XIX

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Dos hombres reposaban sobre los asientos de una barra de bar, la ténue luz de la taberna con dificultad hacía diferenciar sus facciones, aquel que se sentaba en la izquierda observaba con atención las tímidas sonrisas del hombre a su lado, pues en un lenguaje de miradas y risillas, ambos se decían tantas cosas sin meramente recurrir a la dicción.

Park Jimin, y Min Yoongi nunca debieron ir a la taberna durante esa noche primaveral.

Ambos amantes salieron por uno de los callejones más oscuros, donde ni la misma luna alcanzaría a envidiar el amor que se tenían ambos, más si no lo hizo la luna, no lo hizo uno, ni dos, sino cinco hombres que les seguían desde hace ya un buen rato; cuando se detuvieron para hacer una acción tan humana como el besarse fue cuestión de segundos para que escucharan una voz bastante vieja exclamar.

—¡Atrápenlos!

Dos días después, sus nombres estaban en las primeras planas de los periódicos del país "El candidato a cenador y el Bancario nacional son atrapados en actos impuros."

. . .

Sus dedos se posaron delicadamente sobre su frente, le tomó un suspiro para cerrar aquella página de periódico y tirarlo por alguna de las cuatro esquinas de la mesa de caoba, en un acto de desesperación y horror jaloneó sus finos cabellos, la mujer que vestía telas grisáceas estaba horrorizada por lo que acababa de leer. Aquellos hombres, los amigos de su hijo, eran unos enfermos, unos hijos de la noche, la máxima representación de un pecador.

Emily se sentía asqueada y sobre todo horrorizada... ¿Habrán aquellos contagiado a su hijo de una enfermedad tan ruin?

—¡Emily querida! Hemos cazado uno de los conejos más grandes que alguna vez hayas visto—anunció el aristócrata tras entrar por la puerta.

—Oh querido, eso es asombroso— felicitó la misma cuyos desaliñados cabellos delataban que había llorado.

—¿Está todo bien?

—He leído una tontería en el periódico que me ha hecho enloquecer—admitió.

—¿Ha muerto acaso otro miembro de la realeza?—preguntó angustiado.

La de suaves cabellos negó—Me permitiré ser honesta contigo... no ha sido una tontería, me temo que es tan grave como para afectar a nuestro recién operado hijo.

Las palabras que fluían de la boca de la fémina, llenaron de curiosidad al alto hombre—¿Qué tan malo puede ser como para afectar a mi hijo?— y tras hablar, el periódico le fue extendido en su dirección. Una vez vió el titulo, sus ojos se agrandaron— Son unos miserables—dijo entre un tono de tristeza y decepción, pero a diferencia de la mujer, su reacción resultó tan tranquila que a cualquiera le confundiría, porque el señor Kim era alguien muy temperamental—Definitivamente no es algo que podamos decirle, no ahora que se encuentra en el estado que está—dijo.

—Lo mejor será callar, y esperar hasta que esté lo suficientemente sano como para asimilar que ya no podrá volver a ver a ese par.

—Será lo mejor que podemos hacer por ahora, suficiente tuvo con la noticia de que solo recuperó la vista de su ojo derecho.

. . .

Tres semanas habían pasado desde la operación del muchacho, finalmente le removerían las vendas que eran ahora lo único que le impedían la vista a uno de sus ojos.

Taehyung se sentó sobre la cama de su habitación, sus padres, sus hermanas, Jungkook y el doctor formaban un círculo alrededor suyo. Jungkook, aunque era parte del círculo prefería guardar cierta distancia de la familia, por eso se había escondido en un rincón, para que no pudiesen ver que estaba igual de  nervioso que ellos.

—Bien, comenzaré— anunció el doctor, y sin más, cortó las vendas que cubrían ambos ojos del muchacho— ábrelos lentamente—ordenó.

Tal y cómo el doctor frente a él dijo, el  muchacho de cabellos ondulados abrió con lentitud ambos ojos, los extendió lentamente hasta  que finalmente pudo ver los rayos de la luz entrar por sus aún entrecerrados ojos, y cuando finalmente los abrió, pudo ver los colores, las formas y las sombras, repentinamente una lágrima brotó y se derramó por su mejilla... finalmente podía ver.

Observó a todos a su alrededor por pocos segundos, más su mirada se quedó fija en una figura que le observaba a lo lejos con una sonrisa llena de orgullo, observaba a un hombre, era alto, fornido, guapo, pero contrario a como alguna vez imaginó, su cara era aún más angelical, como si el mismísimo ángel Gabriel hubiese bajado del cielo y se colara entre la multitud.

Sus miradas se habían entrelazado,  incluso si sus almas lo habían hecho mucho antes, por primera vez, aquellas vistas de amor fueron mutuas.

Entonces Taehyung tuvo un pensamiento, y es que aquel parecía verle igual que siempre ¿todo el tiempo le acariciaba con la mirada? De ser así, todo este tiempo sus miradas fueron caricias, le acariciaba sin él saberlo.

Lo primero que Taehyung  vió en toda su vida, fue a aquél hombre, aquél que era la causa de sus suspiros, aquel que besaba cuando hablaba sin meramente besarlo de forma literal.

Sí, las miradas de Jungkook eran caricias y sus palabras eran besos.

Emily, fue capaz de notar las peculiares miradas de ambos jóvenes y cuando estuvo a punto de irrumpirlos, Seokjin entró en la habitación y toda la atención se dirigió a él.

—Me parece que una vez más, he llegado tarde.

—Lo has hecho—declaró Taehyung.

Tan pronto como hablaron, Taehyung finalmente tomó la iniciativa para levantarse de la cama y abrazar a sus familiares, todos lucían bastante diferentes a como alguna vez imaginó, y eso le agradaba,  pues finalmente podría realmente verlos, podría ver a sus hermanas tocando el piano, a su padre leyendo los papeles del negocio, a su mamá preparando el té, la cara de su primo cuando se reía tan peculiarmente, podía ver a su amado, y podía ver algo más... que su cuarto estaba bastante mal decorado.

"Si tus miradas fueran caricias, mis palabras serían besos" (las amistades particulares, 1964) Quiero aclarar que esta frase la he sacado de una película, me pareció tan linda que no pude evitar ponerla.

Burning Love [KTH+JJK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora