(Pablo)
Mientras lavaba los platos después de la cena, decidí que no me iría de esa casa sin disculparme con Mirabel.
Sólo haría falta encontrarla.(Mirabel)
En el jardín trasero nadie que pudiese verme me escucharía llorar, mucho menos Pablo, a quien ya no parecía importarle.
(Pablo)
Me paseé por la casa entera, y yo dudaba que Mirabel se hubiese metido a alguno de los cuartos. Hasta rogué a la Casita que me dijera dónde se encontraba, pero parecía haber tomado una mala impresión de mí, porque no movió ni una bisagra de ventana.
Entonces estaba por irme a mi casa, sintiéndome culpable y con el corazón hecho trizas, cuando recordé el jardín al que me había llevado una Salma desesperada por saber qué nos sucedía; el único lugar en que había olvidado buscar.
(Mirabel)
—¿Bel?—reconocí la voz de Pablo detrás mío al instante, y yo me sequé las lágrimas de una sola, pero sin voltear a verle la cara; no me había vuelto tan fuerte aún.
—Dime.—le respondí en seco, y sentí sus pisadas acercándose un poco a mí.
—Lamento no haberte saludado por la mañana... Llegué de mal humor, pero tú no tienes la culpa de eso.—mintió—Lo siento mucho.
—Da lo mismo, Pablo. De todos modos, no somos amigos, ¿no?
—¿Por qué dices eso?—noté que sus dedos estaban rozando los míos, a punto de tomarme de la mano, cuando la aparté para proteger mis brazos del frío... O eso me dije a mí misma.
—No tienes que fingir... Está bien. Yo tampoco querría ser amiga de alguien tan débil y dramática como yo.
(Pablo)
—¿Y a ti quién te ha dicho que eres débil y dramática?—pregunté en tono fastidiado, sabiendo que, por más que quisiese, no podía agregar la frase "para ir y partirle la cara".
—Nadie me lo tiene que decir.—respondió, dando un par de pasos hacia adelante, alejándose de mí—Ya me lo sé de sobra. Y entiendo que no quieras ser mi amigo.
Tal vez tenía razón. Tal vez yo no quería ser su amigo, sino... Otra cosa.
Pero no me quedaba de otra, supongo.Sabía que ella no voltearía, así que me di yo la vuelta y levanté con cuidado su mentón, para que pudiera mirarme a los ojos al consolarla.
—Mirabel, claro que quiero ser tu amigo. Siempre.
Me sentí un mentiroso, pero cuando me sonrió, aparté la culpa para sonreírle de vuelta.

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Siempre
Fanfiction(Si te gusta Encanto, lee esto). Todo se arregló, pero tan sólo por el amor de familia. Fue un segundo milagro concedido a los Madrigal. Sí, Casita volvió. Sí, los dones regresaron. ¿Pero saben quién no regresó? Mirabel. Pablo es nuevo en el pueblo...