegaron a considerar que era una leyenda de los barrios bajos. Aunque también parecía lógico que la mayoría de los trabajadores del circulo cercano al gobernador de Agovar lo tuvieran. Celeste no sabría cuánto duraría el permiso así que de inmediato empezó a planear varias opciones para aprovecharlo lo máximo que pudiera después del evento.

Se dirigieron a las escaleras que se habían mencionado en la historia de camino, solo que ahora lo que rodeaban era un pequeño jardín en lugar de una enorme fuente. Posteriormente llegaron a un ancho pasillo donde se encontraban cuatro elevadores de puertas más anchas de lo normal. Y llamaron al ascensor. Cuando este abrió sus puertas Celeste entró de inmediato, antes de que Dita y David le siguieran, una chica de gafas oscuras, vestida totalmente de negro y de capucha les ganó el paso, y de inmediato marcó el piso cincuenta y ocho, ambos no pudieron hacer mucho después ya que las puertas se cerraron de inmediato.

—¡Pero que gro... —Alcanzó a escuchar Celeste antes de que se cerraran las puertas del elevador por completo.

—¡Pudiste haberlos dejado pasar! —Reprendió a la mujer misteriosa.

— Oh, no te vi al entrar. Espera...—dijo con incertidumbre—. ¿Celeste?

— Ah... No entiendo —Reaccionó con un poco de miedo.

La mujer misteriosa se quitó la gafas y la capucha que la cubría, dejando ver su larga cabellera roja, sus ojos color miel a la vez que esbozaba una pequeña sonrisa.

—Soy Dalia, mucho gusto —Respondió, extendiendo su brazo para un apretón de manos.

Recuerdos RadiantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora