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Las Vegas, Nevada. Estados Unidos.

Actualidad.

Olivia.

Hace un rato que Enzo y Dom se han ido de la habitación. He de admitir que me ha hecho gracia saber que Dom se iba con una buena erección entre las piernas por muy mala persona que eso me haga ser. Dom es un hombre muy, pero que muy, ardiente y hay veces que me cuesta mantenerle el ritmo, me alaga que la culpable de ese deseo tan intenso sea yo pero temo que en algún momento no pueda seguírselo. Sé lo difícil que ha sido para él no hundirme la polla hasta el fondo estas noches atrás porque notaba que estaba muy empalmado cuando me abrazaba por detrás en la cama pero no me hacia nada, ni un poquito de juego bajo las sábanas. Aunque si en algún momento me hubiese tocado o me hubiese insinuado más de la cuenta, me temo que me hubiese dejado llevar por completo porque el hecho de pensar que había tantas personas que podían escucharnos me ponía demasiado cachonda.

─ ¿Crees que podrá mantenerse al margen? ─ pregunta Alexei mientras me masajea los pies. En ningún momento se lo he pedido pero en cuanto me he sentado en el butacón de su lado, me ha cogido los pies, se los ha puesto sobre su regazo y ha comenzado a masajearlos con mucho mimo. Casi gimo de placer cuando lo ha hecho ¡Quién soy yo para negarme a tal cosa! ─ Dom, digo.

─ Espero que sí ─ respondo porque ni yo misma me creo que lo haga pero no es como yo ─ Es impulsivo pero no tanto como tú o como yo. Más me preocupa cómo puedas reaccionar tú allí dentro con tantos degenerados juntos. Eres consciente que me voy a tener que dejar manosear un poco ¿no?

─ Lo soy pero no quiero serlo ─ responde tajante con un suspiro largo sin dejar de masajear los pies.

─ Grandullón, por favor, ¿dime qué tengo que hacer para poder controlarte por si pierdes los papeles y que no sea tan descarado? ─ pregunto porque ya no sé qué creer, no sé si me lo dice medio en broma o si de verdad nos va costar la misión su impulsividad tóxica hacia mi.

─ Fácil, no dejar que te toquen.

─ En serio, responde, tengo que tener un As bajo la manga y no me lo estás poniendo muy fácil.

Deja de masajearme los pies y me quejo con un gruñido pero su mirada casi me traspasa y veo una pequeña sonrisilla que sale de sus suculentos labios.

─ Si te manosean mucho y no quieres que pierda los papeles plántame un beso cuando menos me lo espere y se me olvidará.

─ Eres un listillo ─ respondo poniendo los brazos en jarra pero me río con él ─ Quizás te meta mano allí en medio y con eso seguro que se te olvida, además, nadie me prestará mucha atención porque la mayoría de mujeres que esté por allí harán lo mismo.

─ Estarías jugando con fuego y no sé si te gustaría hacerlo ─ dice aún sonriendo y vuelve a masajearme los pies pero de buenas a primeras deja de sonreír ─ No lo hagas, Dom se enfadaría. Simplemente dime lo gilipollas que soy y que estoy jodiendo la misión.

No noto mal gusto en sus palabras pero no sé si en cada palabra de broma que suelta por su boca hay algo de verdad o no. La "bromita" que me hizo en el despacho cuando me estampó contra la pared me pasó factura durante algunos días porque me dejó un poco confundida, no sé que tipo de sentimientos tiene el ruso conmigo y no sé si le hago daño al respecto porque no son correspondidos... si me llega a pillar hace unos años seguro que me cuelgo de él pero en estos momentos no hay hombre en el mundo que pueda reemplazar a Dom, ni incluso él por muy tentativo que me parezca.

Vuelvo asegurarme de que el micrófono lo tengo apagado y llevo mi mirada hacia él, el cual ya me está analizando con las cejas en alto.

─ Dispara sin rodeos, sé directa como me gusta que seas y no te andes por las ramas.

COMANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora