Estando en su último año de preparatoria, Kim Taehyung debería estar rodeado de cientos de amigos, yendo a fiestas y estudiando para su examen para ingresar a la universidad.
No quedarse solo, con un embarazo no planeado y un alfa rockstar del que n...
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La alarma del despertador lo despertó cerca de las cinco de la mañana.
Sus ojos se abrieron de par en par y el acto de levantarse le resultó demasiado pesado, así que terminó descansando encima de la cama, incluso cuando ya llevaba bastante tiempo dormido.
¿Cuánto tiempo me dormí?, se preguntó.
Giró sobre la cama hasta quedar acostado de lado, con una mano posada debajo de su mejilla y las crecientes agruras matutinas que comenzaba a sentir en la boca del estómago.
Se levantó en automático cuando sintió las arcadas y corrió hasta su baño donde comenzó a vomitar casi liquido por no haber comido poco más de quince horas.
Durmió más que todas ellas.
Sus ojos terminaron lagrimosos y se sentía caliente de todo el cuerpo.
Se quedó sentado en el suelo del cuarto de baño durante unos cuantos minutos más, antes de lavar su boca con pasta de dientes y comenzar a quitar su pijama.
Su cuerpo sigue viéndose igual, firmes y suaves muslos, abdomen plano, un buen pecho, manos grandes y con bastantes venas al momento de hacer fuerza, su rostro maduraba conforme los años pasaban, sus cabellos grises eran perfectos y podías perderte dentro de esa mirada azul que poseía.
Por todos los lobos, si que el omega era alguien bastante hermoso físicamente.
Pero, a pesar de poseer aquella belleza, comenzaba a sentirse una persona sumamente horrible.
Las ojeras que cargaba eran notablemente oscuras, sus labios estaban resecos al igual que su piel por haberse descuidado un poco. Su cabello se encontraba enredado y esponjado.
Debo tomar una ducha, pensó.
Cuando estuvo completamente desnudo, caminó de nuevo al cuarto de baño donde esperó que después de abrir la llave, el agua corriera caliente y pudiera meterse. Una vez dentro, se quedó unos momentos sin hacer nada, simplemente dejando el agua caer por todo su cuerpo.
Agachó su mirada y observó con detenimiento sus extremidades, brazos, manos, piernas, pies... su vientre.
Colocó ambas manos, lento y con un poco de temblor hasta cubrir casi por completo su estómago.
— No puedo creer que algo tan pequeño como tú me esté dando tantos problemas — gruñó bajito — Eres algo tan insignificante ahora, pero aun así siempre llamas la atención.
Oye, habló su lobo. No le hables así al bebé.
— Este bebé empezó todo — dijo más exaltado — Casi me matan por su culpa.
