(Pablo)
Los días transcurrieron como de costumbre, y a pesar de que tenía la compañía de Mirabel a casi todas horas con excepción de cuando visitaba a la señora Julieta o a sus hermanas, sólo podíamos hablar bien por las noches, porque de otro modo "me tomarían de loco hablando solo", o eso decía ella.
Yo no tenía corazón para decirle que no me importaba mucho como me vieran los otros pueblerinos si es que no me costaba mi trabajo y ganancias.
Una noche, recogiendo mis cosas, vi que mi amiga subía flotando las escaleras sin despedirse, y sin darme cuenta que seguía en mi área de trabajo, la llamé en voz alta.
—¡Hey, Bel!—le puse un apodo sin querer, y ella bajó del balcón apenas supo que se trataba de ella.
—Dime...
—¿No vas a acompañarme a mi casa como siempre?
—Pensé que no te gustaba que te siguiera...—ladeó la cabeza.
Yo pensé, "mierda".
—Es sólo que...—traté de hallar una excusa por mis palabras—He leído una noticia en el periódico de que han asaltado a alguien ayer, y me da... Miedo.
Mi orgullo estaba quebrado.
Ella sonrió levemente, y a mí se me hacía que se había dado cuenta de que era mentira.
Yo sólo no quería irme a casa sin ella.(Mirabel)
Me hizo gracia pensar que yo podría protegerle de algún ladrón que acechara. Ni siquiera podría asustarles; finalmente, no podían verme. Aún así, salimos juntos de mi casa, como todas las noches que lo había seguido, con Salma o sin ella, sólo por actuar de fantasma.
Iba demasiado callada, y después de semanas, quién sabe cómo y por qué razón, Pablo más o menos me conocía.
—¿Qué te pasa?—me preguntó preocupado, y yo sólo miré a otro lado.
—No sé de qué hablas...
Entonces se detuvo, y unos pasos adelante, también lo hice yo. Él sólo me clavó una mirada que podría traducirse como "¿crees que soy tonto?". Yo sólo suspiré, y al seguir caminando, le abrí parte de mi corazón casi sin querer. Entre sollozos le expliqué todo lo que estaba sintiendo y guardando, y él sólo escuchaba callado y sin saber a dónde ver.
—Cuando te dejé preparando el desayuno en la cocina y no regresé hasta después de un buen rato, fui a ver a Isa y a mi mamá después, que son las que más están afectadas, creo yo; o al menos, las que más lo demuestran. Isa está como en crisis porque...—no podía decirle a mi amigo que mi hermana se moría de los celos y pensaba que le estaba quitando a su novia, así que sólo mencioné la otra razón—Porque me ha odiado toda su vida y de pronto cuando por fin me quiere ya no estoy, y mi mamá... Ella parece estar más enferma que nunca. Y te juro, Pablo, que si mi mamá se muere por mi culpa...—de sólo pensarlo rompí a llorar, y él me tomó por los hombros y bajó la mirada a mis ojos.
—Hey, hey... No digas tonterías, ¿okay?—me pidió—Nadie va a morir por tu culpa, ya vas a ver. Tu mamá se va a recuperar, Isa se va a recuperar, todos se van a recuperar de esta depresión, pero sin olvidarse de ti.
(Pablo)
—Hey, hey... No digas tonterías, ¿okay?—Nadie va a morir por tu culpa,—le aseguré—ya vas a ver. Tu mamá se va a recuperar, Isa se va a recuperar, todos se van a recuperar de esta depresión, pero sin olvidarse de ti.—sin siquiera darme cuenta de lo que hacía, le di un abrazo, y sólo pude reaccionar cuando ella me lo devolvió aún más fuerte; entonces, después de un segundo que me pareció infinito, me separé—Sólo tienes que darle tiempo al tiempo, ¿sí?
Ella asintió y se secó las lágrimas, para luego mirar alrededor en confusión, y yo me reí.
—Espera, ¿dónde estamos?— preguntó.
—No tengo idea.—respondí—Pasamos la puerta de mi casa hace como veinte minutos, pero no te quise interrumpir.
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Siempre
Hayran Kurgu(Si te gusta Encanto, lee esto). Todo se arregló, pero tan sólo por el amor de familia. Fue un segundo milagro concedido a los Madrigal. Sí, Casita volvió. Sí, los dones regresaron. ¿Pero saben quién no regresó? Mirabel. Pablo es nuevo en el pueblo...