Oportunidad

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 La Red Estech fue lo que inició la revolución en el transporte alrededor del mundo. Durante sus inicios muchas personas intentaban romper el récord de recorrer el mundo en el menor tiempo posible lo cual motivó mucho a su uso. Poco tiempo después los intentos cesaron gracias al gran costo de su uso de la demanda de la gente. Gente que necesitaba el recorrido para ir a juntas de negocios a otros países, directores de empresas multimillonarias o hasta cantantes que llevaban a todo su equipo para conciertos espontáneos o giras.

Dalia odiaba tener que usarlos a pesar de que era muy cómodo para ella por el beneficio que le daba a su equipo de trabajo. Su padre tenía contratos comerciales y de construcción con la empresa dueña de la red así que su equipo de trabajo tenia la oportunidad de utilizar varios vagones para las giras. En ocasiones, cuando el tiempo no la perseguía, optaba por viajar el avión, era más disfrutable que el rápido recorrido de la red.

En ese momento el tiempo jugaba demasiado mal a su favor. Dalia subió a uno de los primeros vagones el cual tenía forma de una cápsula. Ese tipo de vagón era reciente para la red, contaba con menos espacio pero contaba con protección y un espacio privado para el que pudiera pagarlo. Dalia tomó los lugares de hasta enfrente, aquellos contaban con una gran vista del recorrido, parecía como si estuviera al mando de la serie de vagones que la seguirían por detrás.

<<Que bueno que esta cosa no necesita un conductor, esta vista me agrada>>, pensó mientras acomodaba su mochila así como algunas maletas en los asientos del su lado derecho.

Sacó un libro de su mochila y tomó lugar en los asientos de la izquierda. "Mosquitare" era el libro para ese recorrido. Su agente y su maquillista siempre se sorprendían al verla con un libro nuevo cada concierto. En un principio todos en su equipo pensaban que solo leía por leer, ya que en el corto trayecto los empezaba y los terminaba, pero esa opinión no tardó mucho en cambiar ya que en una de sus primeras giras decidieron ponerla a prueba haciéndole todo tipo de pregunta solo sobre los libros, grata fue la sorpresa del equipo al darse cuenta de que recordaba casi todo detalle las tramas de ellos.

—¿Mosquitare?, nunca había escuchado de e l—Interrumpió su agente, Víctor.

—Ni yo —admitió—. De hecho, lo encontré en la estación, parece ser que lo perdieron y ahora tiene dueña nueva —Sonrió.

—Buena suerte y eso que apenas empezamos el recorrido, muy bien. ¿Y de qué trata?

—La contraportada dice que es una historia de fantasía medieval, pero por lo poco que llevo leyendo no lo parece, me recuerda mucho a La Divina Comedia, ¿Sabes?

—Supongo que aún así no vas a dejarlo, ¿verdad?

—Ya lo sabes, Víctor. Libro que leo, libro que termino...— Volvió a su lectura con tranquilidad, esperando que su agente la dejara en paz durante el camino de hora y media.

—Eso me agrada de ti, sabes cua.. Oh, una llamada de la agencia, en un momento vuelvo.

Dalia continuó con su lectura. La cápsula no tardó mucho en cerrarse y empezar el trayecto a la isla de Japón, el equipo de la gira se detendría en Yokohama donde bajarían todo el equipaje y aparatos. Esa noche daría un concierto en la prefectura de Sapporo. Después, ella seguiría su trayecto hacia una de las estaciones de Europa, Mánchester. Tenía que dar una entrevista en uno de los programas más populares de la zona Europea, en horario estelar.

Durante el trayecto a la isla de Japón, Dalia se perdió en el libro por completo, la historia hizo un giro de 360 grados para convertirlo en fantasía medieval, el problema es que tardó mucho en tomar ritmo. Pero en cuanto ella lo siguió no paró de leer en ningún momento hasta que fue interrumpida por su agente.

—Ya regresé, tuve una llamada interesante.

— Si que te tardaste demasiado —dijo sin despegar la vista de la lectura—. Ya voy a la mitad del libro.

—Pero me fui veinte minutos, ¿Cuantas páginas tiene?

—Setecientas-cuarenta...

Víctor suspiró.

—Ojalá con esa velocidad te aprendieras las letras... Oye, la llamada era para una nue...

—No, más conciertos ya no, Japón es el cierre de la gira y nada más —Interrumpió Dalia.

—Déjame terminar, nosotros tampoco queremos más conciertos. Llevamos varios meses sin estar en nuestras casas, también queremos descansar. Lo que pasa este es un concierto privado.

—¿Acaso eso es posible?

—Si, siempre y cuando se llegue al precio.

—Pero yo no quiero.

—Lo sé, pero estoy seguro que vas a aceptar. Solo son dos horas y contrataremos a un equipo de la zona para que te ayude con todo. El concierto es en Agovar, en el Hotel Trina, está en la montaña cerca de la playa de la ciudad.

Dalia cerró su libro de inmediato. Su mirada había cambiado de inmediato, Víctor tenía toda su atención.

—¿¡De verdad!?, ¡Eso es una oportunidad perfecta!, ¿Cuándo es?

—Mañana en la noche.

—Acepta el concierto, busca a bateristas, guitarristas y ya sabes lo demás. Ensayaremos en el lugar durante la mañana —pidió con emoción—. ¿Crees que haya algún problema si terminando el concierto me vaya directo a Agovar?

—Sin problema, pero en avión no llegarás— Admitió el agente, sorprendido del cambio de actitud de la mujer.

—No tomaré Avión, tomaré una de estas cápsulas. Necesito estar ahí lo antes posible, me quedaré una semana en la ciudad.

Después de dejar al equipo en la estación de Yokohama, el trayecto a la estación de Mánchester fue más rápido de lo normal para Dalia, no podía contener su emoción por regresar a Agovar. El concierto era un pequeño precio a pagar. Estar en aquella ciudad unos días era la oportunidad perfecta para volver a su hermana, la hermana que decidió alejarse del escenario.

Recuerdos RadiantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora