XLII. Dos papás para un cachorro

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El calor del atardecer quema

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El calor del atardecer quema.

Pero no tanto como lo siente en su corazón.

Las brazas que arden por dentro, recorren cada fibra de su ser, su corazón se mueve inquieto, al igual que un niño. Su boca tiembla, sintiéndose incapaz de sonreír.

Todo en él se siente tan acelerado y a la vez, se siente como si el tiempo fuera demasiado lento.

Taehyung tiene la respiración acelerada cuando el joven alfa posa sus labios sobre él y comienza a besarlos con cariño.

La casa está en absolutamente en silencio, lo único que se escucha dentro de esas cuatro paredes es su respiración y jadeos que sacan entre beso y beso.

El omega peli gris no se sorprendió de no encontrar a sus madres en casa, pues una de ellas ya le había avisado acerca que llegarían un poco antes de la hora de la cena para poder preparar algo ligero, junto con algún postre horneado.

Taehyung sonrió, pues hornear es algo que tiene grabado en su mente como un recuerdo demasiado especial.

Soyeon trabajaba hasta tarde, y Emma había tenido algunos pasteles encargados, pero aun así, la alfa se las arregló para poder pasar por ella y luego ir juntas al supermercado.

Taehyung estaba ansioso.

Pues, como para distintas tendrán cosas sagradas que solo lo hacen con los suyos... la de los Kim era ponerse a hornear o cocinar juntos, pues sabían la importancia y vitalidad que tiene comer y alimentarse, tanto como a sus lobos; así que, el omega estaba ansioso por cómo se sentirán sus madres al momento de ver que había un integrante nuevo a la hora de hornear.

Era especial.

Un momento especial.

Un momento especial.

— Ven aquí, corazón — pidió el alfa, deseoso de sentir sus labios.

Y el omega estaba ansioso de sentirlo cerca.

Estando ahí los dos solos, en medio de la sala del hogar del peli gris, mientras se besan y tocan por un buen rato.

— ¿Q-quieres ir arriba? — preguntó el omega.

— Mmh... si — respondió cortamente, antes de sentir como le fallaba la voz.

Subieron tomados de las manos, con una sonrisa cómplice en sus labios y sus ojitos brillando.

El joven alfa pelinegro tiene muy vivos aquellos recuerdos de las veces que estuvo en este mismo domicilio, en este mismo dormitorio justo como en estos precisos momentos.

Donde el omega peli gris le besa sin culpa y con mucha ansia.

— Kookie — dijo su nombre, sonriéndole antes de besarlo de nuevo.

Después de salir del ultrasonido y decir todo lo que dijo mientras estaban en el chequeo...

Queremos conocer a nuestro cachorro.

𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐈𝐓 𝐈𝐅 𝐖𝐄 𝐌𝐀𝐃𝐄 𝐈𝐓 ᵏᵒᵒᵏᵛDonde viven las historias. Descúbrelo ahora