IV

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 PUEDE SER ÚTIL


París empieza en el papanatas y termina en el pilluelo, dos seres que no puede tener ninguna otra ciudad; la aceptación pasiva que se satisface con mirar y la iniciativa inagotable; Prudhomme y Fouillou. Sólo París tiene estos tipos en su historia natural. El papanatas representa a la monarquía. El pilluelo a la anarquía.

Este pálido hijo de los arrabales de París vive y se desarrolla, se enrosca y se desenrosca en el sufrimiento, en presencia de las realidades sociales y de las cosas humanas, como testigo pensativo. Se cree a sí mismo indiferente; no lo es. Mira, dispuesto siempre a reír; dispuesto también a otras cosas. Preocupaciones, Abuso, Ignominia, Tiranía, Opresión, Fanatismo, Iniquidad, Despotismo, Injusticia, ¡guardaos del pilluelo indiferente!

Este pequeño crecerá.

¿De qué arcilla está formado? Del primer fango que se ha encontrado. Un puñado de barro, un soplo, y tenéis a Adán. Basta que pase Dios. Y un dios ha pasado siempre por el pilluelo. La fortuna trabaja para este pequeño ser. Por esta palabra entendemos la aventura. Este pigmeo, amasado con la grosera tierra común, ignorante, iletrado, aturdido, vulgar, populachero, ¿será un jonio o un beocio? Esperad, currit rota, el espíritu de París, este demonio que crea a los niños del azar y de los hombres del destino, al revés del alfarero latino, hace del cántaro un ánfora.

Los Miserables III: MariusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora