Estando en su último año de preparatoria, Kim Taehyung debería estar rodeado de cientos de amigos, yendo a fiestas y estudiando para su examen para ingresar a la universidad.
No quedarse solo, con un embarazo no planeado y un alfa rockstar del que n...
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— Ahh... ahh — dijo en voz alta — Si, sí.
El rechinido de la cama acompañaba el sonido procedente de su boca.
— Sigue moviéndote así — dijo antes de soltar un gruñido bajo.
— Lo que órdenes, querido — ronroneó en su oído.
El alfa sonrió ladinamente antes de comenzar a besar su cuello hasta descender por su pecho desnudo donde con su lengua empezó a lamer su erecto y rosado pezón y su mano libre apretó el otro.
El omega ahogó un gemido cuando las embestidas comenzaron a ser más fuertes y junto con la estimulación de sus pezones, haciéndole correrse de una vez encima de su vientre blandito.
— Que precioso, eres, Kim Taehyung.
El omega sonrió ante los halagos en voz alta y siguió atentos a ellos.
A la mañana siguiente, pensando que él se encontraría solo dentro de esa habitación lujosa con el desayuno pagado.
Una ducha caliente, o mínimo, el sonido de los pájaros cantar entrando por sus oídos.
No esto.
Trató de quitar cuidadosamente el brazo ajeno que lo rodeaba por su cintura, tan lento, tan despacio que hasta contuvo la respiración por solo unos cuantos segundos. Sintiéndose como si estuviera en alguna película de misión imposible.
Sintió la eternidad correr a través de todo su cuerpo, hasta que finalmente pudo deshacerse del agarre del otro y pudo sentarse lentamente en la cama. Cuando sus pies desnudos tocaron el suelo frío de madera y pudo levantarse, no pudo evitar emocionarse, dejando así salir un gritito pequeño de felicidad.
Haciendo, el suficiente ruido como para que el alfa en la cama, se removiera en la cama, hasta soltar un bostezo pesado, abriendo finalmente sus ojos para ver al omega.
— Buenos días, cariño — dijo con su voz gruesa — ¿Dormiste bien?
Taehyung parpadeó varias veces, sintiéndose un poco avergonzado, así que retiró la sábana blanca de la cama y la enredó en su cuerpo, cubriendo su desnudez.
— Vamos, Tae. No es como si nada de ti no lo hubiera visto anoche — le sonrió y guiñó el ojo.
El omega comenzó a sentirse un poco incómodo. Nadie le decía Tae, solo sus más cercanos amigos... no cualquier persona.
