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Rota, España.

Hace unos días.

Pablo López.

─ Todavía no me he enterado del todo cuál es exactamente tu trabajo ─ le digo a Carla pero para picarla un poco. Sé perfectamente a lo que se dedica pero me gusta hacerla rabiar de vez en cuando porque se pone muy mona ─ Tu hermana no sabía el nivel al que llegaría su proyecto y por eso te puso al cargo ¿Cuántos te han cancelado ya? ¿20? ¿30?.

─ No seas imbécil, Pablo ─ se queja arrugando la cara bonita que tiene, ambas hermanas son preciosas a su manera, y poniendo los brazos en jarra ─ Sabes perfectamente de que va y de que lo estoy haciendo de puta madre porque sino mi hermana no me tendría el sueldazo que me tiene puesto.

─ Tu hermana te regalaría toda su fortuna si la dejaras hacerlo ─ dice Enzo a mis espaldas mientras relee unos documentos en busca de algo que no está en esas páginas porque las hemos leído mil veces. Nos hemos venido a la casa de Olivia que tenía en el residencial de la base donde ahora vive su familia mientras tanto, que por cierto, es un dato curioso que no le hemos contado todavía ─ Pero si es cierto que, para todo el rollazo que es, lo llevas como esperaba tu hermana que lo hicieras.

─ Estudié Administración y dirección de empresas y me especialicé en finanzas, comunicación y marketing ─ vuelve a hablar Carla intentando convencerme de lo que ya sabía ─ Por supuesto que sé como hacer que funcione y cómo dirigirlo. También es verdad que el sistema de ciberseguridad de mi hermana es una puta maravilla y eso me ayuda mucho... pero mi trabajo es darlo todavía más a conocer, hacer los tratos y cerrarlos con las cárceles o empresas interesadas y hacer todo los trámites yo solita. Y nunca se me ha escapado ningún cliente porque son ellos los que acaban buscándome a mi siempre, imbécil.

El sistema es cierto que es una puta locura. Olivia me dejó echar un vistazo en el corazón del sistema... y madre de Dios, es una maravilla lo mires por donde lo mires porque no tiene error alguno, es impenetrable y hoy en día eso es algo que escasea. Normal que tantas empresas de seguridad y cárceles se echen a pelear para conseguirlo. Ya incluso hay empresas normales que también lo están comprando para tener esa tranquilidad. Creo que ya van por casi 800 sistemas comercializados o más y, por lo que sé, hay muchas más a la espera de que Carla de el visto bueno de si es una empresa buena o quiere esconder trapos sucios. Me meto mucho con ella con todo esto pero sé que nadie sabría llevarlo como lo está haciendo ella jamás.

Me encanta hacerla rabiar. Es más impulsiva que Olivia respecto a este tipo de cosas, Oli no cae en estas cosas pero Carla sí y se pone demasiado... graciosa cuando me entra al juego. A veces pienso que lo hace queriendo porque también le gusta jugar.

─ Eso es lo que dices tú pero seguro que le estás pagando a otra persona para que lo haga por ti en secreto ─ me sigo burlando y me echo a reír porque se me lanza con el puño en alto y con muy mala cara, la sangre González salió a la luz. Le atrapo los brazos sin dejar de reírme y le doy la vuelta apoyando su espalda sobre mi pecho sin soltarla y sin parar de reír ─ Qué fácil es hacerte rabiar, peque, y no sabes lo que me gusta.

─ ¿Y sabes otra cosa que también veo que te gusta mucho últimamente? ─ pregunta y eso capta la atención de Enzo que levanta la mirada con cierta sonrisilla.

─ Sorpréndeme.

─ Refregarme la polla contra el culo, eso te gusta ─ intenta zafarse pero no la dejo. Nunca he refregado la polla por su culo, de hecho, ni siquiera la he acercado a mi cuerpo esta vez por respeto ─ Ves como no me sueltas.

Enzo sin decir nada y muy tranquilamente se levanta del sofá donde estaba sentado y se va dejándonos solos en la casa porque piensa que la situación se va poner picantona imagino.

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