(Antonio)
Mi primer pensamiento fue dejárselo a la tía Julieta, pero luego entendí que, de tenerlo con ella, tal vez nunca más saldría de su habitación. Así que supliqué por tenerlo en el mío, y me salí con la mía.
Por ser el menor, todos creían que sería a quien menos le afectaría la partida de mi prima; para variar, estaban equivocados.
Por parte sé que ya no está, pero simplemente no puedo aceptarlo.Ella está aquí. Tiene que seguir aquí. ¿Cómo hemos recuperado los dones, si es que no es así? Ella tiene que seguir aquí, haciéndonos una broma de mal gusto.
Hasta que regresara, la tendría cerca en fotos, en recuerdos, en el bolso que usaba para todos lados, todos puestos en cierto estante abierto en mi habitación. La necesitábamos cerca, y así la tendríamos; de una forma o de otra.
Podía escuchar que todos querían entrar a mi habitación a ver su altar, pero yo iría primero, porque era mi cuarto y sólo mío. Yo debía hablar con ella antes que todos. Pedirle que regresara antes de que fuese demasiado tarde.
No sé por qué se me llenaban los ojos de lágrimas cada vez que miraba una de las fotos. No sé por qué ahora abrazaba el peluche que me confeccionó tan fuerte al dormir.
O tal vez sí lo sé. Quién sabe.—Mirabel, ya basta, por favor.—le rogué—No tiene la más mínima gracia. No sé dónde estás escondida, pero ya regresa a casa, que todos te han dado por muerta; todos menos yo, porque sé que no lo estás. No lo estás, ¿verdad? Ese cuerpo en los brazos de mi tía Julieta ha de haber sido falso, porque sé que puedes oírme. Te juro que si regresas al menos a verme a mí, no diré nada, pero por favor, vuelve. Te puede pasar algo si te quedas fuera mucho tiempo.—no pude aguantar un fuerte sollozo y caer a la tierra de rodillas—Por favor, regresa. Te necesito.
Admito que me quedé un buen rato frente al altar, secándome las lágrimas con mi bandana roja y apretando contra mi pecho el tigre de peluche que me regaló antes de mi ceremonia.
Sólo podía pensar en ese día, y en lo mal que todo hubiese salido si Mirabel no hubiese estado allí para mí.
Ahora tenía miedo de que no regresara, y que sin estar ella para mí, todo salga mal... Siempre.Recuerdo una coversación que tuvimos hace meses. Meses de meses. Una vez más, yo tenía miedo. Y una vez más, ella logró quitármelo.
"—Pero... ¿y si un día ya no estás aquí?
Ella se rió bajito.
—Bueno, lo más probable es que para entonces, habrás crecido mucho ya, y no me necesitarás más.
Yo la miré y la abracé más fuerte de lo que yo mismo podía aguantar.
—Creo que siempre voy a necesitarte."
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Siempre
Fanfiction(Si te gusta Encanto, lee esto). Todo se arregló, pero tan sólo por el amor de familia. Fue un segundo milagro concedido a los Madrigal. Sí, Casita volvió. Sí, los dones regresaron. ¿Pero saben quién no regresó? Mirabel. Pablo es nuevo en el pueblo...