Homer, Alaska. Estados Unidos.
Actualidad.
Dominick.
En la vida me hubiera imaginado que un lugar como este me llegase a gustar a tal punto de no querer volver en mucho tiempo al clima cálido de España. También influye que he conseguido que sólo Olivia y yo nos mudásemos aquí dejando en España a todos los demás que querían venirse con nosotros. He de admitir que mi trabajo me ha costado dejarlos allí a los muy cabezones, después de mucho insistir e inventarme cualquier excusa para que no viniesen tuve que decirles que en realidad no quería que nos acompañaran y parece ser que medio lo aceptaron. También es verdad que medio que los amenacé un poco. Alexei por supuesto que no aceptara mis amenazas y sé con certeza que el día menos esperado lo tenemos en la puerta de casa con las maletas debajo del brazo, llevamos aquí dos semanas y aún no se ha presentado pero dudo mucho que tarde en hacerlo.
De primeras, Olivia no se tomó muy bien la supuesta decisión de nuestros compañeros por no querer venir con nosotros porque se puso bastante triste, una vez aquí, le expliqué que casi los amenacé para que no lo hiciesen y se enfadó un poco. Bueno, un poco no, se enfadó bastante pero poco a poco y sin palabras le expliqué la razón por la que no quería acompañantes en este viaje. Quería que esta nueva vida fuera sólo para nosotros, quería que viviera como otra persona normal y corriente su vida sin preocupaciones de ningún tipo pero sobretodo quería que esta nueva y corta vida la viviera conmigo como una pareja normal aunque en el fondo supiéramos que es una vida falsa y que tarde o temprano acabaría. Gracias a que Homer es un pueblo en cuanto a habitantes muy pequeño, no nos hemos tenido que preocupar en escondernos. De hecho, las casas están muy dispersas las unas con las otras y sólo tenemos a un par de vecinos en la calle a unos pocos metros de la nuestra. Para Olivia, Homer era un pueblo bastante tétrico pero para mí es perfecto.
La casa que Michael había comprado, porque sí la había comprado para nosotros, según Oli es perfecta no, perfectísima. Para mi, es bastante sencilla pero está bien para los dos. Es una casita de color verde, según Oli es verde menta o verde pastel, para mi es sólo verde. Al ser un lugar donde la gran parte del año está nevando, el techo gris es inclinado y la casa está sobre una especie de plataforma que no conecta con el suelo directamente. Tiene un pequeño porche delantero donde apenas caben dos sillas y otro trasero que si que es mucho más grande. Por fuera no aparenta ser una casa muy grande pero por dentro, gracias a la distribución que tiene, es bastante amplía y con mucha luz natural gracias a todas las ventanas que tiene. El salón, la cocina y el comedor hacen una sola estancia y luego hay dos habitaciones amplias y un baño entre ambas provisto de todo lo necesario. Fuera hay una especie de cobertizo y un patio delantero donde caben perfectamente dos coches.
Nada más llegar, me fui a un concesionario y compré un Jeep como los que le gustan a mi chica... bueno, mi chica no, mi mujer mejor dicho. Porque hará como un mes que se convirtió en mi mujer aunque no de manera oficial ni legal, cosa que en realidad me alegro porque siempre quise pedírselo de algún modo menos... dramático y que por supuesto fuera oficial y legal. En cuanto solucionemos todo esto lo primero que haré será eso, convertirla en mi mujer e intentar convencerla de tener algunos terremotos pequeños corriendo por casa.
Eso último me costará la vida convencerla pero quiero que sepa que merecerá la pena correr el riesgo.
Según la mujer que nos entregó las llaves y las escrituras de la casa, Homer es un pueblo pequeño pero totalmente abastecido de cualquier cosa que se te pueda venir a la mente. Para nosotros lo fundamental era que tuviera supermercado y algún que otro hospital y farmacia por lo que pudiera pasarnos.
La preciosa mujer que duerme a mi lado empieza a dar señales de que se está despertando porque me abraza por la cintura y su mano perversa ha ido a parar a mi querida entrepierna que, ahora mismo, está un poco inactiva pero como la siga manoseando de esta manera ya no lo estará tanto.
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COMANDO
БоевикSoy Olivia González, Teniente Coronel de la Élite de las Fuerzas Especiales a nivel mundial e Ingeniera jefe en el ejército de Estados Unidos. A mis 27 años dirijo el comando más peligroso y letal del mundo y no puedo sentirme más orgullosa por ello...