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— ¿Qué coño ha sido eso? —Le dirigió una buena y larga mirada a Lisa cuando volvió a la oficina y se sentó tras su mesa para comprobar las reservas y cancelaciones. Lisa intentaba no reírse de su amiga, que era incapaz de esconder su excitación.

— ¿Qué ha sido qué? —Ignoró el dramático estallido de Rose mientras abría su calendario y su bandeja de entrada. Necesitaba tiempo para idear una excusa creíble pero no podía pensar en claro. Ver a Jennie hoy le había afectado de maneras inesperadas y se sentía un poco divertida por dentro.

— ¿En serio? —Deslizó su silla hacia Lisa, la sacó de su falsa concentración y le señaló de manera salvaje la cafetera donde Lisa y Jennie habían estado hacía algo más de media hora. —¿De verdad que vas a actuar como si fuera perfectamente normal que te escabulleras ahí con Jennie kim y le hicieras un café? ¿Y se supone que yo tengo que hacer qué? ¿Actuar como si nada hubiera pasado? Dios mío, si me lo hubieras dicho, habría limpiado la cafetera porque ¡estaba sucia! —medio gritó, tapándose la cara con las manos de pura vergüenza.

Lisa suspiró y se giró hacia Rose

— ¿Entonces, la has reconocido?

— Por supuesto que la he reconocido, joder, estaba justo delante de mí, hablándome. ¿Por qué no me habías dicho que la conocías? Sabes que soy fan de ella y lo más importante... —Rose se paró para dar efecto. —¿Por qué te ha traído esa bolsa de la tintorería?

¿Con tu ropa? —Resopló. —¿Cómo has podido mantener esto para ti, Lisa? Sabes lo que me gusta el cotilleo y nada es más grande que esto.

— Tranquilízate, Rose, no es para tanto. Es agradable, eso es todo. No me he acostado con ella, si eso es lo que estás insinuando. —Lisa se dio cuenta de repente de que la bolsa de la tintorería estaba al lado de la mesa de Rose. — Oye, ¿has estado rebuscando en mis cosas?

Rose lanzó los brazos al aire.

— Lo siento. Tenía que investigar, ya que claramente has dejado de compartir cosas conmigo —dijo, su voz reflejaba su expresión de dolor, que estaba demasiado exagerada para pasar por verdadera.

— Para ya, te juro que no dormí con ella, ¿vale? —Lisa la cortó. No estaba molesta con Rose; ella también habría estado curiosa si hubiera sido al revés, pero quería parar el tema para proteger la privacidad de Jennie.

— Vale. —Puso la boca en una línea recta y volvió a su hoja de cálculo en la pantalla del ordenador, dejando claro que todavía se sentía herida por no haber sido informada desde el momento que Jennie había salido de su casa.

Lisa dejó escapar un leve suspiro de alivio, luego se puso tensa una vez más cuando Rose volvió a girar su silla, poniéndose frente a ella. "Jesús. ¿Por qué no puede simplemente dejarlo pasar?"

—¿Cuándo fue este llamado encuentro lluvioso fortuito? ¿Cuándo la conociste?

— Ayer —mintió otra vez, agradeciendo a sus estrellas de la suerte que de verdad hubiera llovido el día anterior. —Y te lo iba a decir pero he estado ocupada esta mañana.

— Oh. —asintió, pareciendo aceptar mejor la explicación ahora. Se mantuvo callada un minuto o así mientras reflexionaba sobre ello, luego disparó otro arsenal de preguntas a Lisa.

— Bueno, ¿Y de qué hablasteis? ¿Cómo es? ¿Vas a verla otra vez? ¿Puedo ir?

— Como ya te he dicho, no es para tanto. Nos conocimos en la playa y empezamos a hablar. Lisa había estado preocupada por esto desde el momento en que había presentado Jennie a Rose. Rose era analítica y lógica en su pensamiento. Eso la hacía una mánager increíble, pero también una hábil interrogadora. No dejaba pasar las cosas hasta que se le hubiera presentado una explicación que tuviera sentido para ella, y como un desafortunado efecto secundario de eso, era imposible mentirle. No que Lisa lo hubiera hecho nunca. Esta era la primera vez, y aunque sentía un poco de culpa sobre ello, la pequeña mentira piadosa no era nada personal comparado con el secreto de Jennie, uno que había jurado que se llevaría a la tumba.

Mar De Amor [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora