Capítulo 13.

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CAPÍTULO 13.

Veo a Mark en la calle, al parecer ha lanzado una piedra para que me asomara.

-¿Se puede saber qué haces aquí?

-He venido a decirte que lo siento.

-¿Por qué?

-No debí cerrar la puerta cuando entramos en mi cuarto, pero quería un poco de intimidad contigo.

-¿Para qué?- En el fondo no quiero saberlo.

-Para hablar contigo, quería contarte una cosa y sabía que no me ibas a llamar así que le propuse a tu madre que os vinierais a comer y no te dije nada.

-¿Y qué querías decirme?

-Prefiero decírtelo sin tener que gritar y con dos pisos de distancia.

“Pues cuanta más distancia haya entre nosotros mejor” Pienso.

-No puedo salir ahora, tengo que estudiar.

-Está bien… ¿Me llamarás para quedar?

-Sí. –Por supuesto que no.

-¿Seguro?

-Seguro.

-De acuerdo, adiós.

Ni siquiera me despido, cierro la ventana y me siento en mi silla, cierro los ojos y me toco las sienes, me duele la cabeza.

Estudio durante toda la tarde para olvidarme de esa conversación, encontraré una manera de que no vuelva a acercarse a mí, después de lo que ha pasado hoy no puedo arriesgarme a eso.

Por la noche ceno con mi madre y vemos la televisión, cambio de canal sin ganas mientras mi madre me cuenta algo sobre el libro que se está leyendo, decido irme a la cama aunque no tenga sueño.

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Estoy en un laberinto y no encuentro la salida, me giro en una esquina y a lo lejos veo a Eric, corro hacia él pero está cada vez más lejos, caigo al suelo y algo me impide respirar, levanto la vista y ahí está Mark pero tiene los ojos completamente negros, nubes de tormenta que se agrandan y cuando no puedo aguantar más sin respirar me despierto en mi cama, sudando y totalmente revuelta en las sabanas.

Esto está empezando a afectarme, voy al baño y me tomo una aspirina, el dolor de cabeza ha aumentado mucho desde anoche; me mojo el cuello y voy al despacho, como me he desvelado enciendo el ordenador pero no se me ocurre nada que hacer por lo que vuelvo a mi cuarto y me fijo en un detalle: el armario está abierto.

Estoy segura de que cuando salí de la habitación estaba cerrado, miro dentro pero no hay nada raro, intento dormirme pero empiezo a dar vueltas en la cama, tengo miedo.

No sé por qué, pero decido llamar a Eric; oigo unos cuantos pitidos hasta que con voz ronca contesta:

-¿Sí?

-Eric, soy Dulce, sé que es un poco raro… pero me he desvelado, tengo miedo y no sabía qué hacer.

Oigo unos ruidos detrás de la línea, como si se hubiera puesto nervioso de repente.

-Dulce, por favor habla conmigo, no me cuelgues y enciende la luz.

-La luz ya está encendida y estoy hablando contigo.

-Vale, cuéntame, ¿Qué has hecho hoy?

-Prefiero no hablar de eso. –El recuerdo de Mark viene a mi mente y un escalofrío me recorre el cuerpo.

-Está bien ¿De qué quieres hablar?

-¿Qué has hecho tú?

-Pensar en ti.

Sonrío y me muerdo el labio, no podría haber respondido mejor.

-¿Nada más?

-Bueno también he estado estudiando solo me queda un examen y quiero que me salga bien.

Sigo hablando con él un rato hasta que escucho un ruido, pego un bote en la cama y me acerco a la puerta de mi habitación, que está cerrada.

-Eric, he oído un ruido.

-¡NO ABRAS!

-Pero debe ser mi madre, nadie ha podido entrar.

-Dulce, alguien ha entrado.

Me alejo y vuelvo a sentarme en la cama.

-¿Cómo sabes eso? ¿Quién es? Estoy harta de tanto misterio en ti y en Mark.

-Te lo diré, pero no abras la puerta.

-No voy a abrirla pero dime ya qué está pasando.

-No puedo decírtelo ahora pero… prométeme que te mantendrás alejada de Mark.

-¿Cómo sabes quién es Mark? ¿Y por qué me tengo que mantener alejada de él?

Mantener una conversación telefónica a gritos a las 4 de la mañana no es una buena idea pues la puerta de mi cuarto se abre y aparece mi madre.

-¡Dulce se puede saber con quién hablabas!

Escondo el móvil rápido, creo que no lo ha visto.

-Con nadie mamá, he tenido una pesadilla.

-¿Y te has puesto a gritar cosas sin sentido?

-No sé…

-Mira, vete ya a dormir, mañana hablamos.

No parece muy contenta pero al menos no ha visto el móvil.

-Eric, tengo que dejarte pero vas a contármelo todo sí o sí.- Digo en un susurro.

-Te lo contaré todo el jueves, pero no le digas nada a nadie.

-¿Sobre qué?

-Sobre tus mareos, lo que puedes hacer, lo que oíste en casa de Mark, todo.

-Vale…

No me puedo creer que sepa todo eso.

-Adiós Dulce.

-Adiós Eric.

Cuelgo y me tumbo en la cama, para mi sorpresa me duermo en menos de 5 minutos.

Los problemas de Cupido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora