Miradas.

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(Mirabel)

Después de que el abuelo regresó, algo cambió por aquí.
Era como si Casita estuviese recuperando color.
No sé si se sentiría su energía, su regreso, la vuelta del amor, pero todo pareció mejorar un poco. Dolores pasaba mucho más tiempo en la casa al lado de Camilo, y salían juntos a dar paseos con Antonio sentado en sus hombros, que finalmente había aceptado que, aunque me había ido "donde esté, igual me ama".
El sol salía más seguido, la abuela sonreía más a menudo y veía a mi tío Bruno fuera de su habitación más seguido, haciendo amigos cuando hace meses de meses, no se hablaba de él.
Lo mejor de todo era que mi mamá ya podía salir de su cuarto de la mano de mi papá, y a pesar de que no estaba como nueva, se encontraba mucho mejor desde la última vez que la había visto.

Era la aparición repentina del abuelo; estaba segura.
Su expresión dulce y amable, su sonrisa encantadora y su amor juguetón sería la luz en la oscuridad de cualquiera, incluida mi abuela.

(Agustín)

—Mi amor...—llamé a mi esposa, creyendo que estaría recostada, y la encontré tanteando sobre las paredes tratando de regresar del baño—¡Dios, Julieta!—me asusté, tomándola de las manos para guiarla con seguridad a donde de verdad estaba la cama—¿Cómo te has levantado?

—No tengo idea.—sonrió mi mamá, emocionada—Simplemente sentí que podía y pude. ¿No es genial?

—Sí, preciosa, pero considerando que ves doble aún por las migrañas es algo peligroso. La próxima que quieras pararte me avisas y yo te guío. Si se trata de tu voz, puedo convertirme en Dolores.—guiñé un ojo, juguetón.

—Ay, Agustín...

—¿Por favor?

Mi esposa rodó los ojos.

—Está bien... Sólo porque me lo pides tú.

(Pablo)

Okay, lo admito de manera literal oficialmente y por primera vez: estoy enamorado de Mirabel.

Estoy locamente enamorado de Mirabel.

¿Cómo no voy a estarlo? Es tan dulce...

Es torpe, y juguetona, y valiente. Es amorosa, y honesta, y está reconstruyendo la parte inocente de mí mismo; la que pensaba que había perdido ya años atrás. Me enseña cada día que la maldad existe, pero en su contraste, también la bondad.
Una prueba clara de eso es ella.

No sé, tiene una chispa, un toque, un encanto.
Cuando tropieza, cuando se choca, cuando se ríe, cuando despierta sigilosa... Siempre encuentra una forma de mostrar su lindura, y lo mejor es que ni lo intenta. Así nació, y así se quedará; divertida, torpe, y bella.

Es perfecta para mí; sólo hay un pequeño problema.

Me he enamorado locamente de un fantasma.

Es que no me entiendo...

¿Soy o me hago?

(Mirabel)

Ojalá hubiera llegado al pueblo mientras seguía con vida.

Había algo en Pablo que hacía que no quisiera separarme de él, cuidándolo a todas horas. Él llegó a este pueblo siendo amargo y tosco, teniendo que esforzarse demasiado para contenerse y no fruncir su ceño. Ahora era dulce y divertido, y quería que así se quedara. Que estuviera bien.
Poder cuidarlo... Siempre.

A veces, notaba por el rabillo del ojo que me miraba mientras barría o lavaba, y yo sólo podía pensar en qué estaría pensando él.

¿Que soy muy bajita? ¿Que las gafas me quedan mal? ¿Que me chocaba con todo y que caía muy seguido?
Bueno, qué más da. Al fin y al cabo, eran miradas de pocos segundos; no daban mucho tiempo para pensar.

Cuando lograba atraparlo en el acto y nuestros ojos se clavaban, yo sentía un cosquilleo, y no me quedaba muy clara su razón, ni lo haría hasta tiempo después.
Mientras tanto, sólo sonreiría y bajaría la vista como siempre, preparándome para descubrir el sentimiento que me invadía cada vez que me miraba.

(Salma)

¿Estos dos me creen huevona?

¿Cuando cuernos van a aceptar que se aman?

No necesitan gritarlo para que me de cuenta al momento.

Se le ves en sus miradas.

SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora