Capítulo 33.
De camino a casa de Eric los nervios van aumentando, todavía no sé qué vamos a hacer pero parece tan concentrado que no quiero preguntarle.
Su vista está fija en la carretera pero se le nota que está pensando en algo, el problema es que no tengo ni idea de que puede ser.
Aparca enfrente de su edificio y bajamos del coche, abre la puerta y antes de entrar me mira y me besa, al principio con suavidad y después con mucha fuerza; me pilla por sorpresa pero después le sigo el beso y me agarro a su cuello. Entramos en el edificio sin que me dé cuenta.
-¿Qué ha sido eso?
-No ha sido nada.
-¿Cómo?- Se ríe.
-No puedo pasar tanto tiempo sin besarte.
Me rio y subimos al ascensor.
-¿Vas a decirme qué tienes pensado hacer?
-Ahora, pero tienes que prometerme que harás todo lo que te diga cuando te lo diga, no quiero ponerte en peligro.
-Sí, señor.
-No me hace gracia, tienes que estar a salvo.
-Vale.
Entramos en su casa y Eric se va a su cuarto a por algo, yo le espero en el sofá. La casa sigue igual que cuando vine por primera vez. Eric sale de su cuarto.
-Voy a contarte lo que vamos a hacer. –Se sienta conmigo en el sofá.
-De acuerdo.
-Sabemos que Mark tiene a Ariadna y sabemos que no es en su casa.
-¿Y si la ha obligado a cruzar el portal?
-No, eso le pondría en evidencia delante del resto de los solitarios, debe tenerla escondida y no en su casa porque se arriesgaría a que la policía la encuentre.
-¿Entonces dónde?
-Debe tenerla cerca, en algún lugar que no sea su casa.
-¿La casa de su vecino?
-Exacto.
-Pero el vecino podría verla.
-No, porque no está, llevo un tiempo vigilando la casa de Mark y sé que su vecino estará fuera bastante tiempo.
-Entonces es fácil, solo tenemos que ir y llevárnosla.
-Siento decirlo pero no, hay algo que no te he comentado de nuestro mundo.
-¿Y qué es?
-Hay… algo así como magos.- Se queda en silencio un momento pero prosigue al ver mi cara de desconcierto.- Los solitarios magos son reducidos pero los que hay utilizan la magia negra y es extremadamente peligrosa.
-¿Qué quieres decir?
-Mark es uno de esos magos. Al ver que no has ido habrá protegido la casa con magia negra.
-Pues tendremos que atacar nosotros también.
-No es tan sencillo, no te he entrenado para usar tus poderes todavía.
-¿Tengo poderes?
Eric se ríe al ver la expresión de mi rostro.
-Sí, así es como controlas los sentimientos de la gente y puedes hacer más cosas, pero se necesitan años para terminar la formación, meses si aprendes rápido.
-Pero no se trata de aprenderlo todo, solo de poder defenderme. ¿Tú tienes poderes?
-En realidad sí.
-¿Y sabes usarlos?
-Sí, pero…
-¿Pero qué?
-Me preocupa dejarte ir sin nada con lo que protegerte.
-No, eso sí que no. Me vas a enseñar, voy a aprender y vamos a ganar en –miro el reloj- unas 4 o 5 horas.
-No estarías segura…
-¡Chitón! Creo que lo he dejado bastante claro.
-Está bien, tú ganas.
-¡SÍ!
Doy unas cuantas palmaditas y me siento a horcajadas sobre él.
-Gracias, gracias, gracias.
Rozo sus labios con los míos y después le doy otro beso en el cuello, después en los labios de nuevo y otro y otro y otro más. Él apoya sus manos en mi espalda y las va bajando poco a poco.
Quiero más, ahora solo importamos Eric y yo.
Mientras le paso las manos por la parte de atrás de su cuello y le beso con fuerza en los labios.
Le tumbo en el sofá y le quito la camiseta, le doy besos por todo el cuerpo hasta que vuelvo a sus labios.
Entonces soy consciente de todo lo que está pasando, he perdido el control, Eric comienza a subirme la camiseta pero yo no puedo permitir que eso pase y me levanto corriendo.
Voy a la cocina a por un vaso de agua como si tal cosa, no quiero que note que se me han encendido las mejillas, jamás había hecho algo así y tenía que pararlo.
-¿A dónde vas?
-A beber agua. Gracias por dejarme ir contigo a ayudar a Ariadna.
-¿Qué? –Parece un poco extrañado y confundido.
-Que voy a beber agua.- Doy un sorbo y le miro.
-¿Y te parece bien dejarme ahí así solo porque tienes sed?
Me acerca hacia él por la cintura y una descarga eléctrica me recorre el cuerpo.
No respondo a su pregunta, solo le miro a los ojos y le beso, Eric me besa el cuello pero yo sé que esto no puede pasar, no hoy.
-No puedo hacer esto.
Sus ojos, antes ardientes de deseo, se apagan un poco.
-Ti… tienes razón, no debí…
-No, ha sido culpa mía, pero es que con todo lo de Ariadna y Mark creo que… no sé…
No tengo muchas ganas de hablar de esto.
-Te entiendo…
-Siento haberte dejado así, pero tú ya estás más acostumbrado a esto, yo no.
-Un momento. –Me mira como si se estuviera decidiendo entre si morirse de la risa o de la vergüenza.- ¿Piensas que no soy… virgen?
-¿Lo eres?
-Sí.
-Oh. –Una sonrisa se forma en mi rostro sin que yo la deje salir.
Parece que Eric ya se ha decidido porque se ríe un poco y yo continúo su risa.
-¿Por qué sonríes?
-¿Qué?
-Cuando te he dicho que soy virgen has sonreído.
-No es cierto.
-Sí lo es.
-No, no lo es.- Intento poner cara seria pero no me sale, Eric empieza a hacerme cosquillas hasta que ambos terminamos en el suelo.
-Sí lo es, pero no importa porque tengo que enseñarte muchas cosas.
-Pues empecemos
-Sí, pero recuerda que tienes que hacerme caso en todo lo que diga.
-Por supuesto. –Me rio con fuerza y después miro su torso desnudo.- Pero ponte la camiseta a me distraerás.
Ambos reímos y Eric se viste.
-La clase va a comenzar.