Estando en su último año de preparatoria, Kim Taehyung debería estar rodeado de cientos de amigos, yendo a fiestas y estudiando para su examen para ingresar a la universidad.
No quedarse solo, con un embarazo no planeado y un alfa rockstar del que n...
Si la trama, desarrollo o manera que se está manejando la fic no es de tu agrado.
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— Ay, pero, ¿Por qué tienes esa cara?
La omega rubia, preguntó un tanto confundida y preocupada al ver a su alfa así.
La peli negra sorbió de su taza de té, absorta en sus pensamientos, hasta que sintió las pequeñas manos de su omega, sostenerla por encima de las suyas, llamando su atención.
Lo consiguió, cuando notó que Emma retiró la taza de entre sus manos, para dejarla encima de la barra de la cocina, para que ahora tuviera entre sus manos, el cuerpo de la omega, no la taza.
La alfa le abrazó con firmeza, con cuidado de no aplastarla, pero desde que tiene memoria de conocerla, siempre la ha recordado como una omega pequeña, de ojos verdes grandes y cabello rubio. Siempre con cuidado de no lastimarla, pero Emma siempre respondía que ella no era una muñeca de cristal, era imposible romperla.
Aunque, claro...
Si la rompió algunas veces.
Sentimentalmente.
Como la última pelea que tuvo con Taehyung, antes de que él se fuera llorando.
Emma rodeó el cuerpo de su alfa y le correspondió a su abrazo, fuerte, era pequeña, pero era muy fuerte. Acarició su espalda y s dejó embriagar por su aroma que las feromonas desprendían de su cuerpo, sintiéndolo inusualmente más amargo que de costumbre.
— ¿Algo pasa? No me has dicho nada desde que llegué — dijo la omega.
Soyeon se alejó de ella para poder encararla de frente, y hablar con ella.
— Taehyung está en casa, amor.
— ¿Qué? ¿En serio? ¿Por qué no me lo dijiste antes? — preguntó la rubia, emocionada.
— Está con su niño alfa en su habitación.
La sonrisa feliz que Emma tenía en el rostro, cambió por un gesto de estupefacción y escepticismo. ¿Cómo es que su alfa puede decir eso con tanta normalidad y tranquilidad?
Oh, bueno, tal vez no tanta tranquilidad, puesto que Soyeon estaba apretando una de sus manos en puño, reteniendo su enojo.
— Wow — dijo la omega, con ambas cejas alzadas y ahora todo el asombro del mundo plasmado en las expresiones de su rostro — En serio, nunca esperé escuchar que esas palabras salieran de tu boca.
— Emma — dijo la alfa, seria.
— ¿Qué? — le miró, incrédula — Después de lo que pasó, no puedo creer que mi bebé esté en casa; mucho menos con ese alfa.
