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Base Naval de Rota. España.

Actualidad.

Olivia.

─ ¿Estás segura de que estas bien y no quieres que te de algo para el dolor? ─ pregunta Enzo con una ceja levantada desde la puerta de la habitación que me asignaron dentro de la base ─ El corte que tienes en el brazo es bastante profundo y estoy mas que seguro que te va a dar mas problemas que otra cosa, no me seas cabezona y deja que te recete algo.

─ De verdad que no hace falta, Enzo, en casa seguro que tengo millones de cajas de cualquier otro medicamento que me sirva por si me llega a doler de más y, si no lo tengo, pues me aguanto y ya está que tampoco es para tanto ─ respondo mientras me levanto de la camilla intentado disimular el ya muy presente dolor en mi brazo y me acerco a él ─ Gracias por cuidar de mi como sueles hacerlo siempre.

Capitán Enzo de Luca. Médico militar y uno de mis hombres. Italiano de ojos grises y mirada desafiante, pelo mas negro que la noche y un hombre bastante guapo y de buen ver, por cierto. A primera vista, lo primero que piensas de él es que es el típico tio de 29 años que no quiere nada serio contigo pero que te dejaría sin poder caminar de manera adecuada en una semana, tanto por su estatura de metro noventa como por su corpulento cuerpo bien trabajado. Con cara de ángel pero caído, por supuesto.

─ Lo único que espero y quiero es que la próxima vez que estemos en una puta misión no haga falta que tenga que cuidar de ti por no tener el suficiente cuidado y caerte de una altura de casi 3 metros de alto, y todo por no mirar bien el suelo que pisas. Si ese corte te llega a dar en el torso ahora mismo estarías criando malvas a 3 metro bajo el suelo ─ dice muy serio y levanta la mirada detrás de mi ─ Cámbiale la venda cada día sin falta pero si ves que hay sangrado cámbialo de inmediato ─ sin darme la vuelta sé perfectamente a quién le está hablando ─ te vas a quedar unos cuantos días en reposo en casa y me da igual lo que digas, esta vez me vas hacer caso a mi. Te caíste desde una altura bastante alta y ni siquiera nos dejas, ni a mi ni a Scott, hacerte más pruebas en la cabeza por si tienes algo peor.

─ Eso no va ser... ─ mi gorila guardaespaldas número 1 me interrumpe la frase y me deja a medias y de brazos cruzados. A pesar de que sea su superior estos hombres no se toman nada enserio conmigo, maldita sea.

Y maldita sea también lo tonta que me vuelvo cuando se trata de él.

─ Puedes tener super claro que no pienso dejar que mueva el culo de allí y si tengo que amarrarte a la cama porque no dejes de comportarte como una niña pequeña también lo haré ─ responde Dominick cortante y enfadado, sin ningún ápice de broma en esas palabras que tan bien se pueden malinterpretar ─ Vamos, Oli, nos vamos a casa. Mándale a Scott los pocos resultados de las pruebas que te ha dejado hacerle para que él también los tenga a mano en casa y mantenme informado de cualquier novedad que pase aquí en la base, ahora estas tú al mando.

Comandante Dominick Koch. Mi segundo al mando, el hombre al que le confiaría mi vida con los ojos cerrados sin dudarlo pero que de vez en cuando se pone muy intenso (como en estos momentos) y se piensa que soy una endeble de pacotilla... El alemán es el hombre más espectacular que han visto mis ojos y os puedo asegurar que en la base hay muchísimos hombres guapísimo pero nada que ver con él. Ojos verdes preciosos y cara perfilada, metro noventa y tatuado de pies a manos.

Siento un especial apego hacia él pero supongo que es porque, junto con Scott, vivimos los tres en mi apartamento. Lo conocí el día que me dijeron que me querían como miembro de un grupo de élite militar que ni siquiera sabía ni que existía y que estaba formado por 8 hombres, en aquellos entonces yo solo era una simple ingeniera y haría varios trabajos para ellos. Cuando Michael, el Ministro General, me dijo que me pondría a dos de esos hombres bajo su cuidado total no sé porqué pero supe que este hombre sería uno de ellos... y así fue, a día de hoy ya no tienen esa orden pero han seguido conviviendo conmigo en casa por voluntad propia.

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