Capítulo 14.

19 2 0
                                    

CAPÍTULO 14.

Me despierto a la mañana siguiente y no puedo creer que sea domingo ya, todo mi fin de semana ha pasado volando.

Me levanto de mala gana y voy hacia la cocina, donde me preparo un bol de cereales y me lo tomo en el sofá mientras veo los estúpidos programas que echan los domingos.

Busco a mi madre en su cuarto pero no está, en la mesa de la cocina veo una nota: “Dulce, he tenido que salir a ver a tu tía, volveré a la hora de comer, te quiere, tu madre”

Dejo la nota donde estaba y voy a mi cuarto, que extraño, mi madre no suele salir los domingos.

Me doy una ducha para despejarme y me visto para ir a la biblioteca, ya que oigo el ruido desesperante que la vecina de arriba hace cada vez que limpia los domingos por la mañana y me niego a quedarme soportándolo.

De camino paro a tomarme un café y me lo tomo mientras escucho el silencio en la calle típico de los domingos.

Le he dejado una nota a mi madre por si volvía pronto, me sigue resultando extraño que haya salido.

Cuando estoy cruzando un paso de cebra perdida en mis pensamientos oigo un ruido de frenado y me giro, noto como unas manos tiran de mí hacia un lado y caigo encima de alguien, alguien que ha evitado que me atropelle un coche.

Cierro los ojos con fuerza, paralizada por el terror, una mano pasa acariciando mi cara y después coge mi mano e intenta levantarme.

-¿Estás bien Dulce?

Abro los ojos lentamente y veo a Eric, con cara preocupada y miedo en sus ojos; termino de levantarme y no puedo evitar perderme en sus ojos verdes que me miran fijamente.

-Sí.- Digo finalmente.

-Menos mal, estaba andando y de repente te veo cruzando el semáforo y un coche que va hacia ti, he hecho lo primero que se me ha ocurrido.

-¿Tú estás bien?

-¿Yo? ¿Has estado a punto de sufrir un accidente y me preguntas a mí si estoy bien?

-Sí.- No sé por qué, pero no puedo decir más de 3 palabras seguidas.

-Pues sí estoy bien pero deberías preocuparte un poco más por tu seguridad. –Esto lo dice muy serio, gritandome y mirándome directamente a los ojos, no sé qué responder.- Lo siento, no debería haberme puesto así pero es que parece que tengo que estar en todas partes para sacarte de apuros.

-No, si tienes razón…

-No, no digas eso, no debería haber exagerado, es que no quiero que te pase nada.

-¿A dónde ibas? –Al menos parece que ya puedo hablar de forma normal.

-A la biblioteca.

-¡Yo también!

-Pues vamos, pero hay que estudiar de verdad, mi último examen va a ser bestial.

-Estoy totalmente de acuerdo, mi examen de historia es realmente largo y seguro que lo pone súper difícil.

Charlamos relajadamente hasta llegar a la biblioteca y decidimos estudiar, que era nuestro objetivo principal.

Tras una hora, le propongo dar un paseo para despejarnos y acepta.

Vamos al parque que hay al lado y nos sentamos en un banco, está lleno de flores primaverales y es precioso.

-Me encanta como está el parque lleno de flores.

-Sí… está muy romántico…

Cuando digo esto me mira y me sonríe, respira hondo y me coge de la mano.

-¿Señor puede pasarme la pelota?- Dice un niño pequeño no muy lejos de allí.

-Claro, pero no me llames señor.

-Vale.

El niño se acerca, parece que está solo y se sienta a mi lado.

-Tu novia es muy guapa.- Dice mirándome, Eric sonríe.

-Gracias, pero ya me gustaría a mí que fuera novia.

-¿No lo es?

-No.

-Pues debería.

Mira al frente y yo me quedo perpleja por las cosas que dice, parece que le han escrito un guión, aunque también por las palabras de Eric.

Le paso la pelota y él sonríe y pega un gritito de felicidad.

-¿No estás con nadie?

-Sí, he venido con mi mamá, pero no la encuentro.

-Eric, no podemos dejarlo solo. –Digo preocupada.

-No te preocupes, le ayudaremos.

Nos levantamos del banco y oímos a alguien gritar “David”, repetidas veces.

-Aquí.- Grita el niño.

Una señora se acerca corriendo y llorando, le abraza y le dice algo sobre que no se vuelva a soltar de su mano y no sé qué más.

Nos despedimos del niño, que al parecer se llama David, y vamos a la biblioteca de nuevo, al final la búsqueda no ha sido tan complicada.

Justo antes de entrar me llaman al móvil y lo cojo sin mirar la pantalla para ver quién es.

-¿Sí?

-Dulce, soy Elena.- Está llorando.

-¿Qué te pasa?

-Sergio es un imbécil, quedamos el viernes y hasta me beso, pero hoy me lo he encontrado mientras iba paseando a mi perro y le he visto besándose con una chica y diciéndole “Lo de Elena es una tontería para reírme de ella con mis amigos, no tienes de que preocuparte”- Dice imitando su voz.

-¿Y qué has hecho?

-Nada, me he ido llorando, porque no me había visto.

-Elena tengo que colgar, luego te llamo.

Empieza a calentárseme la piel y noto mis músculos tensarse, noto mucha energía a mi alrededor.

-Dulce, estás quemando.

Eric me suelta la mano que llevaba cogida y me agarra por los hombros, empieza a zarandearme.

-Dulce ¡NO! ¡RELÁJATE! Pase lo que pase no debes guiarte por impulsos o podrías hacer daño a alguien.

-¿De qué hablas?

Empiezo a relajarme pero no consigo que baje mi temperatura.

-De lo que eres.

Algo sale de mí, como una onda pero desaparece a pocos centímetros.

-Para o harás daño a alguien.

-Eso intento.

Noto como mi cuerpo se convulsiona, voy a soltar otra especie de onda, miro a Eric, parece realmente nervioso, entonces…

Los problemas de Cupido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora