Capítulo 31.

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Se que dije que subiría otro pronto, por lo que siento de verdad haber tardado tanto... pero se me olvido, para que voy a mentir.

Pero bueno, aquí os dejo el capítulo 31:

*Narra Mark*

Llego al almacén de mi amigo Gale, es un poco arriesgado dejar a Dulce allí pero ahora está de viaje, no la verá y a nadie se le ocurrirá buscarla allí. No sospecharán de mí, su madre me adora y es mucho más lógico pensar que fue su novio 3 años mayor que ella, al que probablemente nadie conoce.

Tengo todo muy bien planeado, sabía que su madre no estaría en casa, que a esa hora estaría ya dormida; dejé a Eric fuera de juego, cuando se despierte no podrá salir de su propia casa. Me rio de mi buena jugada y cojo a Dulce en brazos, parece que empieza a despertarse, la dejo en el suelo de hormigón y le aparto el pelo para poder verle la cara, la miro fijamente.

Me levanto y cierro los puños, no es posible que esté pasando esto, no puedo haberme equivocado. Recuerdo que entré y la vi tumbada durmiendo de espaldas a la puerta; le tape la boca para que no gritase y se revolvió un poco hasta que se volvió a dormir por el cloroformo, por suerte no tiró nada de la habitación o alguien podría haber venido.

Pero está no es ella, me suena su cara, es… es… esa amiga suya de cuando fui a verla a clase, la que era tan molesta, no hay cosa que le fastidie más a un solitario que la gente tan alegre, esa forma de demostrar lo feliz que eres es molesta para los demás.

La chica se despierta y se aleja de mí hacia la pared contraria, parece asustada. Ladeo la cabeza y la miro, quizás no fuera tan mala idea traerla.

-¿Dónde es… estoy?

-Eso no importa.

-Un momento, eres… Mark, te vi aquel día en el instituto.

-Eso tampoco importa, lo único que debe importarte es salir de aquí y solo hay una forma de que te suelte.

-¿Y… cuál es?

-Para eso tu amiguita Dulce va a tener que colaborar.

*Narra Dulce*

Abro los ojos y miro el reloj, las 5 y media de la tarde, creo que ya es hora de levantarse.

Mi madre ya no está en la cama, si no en el salón viendo la televisión.

-Dulce ¿Te encuentras mejor?

-Sí, me duele la cabeza pero creo que ya no tengo sueño.

-Ven aquí.

Me siento a su lado y me abraza.

-La policía ha llamado, dicen que han ido a casa de Mark estaba solo y han registrado la casa, pero no han encontrado nada.

-¿Dónde están sus padres?

-De viaje por trabajo. Ahora mismo Mark está en la comisaría para que le interroguen. También quieren hablar contigo mañana.

-Pero tengo clase.

-Mañana por la tarde.

-Vale.

Como un poco y vemos la tele, realmente no tengo ganas de hacer nada. Salgo a comprar el pan, mi madre me ha pedido que no salga pero necesito tomar el aire.

De camino me encuentro con Eric, como había pensado.

-¿Éstas bien?

-No, todo esto es por mi culpa.

-Eso no es cierto, no podías hacer nada.

-¡Claro que sí, podría haber usado lo que me enseñaste, podría haberla salvado!- No quiero gritar pero no puedo evitarlo.

-¡NO! ¡No podías porque si tu protector te dice que no puedes no puedes!

-¿Qué quieres decir?

-Que aunque quieras no puedes.

-Entonces fue culpa tuya, tú me detuviste.

-Lo hice para salvarte.

-¡Podría haberla ayudado! ¡Iba a hacerlo cuando tú te metiste donde nadie te llamo!

-¡Si mi deber es protegerte lo haré!

Entramos en la tienda.

-¡No quiero volver a verte! –Empiezo a llorar, no puedo soportar esto.

-Solo lo hice para salvarte a ti, solo conseguirías ponerte en peligro. –Esto lo dice casi en un susurro, pero yo solo puedo ver a Ariadna en brazos de Eric, no puedo dejar de gritar.

-¿Este chico te está molestando Dulce?- Me pregunta el dueño de la tienda (que me conoce).

-¡Sí!

-Lo siento pero tiene que marcharse.

-Está bien. –Se acerca a la puerta pero antes de salir susurra “te quiero” y se marcha.

El dolor en sus ojos se me queda grabado en el corazón ¿Qué estoy haciendo? Lo único que hago es daño a las personas a las que más quiero pero ¿Qué puedo hacer para solucionarlo?

Compro el pan y salgo de la tienda, mi móvil suena y miro la pantalla, es Mark.

-¿Qué quieres?

-Tan solo proponerte algo.

-No quiero nada de ti.

-Seguro ¿Y qué me dices de esto? –Se oye a Ariadna llorar y gritar al otro lado de la línea, ahogo un grito.

-¿Qué quieres?

-A ti.

Los problemas de Cupido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora