XXVII

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El Joven Kim buscaba con desesperación entre los cajones de su cuarto, esperaba encontrarse con el reloj dorado que recodaba alguna vez haber dejado.

—Entonces le buscarás—dijo Jennifer, quien permanecía sentada en el sofá carmesí al lado de la chimenea.

—No puedo gastar el tiempo cuando finalmente me han permitido buscarlo.

—¿Qué pasará si no lo encuentras?

—Oh, yo sé que lo encontraré, no me rendiré hasta estar frente a él y ver una vez más sus hipnotizantes ojos.

—Hermano... ¿Has hablado con ella? ¿Jane sabe?

—¡Obviamente no sabe!

—Bueno, deberás decirle o será muy sospechoso que gastes tiempo en busca de un hombre, el cual resulta ser el mismo del que le hablaste la noche en que se conocieron, Jane podrá parecer ingenua... pero déjame decirte que detrás de esas tiernas sonrisas hay alguien que observa demasiado.

—¿Cuál es la razón por la que le dices esto?

—Bueno, ayer me preguntó sobre tu inestable estado emocional, incluso me preguntó por ya sabes quien... noté cierta rareza cuando se atrevió a preguntar por Jungkook—la chica dejó de jugar con los rulos que adornaban su cabello— Deberás explicarle todo, antes de que lo averigüe por palabras de alguien más.

—Supongo que pensaré en algo ¿pueden entretenerla? Solo hasta las cuarto, así no notará mi ausencia.

Jennifer sonrió y asintió con delicadeza, se puso en pie cuando su hermano metió en su chaleco el reloj, se acercó hasta donde estaba él y besó dulcemente su mejilla, susurrando algo antes de salir. "No lo dejes ir cuando lo encuentres"

Cuando dieron las una de la tarde, Kim emprendió viaje hacia la ciudad, un sentimiento de esperanza le invadió aquella vez, pues sentía los nervios y la positividad, pensaba que tan pronto como pisara las calles le vería saliendo de alguna panadería o caminando, entonces correrían y se abrazarían el uno al otro, muchas ilusiones y muy pocas posibilidades.

El primer día no lo encontró, volvió a las cuatro tal y como dijo, buscó a su esposa quien le esperaba alegremente y aquella le besó cuando lo vio, si tan solo aquellos suaves labios fueran los de su amado...

El segundo día, ocurrió lo mismo, al igual el tercero y el cuarto, para cuando se dio cuenta el invierno había llegado y el aún no encontraba al de ojos brillosos, y es que aunque no lo quería admitir, cada vez sus esperanzas se volvían menores.

Para el momento en que la nieve tapaba los caminos y era casi imposible de andar, Kim siguió con la idea de buscarle. Era una tarde del blanco y congelado invierno, el hijo del aristócrata jugaba con el objeto que sostenía entre sus heladas manos, aquel objeto no era ni más ni menos que el collar que le fue obsequiado, observaba con una inconsciente sonrisa la foto del sonriente hombre y mientras el auto avanzaba hacia su destino, su mente se trasladó al recuerdo de aquella foto.

. . .

En una de las tantas veces en que visitaron la feria, se encontraron con un hombre de apellido Wilde, era un fotógrafo cuyo pasatiempo era tomar retratos de parejas homosexuales, una tarde luego de la invitación del hombre, asistieron a su estudio aquel era un lugar de cierto renombre entre las parejas de la época, pues tomaba foto a los recién casados y a los comprometidos.

Esa vez, mientras esperaban a que el pelirrojo terminara de acomodar la cámara, Kim observó un cartel que le llamó la atención, especialmente por el texto que aquel contenía.

—¿Quienes usan estos?—cuestionó carismáticamente, mostrándolo al fotógrafo, mismo que sonrió al leer la oración.

—Siempre ha sido usado por las parejas que lo conforman dos de diferentes sexos.

Burning Love [KTH+JJK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora